Discursos

[44] Intervención en la Consulta Pública sobre la Reforma del Estado.

 

Salón de recepciones del H. congreso del Estado de Michoacán, miércoles 11 de julio de 2007.

 

 

LA REFORMA DEL ESTADO. VISION PROSPECTIVA

 

Señores Diputados, académicos, analistas, medios de comunicación, señoras y señores:

 

Compatibilizar democracia y desarrollo por vías pacíficas, no ha sido la constante en la historia reciente de varias decenas de países del mundo. Hoy, las tensiones entre Estado y ciudadanía son la moneda corriente en las noticias reproducidas por los diversos medios de comunicación. En muchos de los casos nos encontramos ante conflictos de carácter coyuntural, es decir, las manifestaciones de descontento por las crecientes dificultades presentes en la vida cotidiana se atribuyen ya a una ineficiente gestión gubernamental y, obvio es, al mal funcionamiento de la estructura estatal que marca día a día grandes disidencias.

 

Por ello, precisamente por ello, a lo largo de los últimos años, la visión que ocupa todas las mentes  dentro y fuera del escenario político es, sin duda alguna, la de la búsqueda de los medios y vías tales que permitan mejorar la situación de las naciones del orbe de una forma rápida y congruente; hoy parece que el único acuerdo entre todas las partes converge en la necesidad de una reforma integral para del Estado, esto sin duda atendiendo a que una de las mayores paradojas contemporáneas reside en el hecho de que los gobiernos han visto disminuida su capacidad para forjar el destino de sus naciones.

 

En un sentido amplio, el Estado representa, dirige y regula la vida de la sociedad, asimismo, es el encargado de garantizar la satisfacción de sus necesidades públicas, así como facilitar y vigilar el adecuado suministro de los bienes privados y públicos. Ese fue el cometido cuando vino a suplir a las fratrías, las tribus y los clanes y dar paso a modos de producción distintos discutidos indudablemente desde diversas vertientes conceptuales que recaen en un conflicto de verdades que solo convencen que estamos inmersos en la relatividad de las creencias.

 

Relatividad de las verdades conocidas versus relatividad de las creencias, será la variable imperecedera, el paradigma inevitable con el que el hombre caminará a través de los tiempos en esa ansiedad de conocerse a sí mismo.

 

Así, en ese marisma de ideas, convicciones, intereses y hegemonías, el concepto de Estado ha marcado la esencia del pensamiento político a través de los tiempos; ha sido la esencia de la discusión dela Ciencia Políticay también la pauta en un manejo del mundo que ampara grandes equivocaciones y desvaríos: hegemonías, sometimientos cubiertos por el velo de la conquista, procesos, formas y reformas, coincidencias, divergencias, aciertos, desaciertos y discusiones que han pretendido esclarecer los sentidos de las formas de gobernar.

 

De San Agustín y Santo Tomás de Aquino a Georges Burdeaux y Norberto Bobbio, pasando por Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin, el Estado ha sido el eje sobre el que gira, prácticamente, la visión sobre todo lo político; grandes pruebas ha tenido que enfrentar y la ineficacia que hoy observa es producto de ese funcionamiento que lo ha alejado, en demasía ya, del hombre mismo; el Estado es hoy, una estructura que se le ha escapado a los ciudadanos por lo que resulta exigible que éste sea ya recuperado por ellos.

 

La magnitud de estos retos hace indispensable retomar una actitud política de apertura, alejada de los estériles dogmatismos y cerrazones, ella representa el escenario obligado donde el tema dela Reformadel Estado es un asunto nodal, porque ésta representa, fundamentalmente, el replanteamiento de su funcionamiento.

 

Hoy es necesario entender que el aparato estatal debe ser ante todo un apoyo y no una carga para la sociedad, que un Estado minimizado, sin claridad en sus responsabilidades, sin la capacidad material suficiente o sin el sustento de instituciones fortalecidas, de poco sirve para promover la actividad productiva y contribuir en el objetivo estratégico de avanzar hacia estadios distintos caracterizados por un desarrollo verdaderamente sustentable.

 

De ahí que un país sin instituciones fuertes o minadas, es un país a la deriva. Por ello, hoy, menos que nunca, ya no hay cabida para Estados populistas, paternalistas o interventores. La vieja visión del Estado Benefactor ha demostrado inoperabilidad y ser un modelo altamente contrastante.

 

Los nuevos tiempos reclaman Estados modernos, delgados pero eficientes y con capacidad política para atender las demandas de una sociedad mejor informada, pero también dispuesta a incorporarse a las tareas transformadoras del país; y para generar los consensos necesarios que permitan avanzar en unidad, corresponsabilidad y compromiso, bajo una perspectiva de complementariedad. Es el perfil de un Estado a la que aspira una sociedad más plural y tolerante como la mexicana.

 

Hoy nos encontramos ante la enorme necesidad de un Estado ágil, moderno, competitivo, eficaz y con claridad de sus responsabilidades y áreas de competencia en el cumplimiento de sus tareas indelegables que le dan contenido a su existencia y que permita restituir, por sobre todas las cosas, la confianza de la sociedad en sus instituciones. Requerimos entonces de un Estado a la altura de nuestras circunstancias y de los tiempos de cambio que se viven en el ámbito nacional e internacional.

