Discursos

[7] Intervención en su calidad de Vocal Ejecutivo y Presidente del Consejo Distrital Electoral del XI Distrito Electoral Federal del Estado de Michoacán, con cabecera en Jiquilpan, en la instalación del Consejo Distrital Electoral, en el Salón de Actos del Centro de Bachillerato Tecnolpogico, Industrial y de Servicios (CBTIS) No. 12.

 
Jiquilpan, Michoacán, viernes 22 de febrero de 1991.
 

 

Ciudadanos consejeros y representantes de los partidos políticos nacionales;

 

Distinguidas personalidades aquí presentes;

 

Amigos todos:

 

El encuentro que ahora desarrollamos debe invitarnos, creo, a retomar la reflexión sobre un concepto que aunque ha sido ya tratado por los grandes teóricos de las ciencias política y jurídica, la discusión sobre él, sobre todo si consideramos el complejo aspecto cambiante de la sociedad, siempre estará abierta: la democracia, que no es otra cosa sino el producto irreversible de la conducta humana que busca encontrar respuestas a su sentir y esencia y, para el caso que ahora nos toca, el eje rector y fin último a salvaguardar.

 

Es, sin duda, el concepto de democracia el que ha provocado mayor controversia dentro de las  discusiones enmarcadas dentro del rigor académico; ella se ha hecho presente en el pensar y actuar de las organizaciones sociales; sobre ella se han emitido también los más variados y complejos juicios.

 

Aunque gramaticalmente democracia es sinónimo de intervención del pueblo en el gobierno con el objeto fundamental de mejorar sus condiciones de vida contenidas en su proyecto de ésta, lo cierto es que para comprenderla mejor es preciso situarla como instrumento ideal para penetrar en la verdadera significación de las formas de gobierno en lo que a su funcionamiento efectivo se refiere.

 

La democracia es participación popular y una de las manifestaciones más importantes de ella es el derecho al sufragio, el derecho, que más que obligación, tenemos todos los mexicanos para participar en la integración de las autoridades de elección popular. Nadie podrá negar que en el rubro de la democracia hemos avanzado en cuanto c considerarla no sólo un régimen político y jurídico sino, como lo define bien la Constitución Mexicana en su Artículo 7º, como un verdadero sistema de vida, fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo de México.

 

La nueva legislación electoral, enmarcada en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, se encuentra inmersa en esta mística; los tiempos actuales que vivimos reclaman ya el vislumbramiento de un concepto diferente de la política que contenga y se sujete a las condiciones que dictan las nuevas reglas del realismo político. Política es hoy, no solamente juego electoral, ni el arte del gobierno en exclusividad, menos aún lo será la competente lucha por el poder; política es hoy moral, ética y la búsqueda constante del consenso en la diversidad ideológica que parte no de la imposición de dogmas rígidos y petrificados totalmente rebasados por la realidad histórica, o el debate pasional fundamentado en los odios histéricos o el intercambio de simple retórica; política es hoy la imposición de la razón.

 

Podemos afirmar con toda certeza que en nuestros días la modernización debe alcanzar no solamente a las estructuras políticas, económicas o sociales de los pueblos, sino también, y fundamentalmente, al esquema mental del individuo que lo proyecten hacia un desarrollo espiritual que vaya más allá del vano concepto de la vida y le conduzcan al recto y justo concepto de sí mismo.

 

Se avecina una etapa de intensa movilización política en este nuestro, valga decirlo, plural distrito; una etapa más que debe ser vivida por intensidad, decisión y civismo, en la que los partidos políticos realicen sus trabajos político-electorales con una visión renovadora de su praxis política; con esquemas novedosos que sean capaces de sensibilizar y culturizar políticamente a la ciudadanía, de forma tal que no recorran el Distrito desde óptica turístico-excursionista o con el único afán de conquistar el voto como único medio para obtener una cuota de poder, sino que hagan campaña para la propia historia; al final de cuentas, recordémoslo, es más eficaz introducir una idea en una cabeza que una moneda en el bolsillo.

