Discursos

[62] Intervención en la Ceremonia de Graduación de la Segunda Generación de Egresados de la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad Univer, Campus Sahuayo, Michoacán.

 

Salón “El Cortijo”, Sahuayo, Michoacán, México, viernes 23 de enero de 2009.

 

 

Con la venia de la distinguida concurrencia.

 

Honorable Presidium;

 

Apreciables alumnos universitarios;

 

Medios de comunicación:

 

El valor de la educación se encuentra intrínsecamente ligado con la idea de proponer un modelo de persona, ser humano y sociedad en su conjunto.

 

Es tarea de un sistema educativo establecer bases claras, definir hacia dónde debe orientar sus esfuerzos para formar un tipo de ciudadano en congruencia con una sociedad capaz de responder a los grandes retos nacionales, evitando soluciones temporales que solamente sean capaces de navegar entre coyunturas, limitando respuestas efectivas y coherentes para el presente y futuro de cualquier país.

 

La educación se sujeta a múltiples demandas, voces y actores distintos, acotados por políticas públicas contrapuestas.

 

En este contexto, ustedes jóvenes pedagogos que egresan de este sistema educativo, tienen el deber de confrontarse día a día con la realidad y responder una larga cadena de preguntas, en cuyo caso las respuestas implicarán trabajo arduo, compromiso ético y al final, no tengan duda, muchas satisfacciones.

 

La educación es un empeño humano y es, sin duda, el más humanizador de todos; es el medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante para la adquisición de conocimientos y para formar a la mujer y al hombre de manera tal, que tengan sentido de solidaridad social; es, en conclusión la única forma de lograr que nuestros hijos guarden incólumes las conquistas que para ellos logremos pues ella, la educación insisto, nos ilustra en el civismo y en el amor a todas nuestras libertades.

 

No existe, entonces, tarea capaz de haber transformado a la humanidad a su estado de desarrollo actual fuera de un proceso educativo y de formación cultural definida en diversos sentidos: primero de individuo, después de la colectividad transformada en nación.

 

Por ello, de hoy en adelante, todos ustedes, ahora pasantes egresados de sus respectivas licenciaturas, tienen el enorme compromiso de cumplir con los objetivos sociales que el proceso formativo que han recibido aquí durante cuatro años les ha impuesto.

 

Pero más especial es el compromiso que la educación tiene asignado a los pedagogos  pues de ellos depende el cumplimiento de los objetivos de esta magna tarea, los fines que debe cumplir y hacia donde debe, efectivamente, orientar sus acciones.

 

Ya señalaba que muchas son las grandes preguntas que deben a partir de este momento empezar a responder, cito:

 

¿Debe la educación preparar solo competidores aptos para el mercado laboral o debemos provocar la formación de mujeres y hombres íntegros?

 

¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo o la cohesión social?

 

¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo?

 

¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador?

 

¿Reproducirá el orden existente o lo reformará?

 

¿Es una obligación educar a todo el mundo de igual modo o debe haber diferentes tipos de educación, según la población a que se dirijan?

 

Cuando el número de preguntas y su radicalidad nos muevan hacia una considerable cantidad de respuestas, resultará útil acudir a la filosofía. No tanto en un afán de poner remedio al desconcierto, sino para utilizar  éste a favor del pensamiento: hacernos intelectualmente dignos de nuestras perplejidades es la única vía para empezar a superarlas.

 

Excelsa es, entonces, la historia de la educación en México, lo que es razón suficiente para retomar el proceso de manera permanente en ese rediseño y reconstrucción social que el país necesita.

 

La educación pública mexicana nace con el liberalismo. Las leyes de octubre de 1833 expedidas por Gómez Farias marcan su inicio, al declarar la libre enseñanza y definir por primera vez, en el México recientemente independizado, la competencia del Estado respecto a la educación.

