[43] Intervención en la reunión del Comité Ejecutivo de la Confederación Parlamentaria de las Américas, en el tema de “Desarrollo”.
Hotel Biltmore, Los Angeles, Ca., 24 de junio de 2007.
Parlamentarios de América:
A pesar del gran incremento de la capacidad de producción de bienes y servicios materiales en la mayoría de las naciones americanas durante las dos últimas décadas, el crecimiento económico y el desarrollo siguen siendo, hoy día, una necesidad imperiosa para todas las naciones, y un tema de interés mundial.
En estos últimos años se han procesado cambios fascinantes en la formación de la teoría económica internacional, y en el desarrollo de los nuevos sistemas económicos utilizados a lo largo de toda América; la globalización de la economía mundial ha provocado transformaciones profundas en las relaciones entre nuestras naciones, ha favorecido en gran medida los intercambios internacionales de información, ideas, creencias y valores y, principalmente, en su dimensión económica, con la consecuente liberalización de los flujos financieros de capitales pero también carcome los cimientos del Estado-Nación de antaño. Reclama un nuevo tipo de administración que responda a los nuevos patrones de desarrollo y progreso económico y, por ende, de nuevas estructuras y funcionamientos estatales. Por ello, ahora el proceso de modernización del Estado es ya un asunto impostergable.
El momento actual lleva consigo la necesidad de asociar el tema del desarrollo con el dela Reformadel Estado cuya interpretación pasa, obligadamente, por la crisis del Estado Benefactor apoyado en políticas económicas ya obsoletas y altamente contrastantes. Se plantea entonces la duda sobre la viabilidad del modelo vigente, la necesidad de sustituirlo, planteándose allí mismo el rol del Estado deseable, sobre su capacidad de diseñar, implementar políticas y programas económicos y sociales en pro del desarrollo a largo plazo.
Estado o mercado, es ahora el dilema. Pero al Estado no se le puede arrebatar su función reguladora.
Pero aún con eso, hoy es perceptible un creciente consenso sobre que la reforma del Estado no es posible sin una completa modificación social e institucional en el sentido que nos permita como naciones tener un estado funcional para varios años, con prospectiva y no solamente y un Estado garante del funcionamiento de una elección o con vida transitoria. Partiendo de esta tesis es esencial incluir en la propuesta de reforma del Estado el tipo de administración pública necesaria para responder y atender los desafíos de la globalización, la liberalización económica, la apertura comercial, los cambios tecnológicos y los procesos políticos de consolidación democrática.
No es viable un Estado que conserva una administración pública tradicional, en la cual la ciudadanía no confía, que considera ineficiente, corrupta y sustancialmente desvinculada de los problemas sociales. Pese a los notables cambios experimentados en el sector público, se considera que se mantiene una administración pública tradicional, cuyo rasgo central es su alejamiento de la sociedad. Hoy por hoy, la esencia de toda Reforma del Estado debe suponer el rescate de éste por parte del ciudadano.
Necesitamos una Reforma del Estado que se garantice a sí misma una duración tan amplia como para traer consigo el desarrollo interno de las naciones; que presuponga el rediseño social y conlleve la equidad y el reparto igualitario de las riquezas nacionales.
El concepto de Reforma del Estado es tan amplio como para incluir una gran cantidad de temas que lo hagan un proceso íntegro y no solamente prosa u ocurrencia efímera, que cuente con una estructura que garantice su funcionamiento y aplicación lo suficientemente sólida como para garantizar su duración por una temporalidad muy superior a la de un solo ciclo de gobierno.
Hoy resultan indubitables nuevas y urgentes reformas institucionales para que el Estado cumpla con las tareas que su propio orden legal le impone, delimitando y fortaleciendo sus áreas de competencia, sus responsabilidades y los mecanismos de coordinación y vinculación entre él y la sociedad. Debemos pensar en el futuro de nuestras naciones si queremos un mañana digno para las nuevas generaciones de americanos.
En este punto una estructura institucional adecuada es requerida para fortalecer la coordinación de políticas económicas internacionales, y nosotros legisladores de nuestras respectivas naciones, estamos encargados de fortalecer mediante la formación de leyes, la nueva estructura de las naciones de América.
No me atrevo a deducir mas que progreso y desarrollo para el futuro de América, creo que la alternativa más lógica desde el punto de vista global para el continente americano, es el de la unión de las naciones que lo conforman en un afán de progreso compartido; el derecho de todos los habitantes de América a decidir el futuro de nuestras naciones esta en nuestras manos. Es momento de fomentar una reacción legislativa, en nuestras respectivas naciones que permita los avances necesarios para una correcta función económica y la reforma de nuestro Estados, así como la creación de políticas encaminadas al correcto desarrollo social fomentando la participación de todos los sectores productivos en beneficio de nuestros países, con el afán del progreso americano a través de sus distintos modelos económicos, y beneficio de todos aquellos a quienes hoy representamos.♦