 

En este tenor, es necesaria una reforma integral del Estado, y eso es un hecho, sin embargo, esta debe ser con perspectiva a largo plazo, que permita mejorar y fortalecer la vida de nuestras instituciones, analizar nuestro desarrollo económico y social, reestructurar los modelos de gobierno y consolidar el sano equilibrio de poderes, en un auténtico juego de pesos y contrapesos, sin sobredimensionamiento de los derechos y responsabilidades de los Poderes dela Unióny con pleno respeto a sus ámbitos de competencia de cada uno hacia los demás.

 

Debemos considerar un esquema de reforma que nos dure muchos más años que los que corresponden a una sola elección, por ello este proceso debe considerar algo mas duradero que una gestión partidista y mayor a cualquier desigualdad de mística o rumbos entre quienes conformamos el escenario político vigente. Necesitamos una Reforma del Estado que se garantice a sí misma una duración tan amplia como para traer consigo el desarrollo interno de las naciones; que presuponga el rediseño social y conlleve la equidad y el reparto igualitario de las riquezas nacionales.

 

El concepto de Reforma del Estado es tan amplio como para incluir una gran cantidad de temas que lo hagan un proceso íntegro y no solamente prosa u ocurrencia efímera, que cuente con una estructura que garantice su funcionamiento y aplicación lo suficientemente sólida como para garantizar su duración por una temporalidad muy superior a la de un proceso electoral o un régimen de gobierno. 

 

En este sentido el proceso de reforma del Estado, para el caso concreto de nuestro país, debe considerar, fundamentalmente, cuatro grandes visiones:

 

La institucional o política, para perfeccionar los mecanismos de gobierno y legitimación democrática, a la vez que preservar la unidad nacional y fortalecer la cohesión social en condiciones de estabilidad y una visión distinta de la gobernabilidad democrática. Resulta indispensable realizar una revisión concienzuda de nuestro régimen de partidos políticos que cumpla a cabalidad con las aspiraciones de legitimidad y representatividad de la sociedad y consolidar un sistema electoral que acreciente la confianza en los órganos de representación política y supere los conflictos postelectorales.

 

La administrativa, para mejorar la capacidad de gestión integral de políticas públicas y avanzar en la eficiencia y eficacia de la función pública para responder a las expectativas de una sociedad más demandante y cumplir adecuadamente con sus tareas indelegables. No es viable un Estado que conserva una administración pública tradicional, en la cual la ciudadanía no confía, que considera ineficiente, corrupta y sustancialmente desvinculada de los  problemas sociales. Pese a los notables cambios experimentados en el sector público, se considera que se mantiene una administración pública tradicional, cuyo rasgo central es su alejamiento de la sociedad. Hoy por hoy, la esencia de toda Reforma del Estado debe suponer el rescate de éste por parte del ciudadano.

 

La económica, para asegurar la apertura para el crecimiento y el equilibrio macroeconómico y establecer con claridad el alcance de la participación del Estado en la actividad económica, así como de su acción reguladora y orientadora de las fuerzas del mercado, asegurando, por una parte, un desarrollo sostenido, equitativo y equilibrado; y, por otra, una mayor capacidad competitiva de nuestro aparato productivo, frente a los retos de la competencia internacional.

 

La social, dirigida a reencauzar el gasto social con efectividad en la lucha contra las inequidades sociales y a fortalecer la capacidad estatal para generar oportunidades reales de progreso en la población, incorporando a la actividad económica a aquellos sectores de la población que se encuentran atrapados en la pobreza y la marginación a través de un desarrollo económico sostenido, equitativo e incluyente y la acción de una política social eficaz que privilegie la inversión en capital humano e incorpore decididamente la participación del sector privado en la prestación de servicios públicos.

 

La Reformadel Estado se debe traducir en cambios constitucionales y legales que puedan normar el diseño institucional de los poderes en nuestro país, así como los equilibrios necesarios para crear un sistema político y administrativo que, garantizando el Estado de derecho, sea capaz de crear las instituciones que nos permitan el acceso pactado a la democracia.

 

La patria en este momento nos exige un Estado garante de la unidad nacional, que preserve y fortalezca la cohesión social, a través de la incorporación de cada uno de los sectores sociales, productivos, fuerzas políticas y sociedad organizada en su conjunto, como un colectivo, en torno a un solo Proyecto Nacional, en donde queden establecidas las relaciones de colaboración y responsabilidad del gobierno, la sociedad y las corrientes políticas del país.

 

Para reformar el estado hay que estudiar al estado reformado, de no hacerlo la experiencia  acumulada no servirá de nada: ni para recuperar del pasado lo rescatable, ni para evitar del pasado lo equivocado. Además, reformar no es refundar. Se reforma lo que ya esta operando, para hacerlo mejor; no se parte de cero. Hoy cabe la oportunidad de considerar un futuro alentador para nuestro país, sin embargo es necesario una reforma realmente integral  que propicie la gobernabilidad y el acuerdo interpartidario, una reforma conciente capaz de crear las condiciones para la formulación de programas de educación, de salud, de infraestructura, de productividad, de justicia social, mismos que llevaran a este país, finalmente, por un rumbo efectivo de desarrollo progreso y equidad social.

 

El tema del Estado ha dado, y seguirá dando, origen a las más radicales ideologías, a las liberales como a las conservadoras, a las extremas como a las moderadas; ha hecho dictaduras y también grandes movimientos libertarios.

 

No cabe duda, a través de la historia, el tema del Estado ha sido un tema apasionante; pero lo será más si éste, entiéndase el Estado, es capaz de responder con eficiencia a las expectativas ciudadanas, es decir, si responde, cabal e integralmente, a las más sentidas necesidades de quienes le dan forma y razón de esencia y existencia.