Discursos

[69] Intervención en el Encuentro de los Cuatro Pueblos Indígenas del Estado de Michoacán 2009 “Los Pueblos Indígenas Frente al Encuentro de dos Mundos”.

 

Museo de los Cuatro Pueblos Indígenas “La Huatapera”, Uruapan, Michoacán, domingo 11 de octubre de 2009.

 

 

Distinguidos miembros del Presidium;

 

Hermanos herederos de las excelsas culturas Purhépecha, Mazahua, Otomí y Nahua;

 

Señoras y señores:

 

Me congratulo enormemente y agradezco a los organizadores de este Encuentro de los Cuatro Pueblos Indígenas del Estado de Michoacán, el haberme considerado como parte del panel que habrá de disertar sobre un tema que en lo personal me apasiona y es así porque éste me constituyó definición vocación, causa personal y bandera de lucha que, vigente hasta hoy, me ha dado reciedumbre y me recuerda reiteradamente todo lo que aún queda pendiente en México.

 

Historia y realidad se entrelazan para definir el sentir del que ahora habla, con una profunda vocación indigenista producto de las propias circunstancias que forjaron mi destino y mi definición doctrinaria, paradigmática, conceptual, ideológica y de mi propia cosmovisión. Y no puedo haber sido de otra forma pues la realidad que tuve frente a mí siendo un adolescente así me lo exigía; conciencia de clase de sí y para sí me impuso esa realidad que tuve frente a mi hace 31 años, cuando me  hice al andar por caminos y veredas dela Meseta Tarascade mi Estado en busca de definir una vocación, de encontrar el camino, de definir mi destino y de cumplir con lo mío; y fue justo aquí, en estas tierras donde convergen la historia y la esencia de una magna cultura; ahí donde Hiripan, Hiquíngare y Tangaxoán fueron consecuentes con el legado de un gran Imperio; ahí donde Eréndira, “La Guerrera”, surcó las páginas de la historia michoacana rompiendo con las estructuras sociales y exaltando la existencia de un pueblo que se resistió por la conservación de la raíz cultural.

 

Aquí mismo empezó la enseñanza, una iniciación y un cumplimiento.

 

Es así que en esa etapa formativa se marcó mi destino trayendo conmigo desde entonces las miradas de sometimiento, desesperanza, explotación y resignación de mis hermanos herederos de la excelsa raza Purhépecha, ellas fueron suficientes para forjar no sólo una vocación, sino también una úlcera de inconformidad y una visión del mundo y de la propia vida; justo aquí, en el corazón de mi tierra, donde la humillación, la pobreza, la  marginación, el abandono y la soez e intolerable burla de la historia han sido dolor callado.

 

Guáscaro, Tarecuato, Ichán, Urén, Zopoco, Huancito, Ahuiran, Pomocuarán,  Sevina y Comachuén, por referir algunos, fueron suficientes para definir vocación, banderas de lucha y la consecución de un proyecto de vida que me llevó a las aulas universitarias, a un partido, al Congreso dela Unióny, gracias al destino, a estar ahora aquí de frente a ustedes.

 

Por ello este Encuentro de los Cuatro Pueblos Indígenas del Estado de Michoacán que bajo el tema, altamente sugerente por cierto, “Los Pueblos Indígenas Frente al Encuentro de Dos Mundos”, se realiza aquí en Uruapan bien me invita, y debe hacerlo con todos los aquí presentes, a reflexionar sobre el pasado y el presente de los pueblos indígenas de nuestro Estado, de México y de América entera.

 

Un pasado que puede describirse, y entenderse también, como uno que ubica a nuestros pueblos hermanos, y me refiero a los originalmente americanos, conocidos con la general designación de indígenas, en una situación de confusión ante un encuentro de dos culturas que ha sido cuestionado época tras época y a raíz de su consecución, bajo la disyuntiva de considerarlo proceso de conquista o invasión sujeta a las condicionantes del actuar de los imperios.

 

Lo cierto es que, hoy, la circunstancia de los pueblos originalmente americanos, tiene un carácter muy específico pues abarca a grupos humanos con culturas y lenguas distintas pero, muy a pesar de algunas voluntades, ello no puede ser considerado como una variable independiente pues se encuentra muy ligada a la problemática social y económica del país. México debe ser entendido como un todo y sin la mutilación de ninguna de sus partes.

