Vista Hermosa constituyó la segunda fase del programa de campaña de Felipe Díaz Garibay como candidato a Diputado Local por el IV Distrito Electoral del Estado de Michoacán. El lunes 20 de septiembre inicia su cruzada por este Municipio ubicado al oriente del Distrito; un Municipio difícil donde la sombra de los tiempos porfirianos todavía acaricia los rostros de la desesperanza de su pueblo; Vista Hermosa remonta a cualquiera a la descripción que hiciera Juan Rulfo en su novela “Luvina”. Ahí el tiempo se detuvo. Y se detuvo de veras.
El primer día de campaña trabajó arduamente en la cabecera a la que dedicara buen tiempo de su estancia en ese Municipio, de igual forma lo hizo el miércoles 22 y jueves 23 de septiembre visitando las comunidades de El Alvareño, La Angostura, Negrete, El Capulín y El Coenqueño.
El mitin que vino a cerrar la primera etapa de su presencia en Vista Hermosa, tuvo lugar el domingo 26 de septiembre; tuvo lugar en la Plaza Principal, ahí estuvo presente el Diputado Federal salvador Vega Casillas así como la candidata a Diputada Plurinominal Lourdes Torres Vargas y la planilla que contendió por Vista Hermosa en este proceso electoral local.
Felipe pronunció ahí un discurso que bien fue una de las piezas más intensas de su campaña; en él manifestó que muy a pesar de adversidades, al desánimo, temor y apatía ahí estaba presente, en Vista Hermosa, que no sabía rajarse y, en términos de elecciones y campañas políticas no le temía a nada pues su causa es la política pues para eso se ha formado en las aulas universitarias.
Refirió que en la cruzada democrática que había iniciado dos semanas antes, se había dado cuenta de la desesperanza de muchos de sus conciudadanos de este Distrito; había podido vivir de cerca la resignación de quienes han creído y no han visto satisfechas aún sus más elementales, sentidas y urgentes necesidades; había podido también darse cuenta que muchas cosas no han cambiado en los Municipios de este IV Distrito, pero lo que más le preocupaba era ver a un ciudadano desgastado, incrédulo, apático a la tarea política y hundido en un afán que bien habla de una renuncia incluso a sí mismo.
Dijo también que estaba en Vista Hermosa, como candidato, porque él sí entiende que la tarea de gobernar va más allá del mero capricho personal, y porque él si cree en el futuro por lo que, reconoció, “la única forma de vivir cabalmente y hacer una política acorde a los nuevos tiempos es siendo íntegramente revolucionarios”.
Él mismo dijo ser revolucionario y fue ahí donde se autodenominó como un inconforme y un rebelde, porque él sabe de las necesidades de su Distrito de la desesperanza de muchos de sus habitantes, de sus anhelos y de sus sueños, “porque sé que sientes como yo, porque sé que esperas como yo” dijo al pueblo de Vista Hermosa.
Y fue más claro, cuando en la parte final de su intervención dijo que ser candidato, un candidato más que participa en este proceso electoral no es cualquier cosa, y reiteró: “yo he querido dejar una huella, independientemente de resultados electorales, en la conciencia de todos ustedes. Yo no quiero que ustedes pierdan la esperanza, yo no quiero que ustedes le tengan miedo al futuro, yo no quiero que ustedes piensen que todo seguirá igual, yo no quiero que piensen que sus hijos siempre por siempre y eternamente no tendrán un pan que llevarse a la boca, yo no quiero que ustedes crean que sus hijos no podrán ir más a la escuela, yo no quiero que ustedes crean que sus enfermos seguirán muriendo en sus brazos sin tener siquiera un remedio casero para sanar sus dolores”.
Felipe no fue un candidato común, en terrenos difíciles supo llegar al pueblo de Vista Hermosa, del cual se despidió esa noche diciendo: “Aquí estoy yo, y estaré por siempre y mientras viva; por ello te digo ciudadano de Vista Hermosa, que Felipe Díaz Garibay, nunca, óyelo bien, nunca te defraudará, y siempre te tenderá la mano cuando lo necesites, independientemente de elecciones, independientemente de votos, porque todo cuanto yo haga no solo por ti Vista Hermosa, sino por todos mis hermanos michoacanos, mexicanos, o de cualquier otra nacionalidad, lo haré siempre poniendo mi mayor razón, la más entera de mis convicciones, pero también todas las fuerzas de mi alma”.♦