Discursos

[28] Intervención en el desayuno con el Licenciado Luis Felipe Bravo Mena, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional.

 

Hotel “Plaza” de Sahuayo, Michoacán, México, sábado 23 de octubre de 2004.

 

 

Señor Licenciado Luis Felipe Bravo Mena, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional;

 

Compañeros candidatos, militancia, simpatizantes y seguidores de la causa de nuestro Partido:

 

Qué grato es, en el contexto de este intenso proceso electoral, de esta guerra de declaraciones, encuestas, sondeos de opinión, encuentros, desencuentros, actitudes dictatoriales y legítimos reclamos populares, contar con la presencia de nuestro dirigente nacional, Luis Felipe Bravo Mena. Es, un tanto, como en el trayecto del sinuoso camino del desierto encontrar el remanso del oasis que sugiere retomar fuerzas para continuar la tarea legionaria; es encontrar la mano del amigo fiel, del compañero de causa y la voz que te dice “aquí me tienes, jamás he estado lejos de ti”.

 

Y es que el aliento de las altas dirigencias partidistas a sus bases, resulta fundamental en momentos en que, como el que ahora vivimos, se atiende a esa parte exclusiva de la vida institucional de todo partido que es la militancia pues de ella surge la nueva base dirigente que se encumbra con rumbo a los altos puestos del Partido y, de ahí, a la participación activa dentro de nuestras instituciones. 

 

En el seno de la militancia, los partidos rebasan los límites de la mera cuestión política para penetrar en otros ámbitos de la vida de sus miembros, conocer sus preferencias, compenetrarse e influir en su estilo de vida y escuchar sus inquietudes y propuestas y dar vigencia al proyecto para el cual han sido creados.

 

Es en la militancia la que nos apoya en la mejor organización de las actividades partidistas; ella posee una categoría especial pues representa el núcleo de los elementos de base y sobre ella descansan todas las actividades especiales del Partido sin excepción alguna; es precisamente la militancia, la promotora de nuevas adhesiones, la voluntaria comprometida en las tareas arduas y difíciles, la propagandista espontánea, la más esforzada en la lucha electoral y, lo más importante, el vientre generador de votos, esencia de todo proceso electoral; reconocer hoy su trabajo y proyección como estructura fundamental de nuestro instituto político constituye, más que moda pasajera, una actitud de elemental justicia.

 

Es por ello que exalto la presencia de nuestro dirigente nacional en este encuentro que bien debe invitarnos a reflexionar sobre los nuevos esquemas de acción que en el desarrollo del proceso electoral que vivimos, y los que vivamos en el futuro inmediato, habremos de desarrollar para demostrar al pueblo de Michoacán y al de México entero, que el Partido Acción Nacional representa no solamente la opción viable sino una que lleva consigo una visión distinta de los quehaceres públicos, porque somos una opción con historia, con trabajo, con lucha verdadera, porque todo lo que hacemos sabemos hacerlo con las fuerzas del alma pero también, que como organización política y militancia tenemos absoluta identificación con un proyecto de nación que nos identifica no solo como mexicanos sino también como orgullosamente panistas.

 

El panismo no puede llevarse solamente en una credencial, es toda una convicción y una gama de principios; el panismo, como germen revolucionario, se lleva en la sangre porque somos parte de un partido que ha sabido abrirse brecha en ya más de medio siglo empujando hacia la consecución de los grandes y nobles fines de la democracia dejando en el camino la semilla de Manuel Gómez Morín, Manuel de Jesús Clouthier y Carlos Castillo Peraza.

 

Yo sí creo que el verdadero panista es un revolucionario, no un ser domesticado; es un militante digno,  no un abyecto; es un luchador social de tiempo completo y no un ignorante provocador. El panista sí cree en la democracia no en la dictadura, busca la justicia y el bien común en todas sus manifestaciones y no la desigualdad; busca también el desempeño de posiciones porque sabe que sólo actuando se transforma la realidad; sabe, al mismo tiempo, que para transformar la realidad se requiere la acción política organizada y colectiva, por ello, debe entender la disciplina y el trabajo incansable como responsabilidad razonada y libremente asumida.

 

Con apego a esa disciplina, y a estos postulados, como candidato a Diputado Local por este Cuarto Distrito Electoral, he tenido la oportunidad de llevar un mensaje claro a los ocho Municipios que lo integran.