 

Las corrientes liberales llevarían más adelante a su plena madurez enla Constituciónde 1857, en las Leyes de Reforma y particularmentela Leyde Lerdo de 1874, en la que se establece el laicismo en la educación primaria.  A partir del triunfo dela Repúblicasobre las fuerzas invasoras en 1867 la política educativa del Estado Mexicano se enlazó indisolublemente con la idea de progreso.

 

En el año de 1917 se promulgala Constitución Políticade los Estados Unidos Mexicanos, quedando claramente establecido en el artículo tercero, la legalización de la libre enseñanza y la responsabilidad del Estado frente a la instrucción pública, lo que derivaría más adelante, en 1921, en la creación de la Secretaría de Educación Pública, teniendo como primer secretario a José Vasconcelos Calderón.

 

La Constitución mexicana es rica en postulados filosóficos, en principios educativos de orden general que son ejemplares y motivo de orgullo para la nación.

 

El Artículo Tercero de nuestra Carta Magna establece que la educación que imparta el Estado Mexicano tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, inculcar en él el amor a la patria y fomentar la solidaridad internacional; deberá asimismo basarse en el progreso científico, ser una educación democrática, nacional. La misma Constitución determina que la escuela mexicana debe acrecentar la cultura, contribuir para una mejor convivencia, reproducir ideales de fraternidad e igualdad. Combatir la ignorancia, las servidumbres, los fanatismos de todo tipo, los privilegios de razas géneros o individuos.

 

Así, en la década de los 30’s se acentuó el desarrollo de las habilidades técnicas y la adquisición de ciertos rasgos necesarios para el trabajo productivo, las nociones de belleza y facultades creativas, si bien no se abandonaron, sí fueron concentradas en las escuelas de arte.

 

Que podemos decir de las décadas de los 40’s a los 80’s. En 1940, se celebra el Primer Congreso Indigenista en Pátzcuaro, Michoacán.

 

En 1950, se establece legalmentela Asociación Nacionalde Universidades e  Instituciones de Educación Superior.

 

Una década después, se inicia la aplicación del Plan de Once Años, encabezado por Jaime Torres Bodet, momento en el cual la cobertura en educación básica alcanza cifras memorables.

 

A partir de la década de los 80’s y en adelante, se generan diversas disposiciones relativas a la modernización de la educación, observando un particular interés en lo relativo a la profesionalización del magisterio.

 

Este es el contexto general en el que se firmala Alianzaporla Calidaddela Educación, cuya pretensión  es lograr la modernización de los centros escolares; profesionalización de los maestros y de las autoridades educativas; bienestar y desarrollo integral de los alumnos; formación integral de los alumnos para la vida y el trabajo; evaluar para mejorar.

 

Qué importante es entonces hacer notar el enorme trabajo filosófico y técnico de que deben disponer ustedes como pedagogos. La filosofía de la educación nos llevará siempre, por el camino de la aspiración y el deber ser de la educación, a encontrar las mejores respuestas y tomar las mejores decisiones.

 

Enorme es entonces su compromiso con México pero, fundamentalmente con su conciencia.

 

Enorme será en la consecución de esos enormes fines que implica un proceso educativo integral, de calidad sí, pero de cara al pueblo de México y no a las corruptelas sindicales trazadas en la nefasta línea del liderazgo dictatorial o la monarquía electiva.

 

Las personas y las naciones se forjan a través de su historia y del análisis y comprensión que de ésta tienen. Conocer al hombre y su medio, permite una mejor integración de su propia personalidad, propiciando una toma de decisiones responsable e informada. El pasado y la prospectiva de un país iluminan la comprensión del presente y ayudan a reflexionar sobre el futuro mediato e inmediato.

 

El desarrollo de las instituciones se basa principalmente en el hecho de privilegiar la satisfacción de las necesidades de la sociedad en su conjunto. Los aportes de la pedagogía, considerada como uno de los pilares de las ciencias sociales, desde el siglo XIX, son innegables.

 

A pesar de los múltiples debates en el campo de la epistemología, sobre la cientificidad de la pedagogía, ha quedado demostrado que al establecer los límites que la misma ciencia permite,  claramente se identifica como su objeto de estudio, al hecho educativo, a la educación.