 

Preciso es introducirse en la problemática actual del Estado mexicano a través de la historia mediante un breve repaso de cómo se fue ordenando la realidad multicultural en México, siguiendo como criterios de análisis: el concepto que desde el poder se tenía de eso que hoy llamamos México pero que pasó por muchas etapas; las nociones de lo indígena que se fueron dando a lo largo de la historia; las respuestas jurídicas que se daban y, las políticas públicas que se organizaban en torno a lo indígena; la situación de marginación u opresión que vivían los pueblos indígenas a consecuencia de lo anterior; así como las respuestas de los mismos ante esta situación.

 

Señoras y señores, entender la situación de los pueblos indígenas en el México de hoy, debe pasar por el análisis de estas mismas perspectivas interesándonos el pasado en tanto que nos sirva para entender el presente; se trata, entonces, de una búsqueda para entender cómo se ha llegado a la situación actual y a partir de ahí tener más elementos para análisis integrales futuros.

 

Varios tiempos podemos distinguir en el devenir del mundo indígena de México, y en el advenimiento de políticas públicas encaminadas al trabajo en beneficio suyo; todos de gran importancia y determinación en la definición de la actualidad.

 

La llamada “conquista”, que bajo los artífices de la violencia sometió los pueblos indígenas. Esta época está marcada por la negación del indio. El indio debe negarse a sí mismo y “expiar su falta” mientras el europeo le revela su ser. La conquista embate a tres frentes: territorial, corporal y espiritual. El mundo indígena se encontró sometido a una explotación sistemática. El despojo de sus tierras y la voluntad de mantenerse libres, arrojó a muchos grupos hacia regiones inhóspitas distintas de su medio original.

 

La Colonia, que siempre segregó y excluyó a los indígenas, permitiendo prácticas económicas y sociales que llevaron inevitablemente al despojo de sus propiedades y de su libertad individual frente al trabajo. El establecimiento de la diferenciación entre los pueblos sometidos y la sociedad dominante implicaba el contraste racial ya que el orden colonial se basaba en la creencia de la superioridad de la sociedad dominante teniendo como pauta la superioridad de la raza.

 

La Independencia, en cuyo lapso y hasta finales del Siglo XVIII, todavía se percibe un afán de orgullo y superioridad de la hispanidad a la inferioridad indígena aunque cabe destacar que humanistas nacidos en México poco a poco tienen influencia en la educación del país y se empieza a hablar de la sabiduría de los antiguos pueblos de México y tenemos, así, que los indígenas, que durante la conquista y la colonia no participaron en movimientos políticos de amplia dimensión territorial, durante la revolución de independencia participan en grupos numerosos y los líderes de este movimiento enarbolan la cuestión indígena en sus pronunciamientos aunque es preciso dejar claro que muchos intelectuales del México recién independizado en sus propuestas de proyecto nacional no aceptaron a los pueblos indígenas como pueblos con tradiciones distintas a las de los criollos y mestizos y tampoco aceptaron esas tradiciones como parte de la cultura y el patrimonio nacionales. Lamentable fue que el gobierno del México independiente determinara que las culturas indígenas eran inferiores, declarando enemigos de la civilización a los pueblos indios que se resistieron a esta imposición y justificó por ello promover guerras exterminadoras contra estos pueblos.

 

En los primeros años del México independiente no puede hablarse todavía de una política indigenista y aún cuandola Reformaexaltara la glorificación del pasado indígena como antecesor dela Naciónincorporando la utilización de símbolos y monumentos sobre el pasado indígena, las cosas no mejoraron del todo lo que trae como consecuencia que prácticamente durante todo el Siglo XIX se dé una relación violenta entre los pueblos indígenas y el Estado debido, en gran parte, a la divergencia entre el concepto de Estado-Nación de los gobiernos mexicanos y la identidad cultural diferente de los pueblos indígenas.

 

La penuria continúa durante el Porfiriato y, por razones obvias durante el movimiento revolucionario iniciado en 1910.

 

El régimen revolucionario, que se establece en México a raíz del movimiento Constituyente de 1917, se embarca en un “ambicioso programa para “nacionalizar y reorganizar” al pueblo mexicano; pero los pueblos indígenas no fueron invitados a la refundación del Estado mexicano y permanecieron arrinconados en las denominadas “regiones de refugio."

