Entrevistas

El presente módulo contiene una selección de entrevistas que

reflejan la línea conceptual y de

pensamiento de Felipe Díaz

Garibay

 [2] "Felipe, un nuevo concepto de la política". Entrevista realizada por el Profr. Raúl Amezcua Sánchez, Director del Semanario "Tribuna".

 

Parte 2 y última, Publicada el domingo 14 de septiembre de 2003.

Podríamos platicar por horas con Felipe Díaz Garibay, de la charla con él publicada el domingo pasado, en resumen, rescatamos dos reflexiones fundamentales dentro de la realidad estatal y nacional respectivamente: la falta de instrumentación de políticas públicas en Michoacán, en todos los órdenes, con una visión más humana; y, la falta de compromiso y verdadera vocación por México en muchas de nuestras autoridades y representantes; pues bien, con base en estas reflexiones es que publicamos, en esta ocasión, la segunda parte de este encuentro con él.

¿La política en México es de intereses, de grupos, facciosa entonces?

La política es lo que los seres humanos quieren que sea; facciosa lo es en todo el mundo, aunque algunos van al extremo. Yo no conozco un país, de los que he visitado en mi vida, que no tenga problemas de representación, en todos se quejan, unos más que otros; el caso de México, es especial en estos momentos, se observa una cruenta lucha, sin tregua ni cuartel, no solo en las altas esferas del  poder  o  en  las  camarillas  existentes  dentro  de  la 

Administración Pública sino, lo que es peor, dentro de los mismos partidos políticos; esa lucha, que está a la luz pública, no deja otra cosa que pensar, que no sea que en nuestro país se han olvidado del proyecto de nación por medir fuerzas, por ocupar las posiciones, por ser protagonistas; eso, desde mi muy particular punto de vista, es traición a más elementales valores humanos y, lo que es más, es también traición a la patria.

¿Y los partidos políticos? No hace mucho dijiste en una de tus colaboraciones con nosotros, específicamente la del domingo 13 de julio del año en curso, que el abstencionismo manifiesto durante los comicios del  6 de julio “era un llamado a revisar el conjunto del sistema de partidos del país”, ¿qué significado tiene esto para ti?

Revisar, en su conjunto, el sistema de partidos en México significa ir a la raíz de los problemas que estos están viviendo en lo interno y, fundamentalmente, en su relación con la sociedad.  En lo interno, éstos deben retomar la experiencia que viven, sustentada en la realidad que ellos mismos provocan, para revisar al detalle sus programas de acción, su régimen legal y sus plataformas electorales; en lo personal los percibo anquilosados, no presentan novedades a la sociedad, amén de considerar sus proselitismos, verdaderamente pobres y carentes de modernidad; no entiendo en qué asignan entonces las jugosas aportaciones que reciben del erario público si están cada vez peor sobre todo en términos ideológicos, parece que tienen miedo de abrir la puerta del futuro; en este sentido el tiempo ya los ha alcanzado y creo que los ha rebasado. En su relación con la sociedad, yo concibo a los partidos políticos desde otra perspectiva, y es la que debe obligarles a educar cívicamente al ciudadano; los tiempos que vivimos, convulsos y marcados por la invasión de ideologías de todo tipo –la globalización ello presupone-, requieren de un ciudadano civil, educado y preparado para poder comprender la profunda connotación de la fenomenología mundial actual; pero ser civil no acaba aquí, el concepto “civil” va más allá, implica cierto grado de “civilización” si lo queremos ver así; por ello ser civil en nuestros tiempos implica mejorar, por completo y de raíz, las relaciones humanas, entre grupos y en el seno de nuestra sociedad o de otras del planeta.

¿Crees entonces que los partidos sean los responsables del abstencionismo?

No sólo de él, sino de muchos otros desórdenes que se dan en la vida de nuestro país, entre los que resaltaría yo el nivel de acuerdos dentro del Congreso de la Unión y de la generalidad de Congresos Estatales; siento que debe cambiar, ya de una buena vez, el concepto de partido, sobre todo en el sentido de concebirlos tan sectarios, tan de “grupos”, tan de “bancadas”, eso no es legítimo; resulta verdaderamente insultante que los intereses personales sean llevados a las tribunas de los órganos legislativos, eso no puede continuar más; es preciso llegar ya a los Congresos, tanto de la Unión como de los Estados, con una visión renovada de lo que significa el trabajo legislativo y de lo que él implica.

