Discursos

[37] Intervención en el encuentro con el Lic. Santiago Creel Miranda y la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional en la ciudad de Sahuayo, Michoacán.

 

 

Salón del Club Rotario de Sahuayo, Michoacán, México, sábado 27 de mayo de 2006.

 

 

Licenciado Santiago Creel Miranda;

 

Distinguidos miembros de la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional en el Estado de Michoacán;

 

Compañeros militantes:

 

Sean mis primeras palabras para agradecer al Licenciado Santiago Creel Miranda su presencia esta mañana en la emprendedora, visionaria y tenaz ciudad de Sahuayo en momentos en que realizamos una campaña política de gran cobertura, intensa, a veces agotadora pero con una marca especial: hecha a base de las fuerzas del alma.

 

Una campaña en la que, como candidato a Diputado Federal, el único electo democráticamente en el seno de una Convención Distrital conforme a los ordenamientos de nuestro partido, me he podido percatar de una realidad distrital que bien me dice que, acá, en el Cuarto Distrito Electoral Federal del Estado de Michoacán, muchas cosas poco han cambiado y otras más han ido en franco retroceso.

 

Poco ha cambiado la realidad social, y en retroceso va la visión misma de la tarea política.

 

No pocas veces me he referido a esa crisis existencial que hoy viven los partidos políticos en el planeta y muy especialmente en nuestro país y, el 2006, ha sido la experiencia que me ha corroborado que mis reflexiones cobran vigencia al observar estructuras desgastadas, militancias apáticas, descréditos, sigilos, trabajo sucio, inconformidades infundadas, estigmas y actitudes petrificadas que solo hablan de frustraciones, complejos, frivolidades y ansias desmedidas de poder.

 

El que ahora habla, sabe que la tarea política, debe elevar el individuo al servicio de sus semejantes y es tarea que compromete, que obliga, que debe, en conclusión, hacernos sujetos objetivos, proposititos, coherentes, sencillos, humildes, cercanos a nuestros pueblos pero, sobre todo, humanos en toda dimensión.

 

Yo no entiendo a la figura pública desprovista de sensibilidad como tampoco a los partidos que solo son capaces de solidarizarse cuando el sol esplende y retraerse en la adversidad.

 

Creo en los principios y en la doctrina y como en el Partido Acción Nacional tenemos ambos, no concibo la cerrazón cuando está de por medio una causa esencial para él, cuando está en juego el destino de una nación, cuando van de por medio los intereses de la República.

 

Yo creo en los principios y también en mis causas, son ellos la mayor motivación para haber buscado la candidatura y ahora jugármela sin vacilaciones en un proceso electoral que bien habrá de marcar la historia pasada y futura de nuestra gran Nación; y será así porque la historia de México, queramos o no, habrá de escribirse antes y después del 2006.

 

Pocas cosas en la  vida ha cuestionado mi esquema de creencias, como percatarme de una triste e incisiva realidad: el ciudadano siente ausente a sus partidos, no cree en ellos como tampoco en las figuras públicas, siente lejanos a sus líderes y lo peor de todo no espera nada de nadie; es sólo el, pisando la tierra, con los pies descalzos sintiendo que  debajo de ellos están sólo él y su eternidad.

 

Por ello, me he forjado tesis para la conducción de mi campaña política, no podría ser de otra forma; ellas son producto de mis propias circunstancias, de mi ir y venir por el mundo, viviendo, aprendiendo, siendo yo mismo. Ellas, mis tesis, delimitan mi propuesta encaminada, fundamentalmente, a acortar ese enorme divorcio que existe ya entre gobernantes y gobernados, regenerando al Estado más que en cu propio concepto en su funcionamiento, que finalmente es el que marca las grandes divergencias y los peores disensos.

 

Mi propuesta es una, que va más allá de la expresión de meras ocurrencias o vagas ideas que pudieran revolotear en mi mente sin sentido alguno; ella es una que bien busca justificar mi existencia ante los ojos de mi propia conciencia, porque entiendo perfectamente el sentido del compromiso que tengo con mi Distrito, con mi país, con mi partido.

 

Por ello continuaré con mi cruzada distrital, llevando el mensaje a la ciudadanía y con profundo respeto a mis adversarios internos y externos, si algo me caracteriza es entender en demasía las grandezas o las limitaciones de espíritu de quienes me rodean.

 

Sé que habré de enfrentar serias vicisitudes, pero el camino está ya avanzado y la meta está a la  vista; desconozco los acontecimientos futuros pero me he propuesto vivirlos, sean cuales fueren los escenarios, con el carácter que me es propio cuando de hacer política se trata. Procurare vivir cada instante de esta extraordinaria experiencia poniendo mis mejores afanes, mi fortaleza espiritual y la seguridad de saberme testigo y actor de mi propia historia; seguro de lo que hago, consciente de mi acciones, cierto de mi tiempo y mi espacio.

 

Cuando las teorías y las habladurías no dan para convencer, sólo resta esperar el flujo de la  historia para convencerse de los aciertos y las equivocaciones o inducir los cambios de paradigmas; por ello espero el veredicto del 2 de julio próximo, que será el único que en lo personal habrá de corroborarme y dejarme en claro que tan conveniente fui como candidato y que tan inyectados de odio y maldad estuvieron algunos ojos que me siguieron todo este tiempo.