 

Así se impulsa una política de Estado encaminada a la asimilación de las culturas indígenas a la cultura dominante. Se crearon diversas instituciones que se dedicarían a “atender” a los pueblos indígenas con una serie de políticas asistencialistas y proteccionistas dignas de aplicarse a menores de edad o a los no menos fantasiosos renglones escritos en “Alicia en el País de las Maravillas”. Esta serie de políticas fueron diseñadas sin consultar ni tomar en cuenta a los pueblos indígenas; tampoco se hizo para la implementación local de las políticas; hasta aquí las políticas del indigenismo no parten del texto constitucional y tienen solamente una organización de gran relevancia a nivel político administrativo.

 

Así, se fueron creando diversas instituciones para la implementación del indigenismo: en 1921 se creó el Departamento de Educación y Cultura; en 1923 se establecieron las Casas del Pueblo para mejorar la situación de las poblaciones indígenas. En 1932, durante el régimen de Plutarco Elías Calles, se creó el Internado Nacional de Indios; también en 1932 se creó una Estación de Incorporación Indígena en Carapan con la que se buscaba la integración los Purhépechas de esa región a la vida nacional. En 1937 se crea el Departamento de Educación Indígena dependiente dela Secretaríade Educación Pública mismos que en 1938 se convierten en los Centros de Capacitación Económica y pasan a formar parte del Departamento de Asuntos Indígenas creado también en 1938.

 

En 1940 surge el principio de política activa llamado de la “unidad nacional”, el mismo al que Ruiz Cortines y López Portillo llamarían “solidaridad” y López Mateos y Díaz Ordaz “concordia”, sin embargo, de los indígenas se seguía considerando que se encontraban en un “atraso secular” del cual se les debía de sacar, pero solamente.

 

El Departamento de Asuntos Indígenas se transforma en 1944 enla Dirección Generalde Asuntos Indígenas dela Secretaríade Educación Pública y en 1948 se convirtió en el Instituto Nacional Indigenista que, aunque contaba con personalidad jurídica propia, se circunscribió en coordinar las acciones del gobierno en zonas indígenas, pero en realidad acabó desarrollando sus propios programas y proyectos. Como institución que diseñaba e instrumentaba la política gubernamental en materia indígena, se encargó del estudio, investigación, asesoría, difusión y capacitación para promover las medidas para el mejoramiento de los pueblos y comunidades indígenas, así como la coordinación con programas de otras dependencias oficiales en regiones indígenas. El Instituto Nacional Indigenista pone en marcha un plan que consistió en instrumentar un proceso de aculturación que propugnaba por la conformación de una nueva cultura, la cultura mestiza aclaro, que resultaría del contacto de las culturas indígenas y europeas. Las políticas indigenistas implementadas por este Instituto trataban de lograr la integración del indio mediante procesos de cambio inducidos, planificados y controlados desde la política oficial.

 

Y fue, indudablemente, este el aspecto que fraguó su fracaso, pues en tiempos en los que el diseño de las tareas gubernamentales deben pasar ya, evidentemente, por el diseño de políticas públicas consensadas con la sociedad, bajo el esquema de una democracia verdaderamente participativa, cualquier régimen impositivo, además de ser ineficiente e ineficaz, está condenado al fracaso total.

 

Dos décadas antes de su desaparición, el Instituto Nacional Indigenista que encontraba inmerso ya en una fuerte crisis que cuestionaba su existencia; el levantamiento del EZLN no hizo sino hacer aún más patente la crisis del organismo: se dieron varios cambios de director dentro del mismo Instituto, por él pasaron directores de origen indígena pero no siempre con el respaldo legítimo del sector indígena.

 

Las políticas, reglamentos, y modelo institucional hacían del INI una institución obsoleta 54 años después de su creación y después de décadas de crisis, finalmente en mayo de 2003 se reformó el Instituto convirtiéndose enla Comisión Nacionalpara el Desarrollo de los Pueblos Indígenas que tiene entre sus funciones:

