REALISMO POLITICO
♦ Manipular al realismo político con una actitud enfermiza atados a las pasiones y el deseo de dominio, que conllevan el deseo de librarse de la justicia de cualquier ser superior u omnipotente, pueden conducir a cometer y admitir errores sumamente degradantes; ha llegado el momento de concebir al hombre desde un "Realismo Humano" que lo entienda y acepte bajo grandes posibilidades de transformación; esto significa entender y conceptualizar al hombre desde una postura que incluya el considerar su naturaleza humana admitiendo la posibilidad de respetar la integridad ajena como si se tratara de la nuestra.
♦ Entender un Realismo Humano, es el camino pues todo hombre que penetre en su corazón encontrará en él un inmenso deseo de vivir feliz; todos los hombres, en todos los climas y en todas las condiciones lo han experimentado y lo experimentan diariamente y esta aspiración brota del fondo de nuestro ser y se identifica con él; la felicidad, al fin de cuentas, es lo que debe buscar el humano y ella la encontrará concibiéndose a sí mismo bajo un Realismo Humano y no solamente bajo un Realismo Político que lo entienden con un instinto animal; el hombre sabe que posee su propia naturaleza, cierto, pero desconoce, y quizás de manera premeditada, que la felicidad es la meta señalada por el Omnipotente a la naturaleza humana.
REFORMA POLITICA
♦ Hoy, las cartas están ya tiradas. Hoy, debemos entender que la vía violenta de cambio que algunos propugnan con alarmante vehemencia es, lo reitero, un camino fáctico divorciado sustancialmente de cualquier orden jurídico; y, en tal concepto, altamente pernicioso, cualesquiera que fueren sus resultados, lo mismo si deriva de las conocidas vertientes del golpismo o del cuartelazo, o de la dictadura militar, o del terrorismo, o de la asonada, o de la guerra civil y sus versátiles variantes: frente a esta alternativa de facto, la Reforma Política, que en México sí avanza, habrá de ir hasta el fondo de los recursos jurídicos para resguardar el Estado de Derecho.
RELACIONES INTERNACIONALES
♦ Hablar de Relaciones Internacionales, es hablar de la realidad internacional, de es fenomenología que rebasa las fronteras meramente nacionales para ubicarse en el contexto transnacional. A las Relaciones Internacionales las situamos dentro del campo de estudio de las ciencias sociales las que, junto con las disciplinas del ramo natural convergen precisamente en un punto crucial: el conocimiento de una verdad universalmente válida.
♦ Así, entonces, podemos afirmar con certeza que las Relaciones Internacionales, como toda ciencia, buscan extraer teorías de la realidad y tienen, por ende, un objeto de estudio específico: la realidad internacional circunscrita y determinada por todas aquéllas variables que inciden en el sistema de Relaciones Internacionales en el que coexistimos todas las naciones del orbe. Es por esta razón que podemos definir a la Teoría de las Relaciones Internacionales como la unión coherente y sistemática de proposiciones que tienen como objetivo esclarecer la esfera de las relaciones sociales que se ubican Masaya de las fronteras nacionales; en efecto, nos encontramos frente a una disciplina joven, pero ello no obsta para que posea precisión en su objeto de estudio, claramente delineado, que la hacen autónoma respecto de las demás disciplinas del corte social, aún cuando éstas guardan una estrecha relación y complementariedad, aunque es preciso aclarar que en determinados momentos del desenvolvimiento histórico de las organizaciones sociales existe un elemento que prima sobre otros dependiendo, evidentemente, de aspectos estrictamente coyunturales, verbigracia: el aspecto económico que ha conducido a gobiernos y tratadistas a plantear y replantear medidas y análisis, respectivamente, en la búsqueda para encontrar fórmulas idóneas que garanticen el establecimiento de un nuevo orden económico internacional.
♦ Hoy en nuestros días, la realidad se nos ofrece diferente. Vivimos y convivimos en un sistema de relaciones internacionales en el que todos asisten: unos a ganar y consolidar hegemonías, otros a tratar de ganar una posición geopolítica en un mundo totalmente desigual, pero, al final, todos confluyen en él y algunos con posturas en extenso agresivas.