 

He hablado de democracia, porque sé que la tarea de gobernar no es ejercicio solitario sino trabajo de equipo y capacidad de concertación, es vocación de sumar, no de restar o dividir, es responsabilidad y actitud siempre alerta para atender demandas y críticas objetivas pero más es raíz y es compromiso con los nuestros.

 

He reconocido que ser candidato constituye más que un reto todo un compromiso porque yo sí espero que mis conciudadanos crean plenamente en las instituciones que históricamente nos han dado razón de vida como nación, porque yo si creo en una política digna y porque yo sí creo en un Michoacán más justo e igualitario y no quiero que mi pueblo pierda la esperanza.

 

He reiterado mi certeza de que muchas cosas no han cambiado en los Municipios de este Distrito, así como mi preocupación por ver a un ciudadano desgastado, incrédulo, apático a la tarea política y hundido en un afán que bien habla de una renuncia incluso a sí mismo.

 

He gritado hasta el hartazgo mi propuesta que engloba la razón de ser de mi trabajo político-electoral y que se sustenta en una visión humana de la política y, por ello, también del trabajo legislativo donde el ciudadano es primero, la mayor de las prioridades y el punto de partida en las decisiones políticas y gubernamentales porque sé que de verme favorecido con el voto el próximo domingo 14 de noviembre, mi máxima será estar siempre cerca de mi pueblo, sin distingos de siglas, colores o convicciones.

 

Por ello he recorrido mi Distrito y he procurado llegar a todos.

 

Yo sí me he manchado los zapatos de lodo; yo sí he saludado al campesino que trae sus manos cansadas y marcadas por las huellas de su duro trabajo; yo sí he visto correr la lágrima del desesperado, del que no tiene para comer, del que ha perdido a sus hijos o a sus padres por carecer de los recursos suficientes para curar sus enfermedades, yo sí he vivido de cerca, al igual que mis compañeros candidatos a las Presidencias Municipales y muy especialmente Ricardo Sánchez Gálvez, la desesperación de un pueblo cansado de la promesa y de la burla que hacen de su voluntad aquéllos que medran con su voto y lo equiparan a una mercancía por la que hay que regatear como si se tratase de algo barato y de segunda o tercera mano.

 

Nosotros sí nos hemos identificado con nuestro pueblo y, por ello, yo no creo que los otros sean capaces de responder a sus más elementales necesidades porque carecen de visión para ejercer la tarea política, porque les falta la imaginación para ser gobierno, porque no tienen ni la dignidad ni la menor vergüenza para acercarse al pueblo a envolverlo en sus mentiras y en esas promesas que, saben, jamás les van a cumplir.

 

Como candidato a Diputado, estoy cierto de que la estabilidad que hemos gozado, y gozamos, es el resultado del intenso trabajo que el pueblo de México ha sido capaz de realizar a través de su historia, pero esta estabilidad sólo será firme si, a su amparo,  iniciamos nuevas reformas y profundizamos las ya iniciadas. Es preciso reforzar la sociedad en que vivimos en la medida en que la transformemos, pero que se entienda bien, como legisladores tenemos que ser reformadores y no reformistas, transformadores y no remendadores y ser capaces de impulsar esas nuevas reformas que en el ámbito legislativo requieren los cambios estructurales que México necesita para poder insertarse plenamente al proceso que marcan los nuevos ritmos del  sistema internacional, para poder ser consecuentes con el proyecto de nación que ha visualizado el Presidente Vicente Fox Quesada, para hacer honor a toda esa sangre que, en aras de construir una sociedad más justa e igualitaria, han sido capaces de dar tantos y tantos mexicanos.

 

Si practicamos la política con autenticidad, lamentaremos quizás muchas cosas, pero no nos arrepentiremos de lo que creímos haber hecho posible; y así como en los umbrales de la  muerte, quien ha vivido plenamente, balanceando goces y sacrificios, triunfos y amarguras, se vuelve hacia atrás y dice con vital optimismo: ¡Si esta es la vida que venga otra vez!, así, viviendo plenamente  la política, cuando ella nos retire, si hemos sido auténticos en su ejercicio, volveremos hacia atrás y podremos decir: ¡Si esta es la política, que venga otra vez!, pero, sobre todo, habremos justificado nuestro quehacer y aún nuestra propia existencia ante los ojos mismos de nuestra propia conciencia.