 

a)    Ser instancia de consulta para la formulación, ejecución y evaluación de los planes, programas y proyectos que las dependencias y entidades dela Administración PúblicaFederal, estatal y municipal;

b)    Ser interlocutora entre los pueblos y comunidades indígenas y los sectores social y privado;

c)    Proponer y promover las medidas que se requieran para el cumplimiento de lo dispuesto en el apartado B del artículo 2º dela Constitución;

d)    Evaluar las políticas públicas y la aplicación de los programas, proyectos y acciones gubernamentales que conduzcan al desarrollo integral de dichos pueblos y comunidades;

e)    Diseñar y operar, en el marco del Consejo Consultivo dela Comisión, un sistema de consulta y participación indígenas;

f)     Instrumentar y operar programas y acciones para el desarrollo de los pueblos indígenas cuando no correspondan a las atribuciones de otras dependencias o entidades;

g)    Desarrollar programas de capacitación para las dependencias y entidades dela Administración PúblicaFederal, así como para las entidades federativas y municipios que lo soliciten, con el fin de mejorar la atención de las necesidades de los pueblos indígenas;

h)   Establecer acuerdos y convenios de coordinación con los gobiernos de las entidades federativas, con la participación que corresponda a sus municipios, para llevar a cabo programas, proyectos y acciones conjuntas en favor de los pueblos y comunidades indígenas, e

i)     Concertar acciones con los sectores social y privado, para que coadyuven en la realización de acciones en beneficio de los indígenas.

 

La Comisión Nacionalpara el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en su gestación, asiste a un momento histórico caracterizado por la necesidad de contar con una institución que bien debe considerar el sentir de los pueblos indígenas de México; en su nacimiento se formula como una institución de “promoción al desarrollo” con lo profundo y complejo del término y es por esta importante razón, que a seis años de su creación, el Gobierno de México bien se ha preocupado por no mantener dentro de este organismo esa visión de una política asistencialista que se gestiona de arriba hacia abajo y que poco favorece el ejercicio de la libre determinación y la autonomía de los pueblos y comunidades indígenas y la reconstitución de los mismos tal y como queda manifiesto en las fracciones II y VII del artículo 2º dela Leyque crea esta institución.

 

Las políticas públicas encaminadas a la atención de los pueblos indígenas, señoras y señores, hermanos indígenas, llevan consigo el enorme reto de convertirse en el camino para la reconstitución de los pueblos indígenas de México después de décadas de tutelaje gubernamental; por ello, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, propuesto por el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, va con todo en la atención de la realidad indígena de nuestro país. Del objetivo general que es “Incorporar plenamente a los pueblos y a las comunidades indígenas al desarrollo económico, social y cultural del país con respeto a sus tradiciones históricas y enriqueciendo con su patrimonio cultural a toda la sociedad” se desprenden  siete estrategias de gran trascendencia, cito:

 

a)    Constituir la atención a los indígenas en un objetivo estratégico transversal para todala AdministraciónPúblicaFederal;

b)    Consolidar los mecanismos de coordinación entre el Gobierno Federal, los gobiernos estatales y municipales, las autoridades y las organizaciones indígenas en el diseño y operación de los programas dirigidos al desarrollo de los pueblos y comunidades indígenas;

c)    Fomentar el aprovechamiento del excepcional patrimonio cultural y natural de los pueblos indígenas para promover su desarrollo económico;

d)    Focalizar acciones e instrumentar programas a efecto de abatir los principales rezagos sociales que tiene la población indígena con respecto al resto de la sociedad: alimentación, salud y educación;

e)    Fortalecer sustancialmente la infraestructura básica en las regiones indígenas;

f)     Garantizar el acceso pleno de los pueblos y comunidades indígenas a la jurisdicción del Estado, y

g)    Promover y apoyar las manifestaciones de las culturas indígenas, así como su estudio, difusión y divulgación.

 

Enorme es el reto que enfrenta el Gobierno de México en la atención a la problemática de los Pueblos Indígenas en momentos en que el movimiento indígena de México y América entera tiene muy claro que el llamado “Encuentro de Dos Mundos” en nada mejoró su condición humana y que éste constituyó solamente un instrumento de dominio y de implantación de hegemonías, de control y de reparto del mundo

 

Hay quienes argumentan que entre el discurso y la práctica de las políticas públicas hay un gran abismo. Por un lado, se reconoce la necesidad de un diálogo, y por otro, se plantean actividades gubernamentales unilaterales ajenas al diálogo que nada tienen que ver con el mismo. Además que se insiste en las estrategias comunes con los gobiernos estatales para mejorar el nivel de vida de la población indígena, sin tomar en cuenta la consulta, participación y reconocimiento de los pueblos indígenas.