 

Hoy, las campañas políticas deben ser instrumento que sea capaz de patentizar nuestra independencia política, a la vez que fortalecer nuestro nacionalismo y profundizar en la igualdad entre los ciudadanos, tanto como ampliar la democracia en todas sus legítimas expresiones. Deben ser un acto repetido de meditación y reflexión, de reafirmación y creencias, convicciones y de las voluntades revolucionarias; en nuestros días, pues, las campañas políticas no deben ser solamente la presentación de candidatos, menos aún el escenario propicio para la exaltación de personalidades; ellas, ahora, deben presentar al pueblo opciones política que ofrezcan soluciones reales y concretas a los problemas que, como innegable realidad, enfrenta el pueblo de México.

 

El país se moderniza y con él sus estructuras políticas; la sociedad demanda renovar de una vez por todas la acción política y, con ello, el compromiso de todos con los objetivos supremos de independencia, libertad y democracia.

 

Así, para el caso concreto de nuestro, muy michoacano, Décimo Primer Distrito Electoral federal, actuaremos con apego irrestricto a la nueva legislación electoral que ha trazado sus premisas fundamentales en torno a la nueva convivencia política de México; haremos patentes los principios de certeza, imparcialidad y legalidad, para estar en posición de ubicar:

 

A la observancia de la legalidad constitucional versus anticonstitucionalidad;

 

El respeto a la diversidad versus antidemocracia;

 

El diálogo razonado versus dogmas inflexibles, actitudes petrificadas y obsoletas, inteligencia estrecha y enanismo mental;

 

La competencia pacífica entre opciones legítimas versus caminos fácticos divorciados sustancialmente de cualquier orden jurídico, y

 

El acatamiento de la voluntad y el mandato populares manifestados a través del voto versus caprichos sustentados en la irracionalidad política.

 

Realizaremos un vasto programa en los trece municipios del Distrito, a efecto de montar la infraestructura electoral, de acuerdo a los tiempos marcados por el Código Federal de Instituciones y procedimientos Electorales; incansablemente promoveremos entre la población su registro en el Padrón Electoral así como su participación en los comicios de agosto próximo, porque sabemos que la actitud cívica debe prevalecer por encima de la inercia y la apatía, corresponderá entonces a los partidos políticos ganar o perder el sufragio pues la población entenderá que éste, más que obligación, es un derecho que le confiere el alto rango constitucional.

 

Hoy, las cartas están ya tiradas. Hoy, debemos entender que la vía violenta de cambio que algunos propugnan con alarmante vehemencia es, lo reitero, un camino fáctico divorciado sustancialmente de cualquier orden jurídico; y, en tal concepto, altamente pernicioso, cualesquiera que fueren sus resultados, lo mismo si deriva de las conocidas vertientes del golpismo o del cuartelazo, o de la dictadura militar, o del terrorismo, o de la asonada, o de la guerra civil y sus versátiles variantes: frente a esta alternativa de facto, la Reforma Política, que en México sí avanza, habrá de ir hasta el fondo de los recursos jurídicos para resguardar el Estado de Derecho.

 

Porque la vía pacífica está abierta por nuestro régimen de derecho, la lucha personal o faccional no ha de crecer al amparo del descontento popular, ni la tarea ideológica debe ser confundida con la autodenigración; precisamente porque en México tenemos partidos políticos con doctrina y acciones revolucionarias, por ello, precisamente por ello, deberíamos estar a salvo de la confusión y el desorden.

Compañeros Consejeros, compañeros representantes de los Partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional, Auténtico de la Revolución Mexicana y de la Revolución Democrática:

 

El camino se inicia, la tarea es ardua pero en esencia hermosa; los convoco a que reforcemos la lucha y  no precisamente acelerar el paso; en política vale más el paso lento pero seguro y firme, las improvisaciones, tanto como los experimentos jamás han sido, ni serán, elementos cargados de idoneidad; con la firmeza de nuestras convicciones y principios y con el sustento de nuestra moral, caminemos juntos y unidos pues está frente a nosotros un amplio terreno por el que tenemos que transitar cada día con mayor pasión, con mayor entrega y suprema entereza: México, nuestra raíz y máximo compromiso.