Discursos

[30] Intervención en el desayuno con el Senador Carlos Medina Plascencia, Precandidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República.

 

Salón del Club de Leones de la ciudad de Sahuayo, Michoacán, México, viernes 29 de octubre de 2004.

 

 

Apreciable correligionario, Senador Don Carlos Medina Plascencia, Precandidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República; bienvenido sea usted a este entrañable rincón del territorio michoacano; a este encuentro con un pueblo de iniciativa, productivo, altamente participativo, pueblo con definiciones y centro medular de la Ciénaga de Chapala:

 

Compañeros candidatos, militancia, simpatizantes y seguidores de la causa de Acción Nacional:

 

Los mexicanos queremos vivir la democracia. Como consecuencia también de la independencia y de la libertad, queremos construir y perfeccionar un régimen democrático. La democracia entendida, como lo define nuestra Ley Suprema, no es sólo un régimen político y jurídico, sino un sistema de vida que bien permite el mejoramiento permanente y constante del pueblo en su  nivel de vida, en sus aspectos sociales, culturales y económicos lo que define el claro concepto de la democracia integral.

 

Ella no es un sistema que se realiza exclusivamente por el sufragio en las urnas electorales; la democracia a la que aspiramos los mexicanos, viene a representar todo un sistema de vida, y a la vez de gobierno, en donde la acción del gobierno sea diseñada por el propio pueblo, y que el propio pueblo no sólo apoye al gobierno en la realización de sus planes sino que, también, vigile que sus autoridades cumplan lo que prometen, que las autoridades se comporten con decencia y sirviendo sólo a su interés.

 

Los nuevos caminos de la democracia, y de la propia idea de gobierno, buscan ensanchar la participación popular. Es claro que aún no hemos llegado, en forma alguna, a configurar todavía el régimen democrático al que aspiramos; pero nadie nos puede negar, que en el Partido Acción Nacional, hemos sido leales y consecuentes a través de nuestra historia como organización política, en esa lucha por ensanchar los caminos de la democracia.

 

Por eso estamos esta mañana aquí, en esta convivencia con la militancia panista de Sahuayo, para escuchar la propuesta de nuestro precandidato a la Presidencia de la República, Don Carlos Medina Plascencia, lo que corrobora que, como miembros de un partido político que ha sabido abrirse brecha con intensa lucha en el escenario político nacional, amamos la democracia, el gobierno del pueblo, el gobierno donde los destinos los diseña el pueblo, donde las decisiones las toma el pueblo y donde los esfuerzos deben de beneficiar al pueblo. Por eso somos un partido que cree en la democracia, que cree en el futuro y, también, cree y espera de sus hombres y mujeres.

 

Los tiempos que vivimos, los convulsos tiempos que vivimos, necesitan de líderes comprometidos e identificados con sus pueblos, de hombres cabales que demuestren, ante propios y extraños, que por sus venas corre la rabia y el coraje que caracterizan a los verdaderos liderazgos, y me refiero a los que están siempre cercanos a su pueblo, los que saben lo que buscan, los que saben representar y conducir a sus pueblos, los que necesita el mundo para verse transformado.

 

Qué bueno y sano es que los partidos políticos puedan, con la decisión de sus integrantes, escoger sus candidatos mediante un proceso donde  militancia y dirigentes son corresponsables y deben compartir errores  y aciertos. Por ello, en el proceso que vivimos con rumbo a la elección presidencial del 2006, debemos partir de la consideración de que el poder transforma, transfigura a los hombres, a unos para el bien y a otros para el mal; si se transfiguran para el mal, surgen los apetitos sin límites.

 

A un hombre sólo se le conoce cuando tiene poder, y miren que es muy cierto como dice el refranero popular, que a los inteligentes vuelve tontos y a los tontos vuelve locos, por ello debemos cuestionarnos: ¿cuántos errores no han cometido los dirigentes de tantos partidos, por desconocimiento del hombre? Deben ser  muchos, indiscutiblemente.

 

Lamentablemente seguirá ocurriendo.

 

Por ello, como lo referí en la hermana ciudad de Jiquilpan hace apenas unos cuantos días, el Partido Acción Nacional necesita un candidato, pero más México un Presidente, que, cito:  “se identifique con las causas de nuestro partido, con lo que como país somos, lo que queremos, de donde venimos, a donde vamos pero, sobre todo, qué esperamos del futuro;  un candidato visionario que sea capaz de entregar todo su esfuerzo y toda la capacidad, con la emoción y el empuje del pueblo que lo apoye, para ser el mejor Presidente de la República.

 

Un Presidente que encabece la lucha de los mexicanos por defender siempre nuestra soberanía como nación, por afianzarla y engrandecerla.

 

Que ofrezca ser el primero en defender la libertad y la dignidad de todos los mexicanos.

 

Que sea capaz de engrandecer la democracia mexicana, para que nuestro sistema de gobierno sea un sistema político y jurídico preocupado por el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

 

Que se comprometa también a la encabezar la lucha del pueblo de México por una sociedad más justa y más igualitaria, capaz de disminuir las desigualdades que ofenden a la libertad y que ofenden a la democracia pero que más lastiman a la ya tan incrédula, desesperada, inconforme y lastimada sociedad mexicana”.

 

Yo estoy seguro de que en el Partido Acción Nacional no podremos equivocarnos, pues aún cuando la política es técnica de aproximación y no ciencia exacta, el cometer errores no impide que también dirigentes y militantes hayamos tenido muchos aciertos en el pasado y podamos seguirlos teniendo en el futuro; pero seguros del peligro de errar, como partido con principios que somos, debemos hacer, todos juntos y lejos de caer en las garras del maquiavelismo puro, el mayor esfuerzo por acertar lo más posible y presentar al pueblo de México, la mejor opción y al mejor hombre para que sepa representar dignamente a nuestro partido durante el proceso electoral y al país mismo si es favorecido con el voto.