 

Sin embargo, preciso es dejar claro que el camino desde el campo legislativo se viene construyendo con la asistencia de todas las posiciones ideológicas manifiestas en la vida parlamentaria; hoy se aprecia, innegablemente, una mejoría en el discurso, y empieza a quedar clara una preocupación de que éste se traduzca en un efectivo respeto por la diversidad indígena y los derechos que a los pueblos indígenas les corresponden.

 

El reconocimiento de los pueblos indígenas como integrante en la conformación de nuestro país fue más bien tardío. Tuvieron que pasar 171 años de vida independiente para que nuestra Constitución hiciera la tímida mención expresa de que a México lo conformaban también pueblos indígenas, no obstante que los pueblos indígenas eran parte del sector más desposeído durante la etapa del México independiente esa situación no cambió tras la declaración de independencia, aún cuando los mismos fueron actores indispensables en la consolidación de esta lucha.

 

Aunque nuestra Carta Fundamental fue una de las primeras en el mundo en incorporar en su seno una visión social con la inclusión de las entonces denominadas garantías individuales, con la regulación constitucional del ejido y la propiedad comunal y la incorporación de la educación pública y gratuita, ni éstos ni otros lineamientos de contenido avanzado que rescató y ha incorporado nuestra Constitución han sido suficientes para contrarrestar la situación de alta marginalidad social en que se hayan sumidos los pueblos indígenas de México, incluso después de la reforma de 1992 que si bien reconoció la existencia de la población indígena, no implicó más que una modificación de contenido simbólico que no añadió ni siquiera sustanciales bases programáticas que pudieran anunciar transformaciones de índole mayor.

 

La reforma 2001, aunque más amplia que su antecesora, no ha representado una base óptima para propiciar los cambios que los pueblos indígenas requieren y demandan, aún hoy en los Estadosla República Mexicanacon mayor índice de población indígena coinciden los más altos índices de marginalidad, y me refiero a Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Veracruz e Hidalgo, con un nivel muy alto. Semejantes cifras reportan serias brechas en el cumplimiento y garantías de los derechos fundamentales en México, pero más aún, implican una seria limitación en el avance democrático de nuestro país. De modo tal que trabajar en la confección de un marco jurídico constitucional que propicie y vigile la construcción de una realidad nacional que proteja y expanda los derechos fundamentales, será un marco que paralelamente esté tributando en la democratización de México.

 

Los trabajos en que se ha encontrado inmerso el grueso del quehacer legislativo a lo largo del último año en el marco de la llamada Reforma del Estado son un inmemorable escenario para realizar los ajustes pertinentes en materia de derechos de los pueblos indígenas, no sólo por las razones anteriormente señaladas, sino porque ello representaría el cumplimiento por parte de nuestro país, de compromisos asumidos internacionalmente en materia de derechos de esta colectividad.

 

En este sentido,la LX Legislatura, a la que pertenecí, actuó en una coyuntura tal que  tuvo la posibilidad histórica de atender esta gran demanda social con los pueblos indígenas y por extensión con el resto de la sociedad mexicana, así como el de posicionarse en el contexto internacional como una Nación defensora de las comunidades indígenas.

 

Se intentó aterrizar el tema desde la visión de la propia Reforma del Estado, para cuyo fin se aprobó una Ley Transitoria con vigencia de un año que daría los resultados y los presentaría en un informe exhaustivo en junio de 2008.

 

En abril del 2007,la Leyparala Reformadel Estado abrió un nuevo horizonte político en la vida democrática del país. Los principales actores coincidieron en avanzar hacia una nueva constitucionalidad. Sin embargo llegó el desencanto y en abril del 2008, los resultados alcanzados con esta Ley fueron insuficientes e insatisfactorios. El diálogo político nacional quedó trunco y la aspiración de alcanzar la inclusión social quedó como una meta inalcanzable. Muchas voces y propuestas quedaron excluidas y una gran parte del país quedó desencantada y es que el esquema propuesto para esta Reforma pasó de lado la importante relación Estado-ciudadano y con toda certeza el motivo del desencanto se fincó en el hecho de que contempló como asuntos prioritarios los temas políticos y electorales que, a la consideración de no pocos, con un enfoque prospectivo a la elección del 2012.

 

En el marco dela Reformadel Estado, era imprescindible llevar a cabo la tarea inconclusa de las anteriores Reformas Constitucionales de 1992 y 2001, era imprescindible producir los cambios constitucionales y legales que puedan normar el diseño institucional de los poderes en nuestro país, así como los equilibrios necesarios para crear un sistema político y administrativo que garantice un Estado de Derecho de igualdad social, económica y política para los pueblos indígenas.

