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Misa de Acción de Gracias con motivo de la conclusión de su encargo como Diputado Federal integrante de la LX Legislatura del Honorable Congreso de la Unión.
Parroquia de Santiago Apóstol, Sahuayo, Michoacán, México, sábado 29 de agosto de 2009.
Tal y como fue anunciado a través de los medios de comunicación, el sábado 29 de agosto de 2009 tuvo lugar la Misa de Acción de Gracias como parte del programa preparado por el Diputado Federal Felipe Díaz Garibay para su despedida al concluir la LX Legislatura del Honorable Congreso de la Unión.
La celebración tuvo una duración de casi dos horas y fue presidida por el Señor Cura Filiberto Díaz Nava, le acompañaron en la concelebración dos presbíteros más, también amigos de Felipe; estuvieron presentes dos Diputados Federales, Presidentes Municipales del Distrito, algunos Delegados Federales, servidores públicos de varios niveles, empresarios, autoridades académicas, organizaciones sindicales y gremiales, organizaciones indígenas y personalidades destacadas en el ámbito político; la Parroquia de Santiago Apóstol lució al lleno total.
La parte musical de esta Celebración Eucarística fue sin duda una de las partes más completas y bellas; fueron 17 músicos integrantes de varias orquestas nacionales y 18 voces, todos seleccionados para la ocasión y dirigidos en esta ocasión por el Maestro Gustavo Ortíz López, Percusionista de la Orquesta Filarmónica de Guadalajara; Felipe hizo una muy cuidadosa selección de las partituras que fueron interpretadas, ahí estuvo Mozart, Bach, Haydn, Verdi, Franck, Händael, Pachelbel, Clarke, Golin y música popular flamenca en el arreglo de la Salve Rociera, dedicada a la Virgen del Rocío a quien Doña María Guadalupe Garibay Barajas, madre de Felipe, tenía una devoción especial misma que supo infundir en su único hijo.
En punto de las 12:00 horas Felipe arribó a la Parroquia de Santiago Apóstol acompañado de su equipo de colaboradores y cuatro jóvenes artistas caribeños a quienes Felipe atendió siempre como Presidente del Grupo de Amistad México-República Dominicana. En punto de las 12:10 Felipe era recibido ya en las puertas del recinto por el Señor Cura Filiberto Díaz Nava y el Presbítero Auxiliar Jesús Zepeda Sánchez, el Padre Sergio del Río Salcedo se incorporaría minutos más tarde; la orquesta interpretó “The Prince of Denmark’s March” de Jeremiah Clarke.
A su llegada a su lugar, Felipe encendió dos cirios que representaban a sus difuntos padres, ambos con la foto respectiva de Doña María Guadalupe Garibay Barajas y Don José Díaz Arzate, ocupó su lugar estando acompañado a su derecha por su amigo Don Francisco Javier Barragán Zepeda y a su izquierda por la Licenciada Patricia Zamora quien le apoyara siempre en diversos asuntos culturales y la Maestra Estela Hernández Saucedo, Presidenta de la organización “Manos Indígenas Creadoras de la Cañada, A.C.”
La misa fue excepcional, en el Acto Penitencial la parte musical correspondió al Kirie, de la Misa de Coronación de Wolfgang Amadeus Mozart y se unió al Gloria de la misma partitura. En la Aclamación Antes del Evangelio estuvo también Mozart con su Exsultate Jubilate; la Homilía estuvo a cargo del Padre Sergio del Río Salcedo quien refirió aspectos sobresalientes de la vida de Felipe, fue una intervención muy emotiva que bien pudo definir la formación espiritual que dese niño ha tenido y que se consolida en estos momentos. En el Credo se interpretó el arreglo de la Misa Nelson de Franz Joseph Haydn.
En la Oración Universal se hicieron pedimentos por la Iglesia Universal, por el Papa Benedicto XVI y los Obispos especialmente por Don Javier Navarro Rodríguez de la Diócesis de Zamora, por los gobernantes del mundo entero, por todos los ciudadanos del Distrito 04, por los miembros del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, por el eterno descanso de los padres de Felipe y, desde luego, por todos los ahí presentes.
Siguió la Presentación de las Ofrendas donde se interpretó Regina Celli, fragmento de Caballería Rusticana de Pietro Mascagni para después ir con el Sanctus de la Misa Nelson de Haydn y el Benedictus también de la Misa de Coronación de Mozart en la Fracción del Pan estuvo el Agnus Dei también de esta última partitura. La interpretación musical de la comunión fue en tres tiempos, en el primero se interpreta el Panis Angelicus de Cesar Franck, en el segundo Jesús, Alegría de los Hombres de Johann Sebastián Bach y, al final, el Canon de Johann Pachelbel.
En el cierre de la celebración estuvo Georg Friedrich Händael con su Hallelujah, para continuar después con un momento muy emotivo para Felipe pues se trató de la Bendición de la Virgen del Rocío, a la que Felipe le profesa una profunda devoción tal y como enseñado por su señora madre; para ello Felipe tuvo que postrarse en un reclinatorio especialmente colocado para el momento al frente del altar; así se interpretó la Salve Rociera mejor conocida en España como la Salve del Olé; ahí se conjugaron muchas cosas, recuerdos, situaciones que removieron en Felipe muchos aspectos que desde su niñez ha vivido.
Antes de abandonar la Parroquia de Santiago Apóstol, Felipe llevó dos ofrendas flores a las capillas colocadas a ambos lados de la entrada principal, “a sus dos grandes aliados” como él mismo lo dijo: a Santiago Apóstol y a José Sánchez del Río a quienes encomendó tanto su campaña política como su desarrollo ante la LX Legislatura. Enseguida agradeció la presencia de los asistentes y después se postró, como es su costumbre en las celebraciones donde es parte central, ante los tres presbíteros para recibir su bendición y salir después del recinto mientras sonaban las notas de una de sus partituras favoritas: el Va Pensiero de la Opera Nabuco de Giuseppe Verdi. Felipe recibió importantes muestras de afecto, felicitaciones de todos los asistentes y al salir de la Parroquia fue recibido por el Grupo de Güaris de Tingüindín, quienes arrojaron confeti y lo festejaron como siempre lo han hecho. En esta importante celebración estuvieron con Felipe, solamente, quienes tenían que estar; bellos recuerdos que ahora se escribirán en la intensa vida de alguien que reconoció que una vez de haber cumplido con un encargo retorna a los brazos de su Padre, en efecto a los brazos de Dios ante quien busca justificar a plenitud su existencia.♦