[29] Intervención en el mitin con el Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Precandidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República.
Plaza Principal de la ciudad de Jiquilpan, Michoacán, México, domingo 24 de octubre de 2004.
Amigo y compañero de causa, Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Precandidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República, bienvenido a esta tierra histórica, a la grandiosa Jiquilpan, a esta tierra de grandes mexicanos, a esta tierra que ha sido capaz de proyectar su nombre más allá, incluso de la ilusión retórica de la frontera y los límites territoriales; a esta tierra cuyo rostro ya acarician los aires del cambio, a esta tierra que merece más porque mucho le ha dado a México.
Compañeros candidatos, militancia, simpatizantes y seguidores de la causa de nuestro Partido:
La idea democrática supone que las decisiones sean tomadas en cada momento por las mayorías y que éstas, a través de su participación en partidos políticos o de la expresión de su voluntad por otros medios, puedan permanentemente influir en el rumbo de la nación. La participación de los ciudadanos no se agota en una elección, o el hecho de depositar la boleta en la urna, apenas si ahí empieza el proceso democrático. La democracia, tiene connotaciones y cometidos más profundos y de mayor alcance.
Toca, entonces, a un partido político, contando con la decisión de sus integrantes, escoger sus candidatos. Militancia y dirigentes son corresponsables y deben compartir errores y aciertos. Muchas veces los dirigentes de los partidos cometen serios errores y, sin suda alguna, podrán serguirlos cometiendo; primero, porque no es posible evaluar con precisión matemática los sentimientos y voluntades de quienes proponen y luchan como aspirantes; segundo, como reza la Antífona de Sófocles “es imposible conocer el alma, los sentimientos y el pensamiento de ningún hombre si no se le ha visto actuar en el poder y en la aplicación de las leyes”.
Por ello estamos aquí, congregados en esta cabecera Distrital con un panista distinguido, con un hombre de batalla, que se las ha jugado como los buenos gallos, con carácter, con pasión por la causa de nuestro partido, que ha demostrado no solo capacidad sino también tener el valor y la visión necesaria para ser no solo el aspirante, sino el candidato de Acción Nacional a la Presidencia de la República.
Ha sido el académico acucioso, el candidato visionario, el legislador comprometido con las grandes causas de México, el servidor público honesto que bien supo aclarar posiciones y decidir, legítimamente, por la lucha que ha emprendido; el hombre cabal que ha demostrado, a diestra y siniestra, que por sus venas corre la rabia y el coraje que caracterizan a los verdaderos liderazgos, a esos cercanos a su pueblo, a esos que saben lo que buscan, a esos que saben representar y conducir a sus pueblos, a esos de que necesita la humanidad para verse realmente representada, a esos que no es necesario inventar en la ficción cinematográfica o con las técnicas del marketing político, a esos que necesita México.
Los hombres de Estado de los nuevos tiempos, deben tener la talla suficiente para saber representar con sabiduría a sus pueblos, deben ir a la médula de la casi irreconciliable relación gobernante-gobernado, y ser capaces de modificar su propia visión del ciudadano, o perecer víctimas de su ineficiencia e irresponsabilidad, en las delatantes páginas de la historia.
Por ello, deseo decirle Licenciado Calderón Hinojosa, que hoy necesitamos un candidato que esté plenamente identificado con las causas de nuestro partido, un candidato que identifique plenamente lo que como país somos, lo que queremos, de donde venimos, a donde vamos pero, sobre todo, qué esperamos del futuro. En conclusión, un candidato visionario que sea capaz de entregar todo su esfuerzo y toda la capacidad, con la emoción y el empuje del pueblo que lo apoye, para ser el mejor Presidente de la República.
Que encabece la lucha de los mexicanos por defender siempre nuestra soberanía como nación, por afianzarla y engrandecerla.
Que ofrezca ser el primero en defender la libertad y la dignidad de todos los mexicanos.
Que sea capaz de engrandecer la democracia mexicana, para que nuestro sistema de gobierno sea un sistema político y jurídico preocupado por el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Que se comprometa también a la encabezar la lucha del pueblo de México por una sociedad más justa y más igualitaria, capaz de disminuir las desigualdades que ofenden a la libertad y que ofenden a la democracia pero que más lastiman a la ya tan incrédula, desesperada, inconforme y lastimada sociedad mexicana.
El poder transforma, transfigura a los hombres, a unos para el bien y a otros para el mal; si se transfiguran para el mal, surgen los apetitos sin límites. A un hombre sólo se le conoce cuando tiene poder, y miren que es muy cierto como dice el refranero popular, que a los inteligentes vuelve tontos y a los tontos vuelve locos, por ello debemos cuestionarnos: ¿cuántos errores no han cometido los dirigentes de tantos partidos, por desconocimiento del hombre? Deben ser muchos, indiscutiblemente. Lamentablemente seguirá ocurriendo.
La política es técnica de aproximación, no ciencia exacta, pero el cometer errores no impide que también militantes y dirigentes hayamos tenido muchos aciertos en el pasado y podamos seguirlos teniendo en el futuro. Seguros del peligro de errar, hagamos esfuerzos, todos juntos, por acertar lo más posible.
Por ello, estaremos atentos a las propuestas de nuestros correligionarios aspirantes a la Primera Magistratura del país. Porque debemos acertar para estar seguros de que el Partido Acción Nacional presentará la mejor opción y al mejor hombre para que sepa representar dignamente a nuestro partido durante el proceso electoral y al país mismo si es favorecido con el voto.