 

En este perfeccionamiento de la norma, en 1992, el Constituyente Permanente reformó el Articulo 4º Constitucional a fin de consagrar la naturaleza pluricultural dela Nación, sustentada en la diversidad originaria de los pueblos indígenas, para garantizar el acceso de los indígenas, en condiciones de igualdad, a la jurisdicción del Estado y llevar a cabo los esfuerzos adicionales que promovieran su pleno desarrollo.

 

En el 2001, se aprobóla ReformaConstitucionalal Artículo 2º también de nuestra Carta Magna en materia de Derechos y Cultura Indígena, que reitera la composición pluricultural dela Nacióny contempla derechos indígenas; sin embargo estas dos reformas han sido insuficientes; no han alcanzado la fuerza suficiente para responder a las demandas de los pueblos indígenas, ni para alentar los cambios necesarios en las legislaciones federal y locales, ni en la actuación de las instituciones públicas frente a los pueblos y las comunidades indígenas.

 

A partir de estas reformas, se han realizado un sinnúmero de Foros de Consulta en los cuales se han expresado todas las posiciones, se han reflejado todas las opiniones, se han escuchado los agravios y los reclamos en que los propios indígenas fincan sus demandas. En ese debate emerge con fuerza y nitidez la diversidad de puntos de vista acerca de la situación de los pueblos indígenas y la vigorosa pluralidad de perspectivas que la integran. También emergieron con claridad la necesidad y la voluntad de actuar para enfrentar, sin dilación, los problemas y las restricciones que afectan a las comunidades indígenas.

 

Señoras y señores, hermanos de los Cuatro Pueblos Indígenas de Michoacán:

 

Es indudable que los pueblos indígenas siguen luchando por el reconocimiento de sus derechos plenos consagrados enla CartaMagna; en diversos documentos, proclamas y declaraciones de los pueblos indígenas y sus organizaciones se ha dicho que es necesario avanzar haciala Refundacióndel Estado Mexicano pero con su propuesta viva.

 

El tema indígena se ofrece como uno que habrá de ser polémico todavía en los años futuros y será así porque los pueblos indígenas no sólo perciben que se diluyen en el proceso de globalización del planeta sino que parece que ya no son prioridad en los discursos de los partidos políticos.

 

En América, el  movimiento indígena parece empezar a dispersarse y desorganizarse, sin posibilidades en el corto plazo de erigirse en un actor social unificado y fuerte, capaz de poder insertarse en las nuevas coyunturas para tratar de incidir con su propia agenda y no la que les es impuesta por quienes buscan subyugarlos.

 

Los pueblos indígenas no pueden ser solamente carnada electoral; el indígena es un ser digno y por ende libre; en efecto, el indigenismo es institución, ideología, etnología, sociología rural, movimiento y doctrina social, no es modo de vida aislado producto de un vasallaje impuesto por costumbres provenientes de más allá de nuestras fronteras; tampoco es un momento histórico producto de sus propias circunstancias; el indigenismo es presencia intemporal, porque es tiempo y espacio vigente.

 

Los pueblos originalmente americanos viven bajo un pacto forzado que, históricamente, no se ha tenido el coraje y la determinación de superar. La esperada “nueva civilización” producto del “encuentro de dos mundos”, nunca se dio y la conformación de una verdadera sociedad pluriétnica y multicultural ha sido negada, sistemáticamente, en todas las Américas, bajo una relación con los pueblos indios que se mantiene, hasta nuestros días, en términos de injusticia y desigualdad.

 

Hoy, los indígenas mexicanos deben ver de frente, porque deben saberse mexicanos de primera, porque deben asumir plenamente su libertad individual y su libertad personal; pero, sobre todo, asumir con toda entereza y con el suficiente valor, la inviolable integridad de su naturaleza humana y la grandeza de sus legados aún en tiempos en que cuesta trabajo ver los ojos del mundo cargados de tanta maldad y tanto egoísmo, de tanta desigualdad y tanta injusticia, de tanta mentira y tanto dolor y desesperanza porque la democracia ya no dice tanto, es mas ya no dice nada a los desprotegidos y a los que menos tienen.

 

Quien tenga oídos que oiga.