♦ En nuestros días, hablar del sistema de relaciones internacionales obligadamente debe ubicarnos en la configuración de un sistema internacional cuya característica fundamental es el hecho de que se circunscribe en un estadío difícil, marcado por la presencia del fantasma de la ingobernabilidad y la inseguridad para poder establecer un futuro capaz de resolver la grave problemática que ya encierra a la gran generalidad de naciones del mundo, sobre todo en el terreno económico que al final de cuentas es el que provoca las más serias disidencias. (TP-3)
RELIGION
♦ La religión, lejos de constituir “el opio de los pueblos”, es una razón de la existencia humana, bajo cualquier credo, bajo cualquier concepto de Dios; sin religión, el hombre no puede ser plenamente felíz en este mundo ni en el desconocido estado mental después de la muerte. El hombre es felíz en este mundo sólo en la medida en que sus facultades están plenamente satisfechas. La religión, la idea y aceptación de Dios puede dar, inevitablemente, reposo al espíritu, paz al corazón, rectitud y fuerza a la voluntad; todo lo que la religión pide al hombre para conducirle a la felicidad verdadera, es la autorización de hacerle, también, plenamente felíz aquí en la tierra.
REVOLUCION
♦ Pero preciso es aclarar qué es lo que en realidad debe constituir una revolución; de entrada, ella presupone una transición, un cambio estructural hacia el advenimiento de tiempos distintos para aquéllas sociedades maltratadas, deshechas, burladas; así entonces, ¿cómo debe ser vista una revolución si se ofrece como el único camino posible para inducir las transformaciones?
♦ Una revolución es un proceso de transformación profunda, no es progreso lineal; es cambio dialéctico; de ahí que una revolución vista como reforma constituye solamente una simple adecuación de las formas establecidas, una maquillada a lo sucio, una reconstruida a lo maltrecho, pero nunca soluciones de fondo que solamente pueden ser vistas y palpadas desde la óptica del cambio estructural y que no necesariamente requiere de una revolución en estricto sentido.
♦ Una revolución que sólo es vista como un instante explosivo concluye, por sí misma, que jamás fue tal y que pronto envejecerá; de ahí que más que reforma casual o coyuntural en todo caso debe entender que, en el tiempo político, ella no debe perder la perspectiva y ser constante, debe saber que solamente la historia habrá de refrendarla y que el impredecible futuro, siempre por siempre, la requerirá para el recuento histórico, por ello debe tener un enlace lógico en todas sus acciones.
♦ La revolución, en suma, lejos de ser el movimiento armado que todo a su paso aniquila, es el movimiento social que perdura alejado del estallido de la escopeta; la verdadera revolución está hoy en ese concepto de reforma constante y permanente, tanto en lo jurídico, que fundamentalmente es lo que al final de cuentas da cuerpo y forma a las sociedades, como en lo social, lo político y lo económico; creer que la lucha armada, la asonada, el cuartelazo o la gritería es la mera y pura revolución es, hoy por hoy, craso error; la auténtica revolución está hoy en la adecuación a los nuevos tiempos porque estos últimos exigen re-evolución constante, aspecto éste que más claro se manifiesta en la profunda configuración de la mente humana.
♦ La revolución vista como "continuidad", es esa manera de inducir medidas y pautas de gobierno capaces de responder a las sentidas expectativas populares; si ellas son capaces de brindar esa seguridad, entonces deben ser aplicadas de manera inequívoca pues la respuesta de aquéllas "grandes mayorías", son la escala de medida que nos brinda la posibilidad de calcular la inconformidad y atacar justa y precisamente donde es requerido, de continuar con lo efectivamente operable, desechando lo que por la realidad social que se vive no es posible mantener; dando con ello forma y cuerpo al modelo de sociedad al que realmente puede aspirarse.
♦ El mundo necesita de la revolución, pero no de la configurada en la matanza, la asonada, el cuartelazo o guerra provocada por la intolerancia religiosa, sino de aquélla que, inducida como reforma y a su vez como continuidad de lo que habiendo sido reformado sí es operable, sea capaz de inducir a la magna revolución, a la revolución de revoluciones, a la que jamás se ha acudido, a la que tanto se le ha temido, a la que tanto se condena, a la que está aguardando para preparar al hombre del siglo XXI y que sin duda alguna hará posible dar soluciones de fondo a los tantos anacronismos que aquejan y tanto han afectado al mundo entero: el nuevo concepto del hombre, ya que en el hombre están todas las verdades y también todas las mentiras, todas las vidas y todas las muertes, todas las risas y todos los llantos, todas las paces y todas las guerras, todas las revoluciones y todas las contrarrevoluciones, todos los éxitos y todos los fracasos, todas las luces y todas las tinieblas, todos los imposibles y, también... todos los posibles.