Tú inicias, a los 20 años de edad, en el sexenio de Miguel de la Madrid, tu desarrollo profesional en el Senado de la República al lado de la Senadora Silvia Hernández, ¿Qué experiencia te dejó el trabajo legislativo de ese entonces?

Fue muy importante para la vida institucional de nuestro país. Las LII y LIII Legislaturas del Congreso de la Unión recibieron, en su primer periodo de sesiones, un buen paquete de iniciativas; se empezaba a concebir el “cambio estructural”, y debo admitir que se daban los primeros pasos a la transición, que aún continúa pues estos procesos no son de un día para otro, se llevan cierto tiempo a veces más del que pudiéramos imaginar; seguí, muy de cerca, los procesos legislativos de un sinnúmero de iniciativas, desde su entrada a las cámaras de origen hasta la publicación de los decretos promulgatorios. Aún cuando el Senado, donde yo trabajaba, era unipartidista, se planteaban excelentes debates a ciertos proyectos pues había senadores de línea podríamos decir que muy progresista, aún cuando eran de un solo partido los 64 que había entonces; ahí conocí, y traté de cerca, a grandes figuras de la política nacional; eran otros tiempos, definitivamente, esas legislaturas contaron con extraordinarios legisladores; aprendí mucho de ellos.

¿Se visualiza Felipe Díaz Garibay como legislador un día?

¿Te contesto con la verdad?

Sí, con la verdad.

Sí, en definitiva, es una de mis máximas aspiraciones. He volteado a urgar  en mi archivo “del pasado” y ahí encontré muchas cosas interesantes que vale la pena llevar a la práctica, vale la pena proponerlas e inducirlas. Ojalá que el destino me brinde esa oportunidad; ello me realizaría mucho como ser  humano y, también, como mexicano.

¿Cómo es tu relación actual con tus amigos del medio político?

Con los nacionales de profundo respeto; en política es más útil una relación respetuosa que una profundamente “amistosa”. De quienes los tienen, reconozco sus aciertos y de ellos retomo lo que pudiera nutrir mis convicciones; soy demasiado sensible, y si respecto a todas las figuras públicas que actúan en el escenario político nacional me pidieran mis impresiones, te diré que soy muy difícil de impresionar.

¿Planes políticos para el futuro inmediato?

Algunos, sí, estoy al pendiente de mis inquietudes.

¿Partidos?

Mira, yo creo en mis convicciones y me apego a ellas en mis actos. Tengo mis preferencias, como todo ser humano, pero voy más allá; independientemente de siglas o colores, me importa mi país, de eso estoy seguro; México necesita un proyecto claro y no proyectos alternos; el 2 de julio del 2000 cambió muchas cosas, aunque no estoy seguro que el sistema político mexicano las entienda todavía, pero resulta inobjetable que México es, ahora, un país distinto y es este cambio paulatino el que nos obliga, a quienes desde distintas vertientes y trincheras hacemos política, a ser proposititos en el diseño del México del futuro.

¿Qué cambios consideras urgentes para México?

Indudablemente el cambio en actitudes y aptitudes de quienes nos gobiernan. El mundo entero, y no sólo México, viven una crisis de liderazgos; hacen falta líderes cercanos a la sociedad; los liderazgos actuales, lejos de tener un fin sustentado en la gran causa que representa el trabajo en pro de la humanidad, buscan solamente el protagonismo; estar pero para sí mismos, nunca para los que tienen frente a sí; realmente se encuentran tan alejados de la humanidad y de los que dicen representar que éstos últimos se han visto en la necesidad de crearlos en su imaginación. Pero, independientemente de todo, el ser humano debe darse cuenta de lo que lleva dentro de sí y convencerse que en él duerme un líder potencial, ello redundaría eficazmente en una nueva concepción de los liderazgos, esencialmente en el sentido de que éstos se proyecten más hacia las sociedades y se preocupen más por sus elementos; un líder ajeno a la problemática de sus organizaciones o de sus sociedades no merece llevar esa denominación, le queda grande; los verdaderos liderazgos deben trascender y dejar huella, es más deben ser capaces de dejar listos a sus propios sucesores.

