Clausura de Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Tercer Año de Ejercicio Constitucional de la LX Legislatura.

 

 Palacio Legislativo de San Lázaro, México, D.F., jueves 30 de abril de 2009.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El jueves 30 de abril de 2008, tuvo lugar la última sesión del Segundo Periodo Ordinario de Sesiones del Tercer Año de Ejercicio Constitucional de la LX Legislatura y, con ello, prácticamente se concluyeron los trabajos legislativos con presencia del pleno de la Cámara de Diputados. Tocará ahora a la Comisión Permanente ser consecuente con su encargo constitucional.

El martes 28 de abril, el Diputado Felipe Díaz Garibay, al igual que sus compañeros del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional, asistió a la penúltima sesión del periodo, en la que se aprobaron importantes dictámenes. Ese día tuvo la oportunidad de compartir con sus compañeros de bancada y de otras en una sesión marcada por la contingencia sanitaria impuesta por las autoridades en miras de la prevención y el control de contagios provocados por al virus A (H1N1) a cuyo pesar, y dado el entorno ya marcado por la despedida, Felipe quiso vivir al máximo cada minuto del día.

Y llegó justo el final, el jueves 30, último día en que estaría reunido el pleno y con cuya sesión concluyen los trabajos legislativos de los periodos ordinarios, en este caso el segundo del Tercer Año de Ejercicio Constitucional de la Legislatura en que Felipe ha representado al Distrito 04 del Estado de Michoacán. Fue una sesión larga, que concluyó pasadas ya las diez de la noche, se aprobaron en ella importantes dictámenes.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cerca de las once de la noche, se encendió el tablero y apareció, en la primera columna de la sección derecha, casi a la mitad, el nombre de Felipe Díaz Garibay, por última vez, como en aquélla mañana del mes de agosto en que tomaran posesión los quinientos diputados de esta legislatura histórica. Ahí quedaron el eco de las voces que se alzaron en la divergencia, ahí las que se unieron para defender grandes causas, ahí el recuerdo de aquél 1º de diciembre de 2006, también los aplausos de la coincidencia y el consenso, las risas de júbilo y la persistencia de esos sueños diurnos de tantos que anhelan con un país diferente. 

Ahí también los afanes de Felipe Díaz Garibay, un diputado que llegó a pulso al triunfo electoral, venciendo obstáculos de propios y extraños y con una campaña que bien pudo colocarlo en todo momento en la preferencia electoral, porque fue una de cara al ciudadano, sencilla, humilde pero intensa pero, sobre todo, hecha con las fuerzas del alma y del corazón.