 

El pedagogo debe ser el profesional que maneje con maestría el conocimiento y la teoría pedagógica para el análisis, reflexión, comprensión, y solución de todos y cada uno de los problemas que la educación y el sistema educativo enfrenta en nuestro país, que son tan variados y complicados como en los casos que he reseñado anteriormente y que ustedes como parte de su formación y práctica pedagógica seguramente conocen mejor que yo.

 

Jóvenes mexicanos, jóvenes michoacanos, pedagogos:

 

No puedo estar más honrado con la distinción de haberme invitado a este acto tan importante para sus vidas. Compartir con ustedes el orgullo de ser universitarios, compartir el sueño de hacer de México un país generoso, libre, seguro, culto, educado.

 

Suscribo las palabras de ese mexicano notable, Don Samuel Ramos, que palabras más o menos, recuerdo que señalaba que: la verdadera reforma educativa, la que llega hasta el fondo de la cultura nacional, esta por hacerse. Tal educación no podrá ser puramente espiritual pero tampoco exclusivamente material, ni solo orientada en el sentido de la técnica, ni solo en el de la cultura del espíritu. Más bien, se debe orientar a formar mujeres y hombres en el sentido integral de la palabra.

 

El panorama en materia educativa es desalentador; la mayor parte de los indicadores nos señalan las deficiencias de un sistema educativo mexicano, separado paulatinamente de las exigencias del desarrollo nacional, que ha dejado de ser el principal instrumento para la movilidad social y la mejoría económica, es decir, un instrumento de igualdad y de justicia.

 

A partir de hoy, ustedes, pedagogos recién egresados, deberán enfrentar el sombrío panorama que enfrenta la educación, enfrentando cinco desafíos fundamentales:

 

El desafío de la equidad, que Implica modificar las pautas de asignación de los recursos educativos, buscando que las oportunidades de educación se distribuyan con mayor equidad entre grupos de ingresos, entidades federativas, regiones y el medio rural y urbano. Requiere asimismo, preparar a los maestros para atender eficazmente a los alumnos y para ustedes, pedagogos, implicará el replanteamiento de nuevas bases conceptuales y metodológicas para la atención al rezago de adultos iletrados.

 

El desafío de la calidad para mejorar el proceso de aprendizaje, que se hace urgente para examinar a fondo la formación normalista, los mecanismos de actualización y promoción  de los maestros en ejercicio, así como  las prácticas de supervisión; evaluar el funcionamiento del sistema escolar asegurando la relevancia de los contenidos educativos y procurando la sistematización de la evaluación.

 

El desafío del financiamiento, para que la profesión docente recupere sus niveles de remuneración, que se restablezcan los proyectos de experimentación e investigación, y desde luego, insistir en la necesidad de incrementar el gasto público en educación.

 

El desafío de la productividad, el empleo y la revolución científico tecnológica, que consiste en estar a la altura de los requerimientos que plantean los procesos productivos, sujetos a los constantes avances tecnológicos en el contexto de una economía globalizada.

 

El desafío de la participación social, que trata de establecer los mecanismos que promuevan la articulación de la sociedad civil, a través de la participación orgánica de sus diversos sectores, como lo exige el proceso de creciente democratización  en que estamos empeñados.

 

El desafío, en conclusión, de ser consecuentes con la democracia; de educar para dar origen a las nuevas generaciones de mexicanos; y me refiero a aquéllos ciudadanos capaces de entender la profunda connotación de la vida en sociedad, de la tolerancia, del civismo, y de visualizar al mundo en la máxima de sus expresiones: un mundo en libertad y en total justicia.

 

Sólo así habremos sido consecuentes con nuestro afán de educar, sólo así lo habremos sido con esta magna tarea capaz de hacer posibles las nuevas formas de creer y, por ende, las nuevas formas de actuar.

 

Sólo así habremos podido justificar nuestra existencia ante los ojos de Dios y de nuestra propia conciencia.