¿Y para la comunidad internacional?

Existen problemas de antaño que se vienen haciendo presentes en forma cíclica; aunque es preciso dejar claro que, hoy, el mundo enfrenta todo  lo que jamás haya podido enfrentar en otros tiempos pues asistimos a una época en que el problema mundial tiene una doble connotación: de índole tecnológica y de índole cultural; la primera porque la ciencia y la tecnología hoy se usan para la destrucción y la muerte y, la segunda, porque se hacen presentes, de nueva cuenta y como en otros tiempos, las ideologías extremas. De lo que sí estoy seguro es de que hace falta justicia en el mundo, un mundo con justicia es el reducto ideal para diseñar los nuevos esquemas de convivencia, las nuevas líneas de pensamiento y puede ser capaz de llevarnos a ser más libres y soberanos como individuos y como naciones.

¿Felipe piensa en el amor?

[Se ríe con cierta nostalgia] Sobre el amor, tengo mi propio concepto; el amor para mí siempre ha tenido un rostro que es el de una humanidad feliz, el de un mundo sin dolor, un mundo igualitario, en paz y en justicia; creo en este sentido el humano posee ciertas marcas, destinos distintos; quienes nos dedicamos a la política desde enfoques más humanos debemos hacer a un lado los sueños azules, pisar sobre la tierra y tener muy claro lo que tenemos que hacer; no podemos tener ambas manos ocupadas, es decir llevar en una el libro de oración y en otra el cepo de agua bendita, debemos tener una siempre libre para actuar y hacer lo necesario. Quienes nos dedicamos a la actividad política, desde distintas vertientes y trincheras, tenemos, a veces, que sublimar muchas cosas y creer en el amor, sí, pero en un amor más universal no tan marcado por aspectos materiales, sino enfocado más a la esencia del espíritu. Pero si me preguntaras que si creo en el amor, te diría que sí, en ese que soy capaz de dar por lo mío, por mis causas, por lo que soy, si no creyera o no pensara en él, no estaría aquí y no estaría respirando aún.

Sabemos que eres de fuerte convicción religiosa, ¿se lleva eso con la política?

No sé hasta cuando la gente será capaz de saber distinguir entre ambos elementos y aceptar que no son puntos polarizados distantes ciento ochenta grados uno del otro, o que son oponentes dialécticos. Yo tengo perfectamente claro donde termina y acaba cada una de estas variables, es decir lo divino y lo terrenal, no me causa problema. Pero si puedo decirte que la convicción religiosa,  mi práctica religiosa, es la que me mantiene alerta a muchas cosas, me da vida, fuerza, fe y sobre todo me  hace tener un concepto distinto de la esperanza, yo aún creo y tengo esperanza, conozco mis capacidades y limitaciones y sé, perfectamente, lo que puedo y no hacer.

¿En esencia?

La religión debe ser vista como un instrumento de liberación del hombre y no uno de dominio del hombre por el hombre; no debe ser el pretexto para “matar en nombre de Dios”; la historia registra momentos muy crueles en este sentido, podríamos enumerar muchos de Las Cruzadas al 11 de septiembre del 2001 y aún más posterior y recientemente. Para nosotros, por ejemplo, la Cruz debe serlo, aclaro: instrumento de liberación y no de dominio; para mí es un recordatorio del límite al que tengo que llegar, si es necesario, por… [hace una pausa, guarda silencio, a la vez que su mirada parece perderse en un recuerdo o en una proyección futura].

¿Por qué Felipe?

Por el cumplimiento de mis causas.

 

Fotos: Ramiro Chávez/Raúl Rodríguez Juárez.

Publicada en el Semanario “Tribuna” de Sahuayo, Michoacán, el domingo 14 de septiembre del 2003.