[51] Intervención en la inauguración de la Muestra Pictórica “Cronología del sentir de una mujer”, de la Maestra Paloma Zárate, en las instalaciones de la Oficina de Enlace Ciudadano de la ciudad de Sahuayo, Michoacán.
Sahuayo, Michoacán, México, sábado 13 de octubre de 2007.
Apreciable y distinguida concurrencia:
Es una verdadera fortuna poder compartir, en este espacio dedicado especialmente a la atención de la ciudadanía de este Distrito, un momento como este; convertir, dentro de la azarosa vida que nos ha tocado vivir, colmada de sinsabores, divergencias, traiciones, egoísmos y deslealtad, el espacio diario de labores en un remanso que nos permita reecontrarnos con nuestras esencias y con el profundo misterio del arte, con la magia de lo diferente.
Señoras y señores, amigos todos, doy a ustedes la más cordial bienvenida a este evento que, en lo personal, me significa mucho en virtud del concepto que tengo de la cultura y del compromiso que, por siempre he tenido con ella.
A través de nuestro programa “Manos en Acción” que busca ser consecuente con los objetivos trazados para este Cuarto Distrito dentro del Sistema de Enlace Ciudadano del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional dela LXLegislaturadel H. Congreso dela Unión, y con la consigna “Preservando Nuestros Valores Culturales”, presentamos la última muestra durante este año, en aras de promover esos valores que han permanecido en el escondite del anonimato y que bien vale la pena mostrar al público, a la ciudadanía, a ustedes entonces, para que conozcan su trabajo y el producto de su legítima dedicación.
Hoy, en el contexto de este esfuerzo, presentamos a ustedes el trabajo de una excepcional pintora, de una mujer que ha sido producto de sus propias circunstancias, de una mujer que ha sabido expresar a través del pincel y el color, y de la palabra escrita, un sentir y una visión del mundo, de su propio mundo diría yo, caracterizado por esa lucha incesante que sostienen los genios por perpetuarse y por trascender.
Paloma Zárate, mujer moreliana, michoacana al fin, hace gala de esa sensibilidad artística que caracteriza a nuestra gente; ideas y color se entrelazan en un proceso artístico que bien refleja la percepción de una realidad y una experiencia de vida; que bien proyecta no solo un sentir sino también una propuesta.
Eso mismo es el arte en cualesquiera de sus manifestaciones, es sentir y propuesta, pero también es dejar un poco de nuestro mundo interno en cada pincelada, en cada palabra, en cada nota, en cada movimiento corporal, también es morir un poco porque en ellos va parte de nuestra misma esencia.
Arte y vida, vida y arte, dolor y magia, magia y dolor, paz y guerra, guerra y paz, eso mismo es la vida. Esa es la forma en que en lo personal la concibo, la entiendo y vivo, y no podría ser de otra forma porque al igual que Paloma, al igual que mi primer maestro de pintura aquí presente, Don Jorge Martínez Villaseñor, he aprendido a dejar lo mío en el lienzo, a morir despacio, a amar en silencio, a abandonarlo todo en el momento mismo de dar la forma, a recobrar los sentidos al ver la obra culminada y ver el resultado de lo que me ha dictado mi mundo interno y esa vocecita interior que me representa mi gurú ficticio manifestada en inspiración.
Doble razón para celebrar esta muestra pictórica, primero, porque amo el arte, segundo por tratarse de un ser talentoso que como mujer, y al igual que todas las mujeres, merece todo mi respeto y consideración.
“La mujer no nace, se hace”, decía Simone de Beauvoir, mujer talentosa como suelen ser todas las mujeres; intensa emotiva, sensible, como suelen ser todas las mujeres; de espíritu generoso y alma inquebrantable como son todas las mujeres.
Como todas estas mujeres que alcanzo a ver aquí esta tarde, como las mujeres que me han acompañado toda mi vida, como la mujer a quien le debo mi existencia, como las mujeres de mi familia, como las grandes mujeres de esta ciudad, de Michoacán, las mexicanas todas, las mujeres con quienes comparto, las que me escuchan, me cuidan, me quieren; como las mujeres compañeras de mi Legislatura, como las que me enseñaron en las aulas, como esa mujer que me acompaño durante treinta y cinco años de mi vida y me enseño que incluso la muerte misma es enseñanza y que me enseño a guerrear contra el mundo injusto, contra el mundo carente de libertad, contra el mundo insensible, contra el mundo egoísta, contra el mundo oprimido, contra el mundo hipócrita e insensible que se obstina en ser rico en lugar de ser felíz.
Que me enseñó, incluso, a amar la paz y hacer la guerra a la guerra misma.
Decir que la mujer no nace sino se hace, es una forma de hacer notar que la condición femenina no es sólo un efecto del azar biológico, sino, sobre todo, una consecuencia de la socialización de las mujeres y de un largo, complejo y eficaz aprendizaje social, que tiene lugar en todos los ámbitos de su vida cotidiana.
Somos hombres o mujeres no sólo porque tengamos un sexo distinto, sino también, y sobre todo, porque aprendemos a ser hombres y a ser mujeres de una determinada manera.
Por ello, rindo esta tarde un homenaje muy especial, un humilde homenaje, desde aquí, desde Sahuayo, a todas las mujeres del mundo.
Cuando el dolor se hace color, cuando la represión se hace poesía, cuando el sufrimiento, lejos de la resignación, se convierte en enseñanza, cuando la vida misma, aunque dura pero hermosa, nos hace ser testigos y actores de nuestra propia historia. Aprendemos a ser hombres y a ser mujeres. Aprendemos a ser seres cabales amantes de la justicia y la libertad; aprendemos a ser defensores de la vida.
Eso es también el arte, eso son también las manifestaciones artísticas que hoy tenemos la oportunidad de apreciar y disfrutar aquí en esta su Casa de Enlace Ciudadano a través de las manifestaciones de Doña Paloma Zárate, de la maestra Griselda Núñez Espinoza, del Maestro Fernando Boris y de mi eficiente colaboradora Lourdes Navarrete.
Sean ustedes bienvenidos, y que lo disfruten enormemente.
Que Dios los bendiga por siempre.♦