Debemos estar alertas y no dejarnos seducir por halagos o diatribas, o dejarnos marcar por apellidos y menos aún cargar con etiquetas ajenas; podemos tener preferencias, y de hecho las tenemos, pero no debemos permitir que por ello los contrarios de la misma casa nos visualicen, ya, como enemigos; porque somos un partido con principios, debemos evitar caer en el desvarío y el desorden; debemos ser maduros y actuar en consecuencia, estar unidos para enfrentar al adversario.
Debemos cuestionarnos cuál es la situación en la que hoy estamos inmersos para dar la cara al futuro, un futuro marcado por la ingerencia de cuestiones internacionales que bien delimitan el esfuerzo interno, y de ahí podemos desprender la certera realidad que nos dice que muchos de nuestros opositores no tienen el poder, sino que el poder los tiene a ellos; sus estructuras no están diseñadas para luchar políticamente hacia el exterior, por ejemplo en una contienda democrática, sino que son útiles para mantener solamente el control interno.
Están fundados en un “Estado de Derecho” que en realidad manipula las leyes para dejar fuera de la legalidad a los adversarios cuando así conviene; su guía ideológica es el maquiavelismo puro donde todo se vale para conservar el poder; nacen del poder para conservar el poder; esa es su consigna.
Presentan entonces una simple fachada democrática al ámbito internacional, pero en lo interno, y lo vemos por la experiencia que vivimos, no ofrecen propuesta alguna, su presencia obedece a recaer en acciones marcadas por ser más de lo mismo, y su quehacer político se traduce en precariedad, miseria y carencia de expectativas hacia el ciudadano.
En el Partido Acción Nacional no pensamos que para ser mayoría debemos arrebatar banderas a la oposición; las banderas nuestras son mejores, son más vigorosas, porque están hechas con la pasión que ponemos en nuestras luchas, porque tenemos historia, porque somos una alternativa de buen gobierno, porque todo cuanto hemos hecho ha sido poniendo todas las fuerzas del alma.
Esa ha sido la máxima del trabajo político que he realizado durante ya seis semanas como Candidato a Diputado Local por este Cuarto Distrito Electoral; he realizado una campaña diferente; lejos de autarquías y dispendios, me ha movido la convicción de llevar un mensaje distinto al ciudadano
Estoy cierto de que el nuevo discurso político debe retomar la esencia humana, por ello he sido claro en mi planteamiento; a todos he dicho que la democracia no es ejercicio solitario sino trabajo de equipo y capacidad de concertación; que es vocación de sumar, no de restar o dividir; que es responsabilidad y actitud siempre alerta para atender demandas y críticas objetivas pero más es raíz y compromiso con los nuestros.
He convocado a no perder la esperanza y a que crean en esas instituciones que históricamente nos han dado forma como nación porque para mí es esencial la dignificación de la tarea política en tiempos en que observo a un ciudadano desgastado, incrédulo, apático a la tarea política y hundido en un afán de negación incluso de su propia naturaleza humana.
En tiempos de globalización y tantos enfoques virtuales que llevan a aceptar incluso al asambleismo electrónico como vía para legitimar poderes, aún cuando éste representa indudablemente una de las peores perversiones de la democracia, política y espíritu deben ir profundamente de la mano; en razón de que “lo político”, independientemente de enfoques disciplinarios, es todo lo que incumbe al hombre, es decir a ese ente capaz de tener pensamiento e ideas, el discernimiento, planteamiento y ejecución de sus afanes, debe realizarlos poniendo, en absoluta armonía con su espíritu, todo su talento al servicio de sus semejantes.
Vale la pena empezar ya a diseñar el futuro, visualizarnos en él y definir qué es lo que queremos, a donde vamos y con qué contamos para lograrlo; pero ello no será posible si no somos capaces de crear al hombre del futuro alejado de visiones mercadológicas o empresariales que lo ven como un ente virtual y material y niegan que es un ser provisto de mente y espíritu.
La política, que presupone aciertos, desaciertos, convergencias, divergencias, consensos y disensos, es un elemento inherente a las organizaciones sociales y, en nuestros días, requiere de nuevas formas de relación social y de convivencia; la política no debe ser competencia desencadenada y desordenada; política es unión, cohesión de muchas partes sin olvidar la esencia, sin hacer a un lado la premisa fundamental que debe caracterizar la vida en sociedad y que es justamente el bien común; la política debe desarrollarse bajo una percepción que conciba la existencia del todo unido sin prever, jamás ya, la inexistencia o mutilación de una de las partes.
El mundo está cambiando y el cambio se llama modernización en el plano económico y democracia en el terreno político. La definición del nuevo modelo político que sustituya al actual está por definirse; la tendencia es a la democracia pero nada garantiza que ésta sea el resultado final de la transformación del País.
Si practicamos la política con autenticidad, lamentaremos quizás muchas cosas, pero no nos arrepentiremos de lo que creímos haber hecho posible; y así como en los umbrales de la muerte, quien ha vivido plenamente, balanceando goces y sacrificios, triunfos y amarguras, se vuelve hacia atrás y dice con vital optimismo: ¡Si esta es la vida que venga otra vez!, así, viviendo plenamente la política, cuando ella nos retire, si hemos sido auténticos y sabios en su ejercicio, volveremos hacia atrás y podremos decir: ¡Si esta es la política, que venga otra vez!, habremos justificado nuestro quehacer y aún nuestra propia existencia ante los ojos de los nuestros pero, sobre todo, ante los de nuestra propia conciencia, habremos cumplido a plenitud, podremos morir en paz.
¡Que viva el Partido Acción Nacional!
¡Viva Jiquilpan!♦