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[250] ¿LOS MEJORES PROFESORES?... LOS NIÑOS

 

Felipe Díaz Garibay

 

 

Retomado del texto “Así es la vida según Gandhi”

 

Parte 8

 

 

Columna "Una voz en el silencio", semanario "Noticias Cuarto Poder" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 31 de julio de 2016.

 

 

 

Al escribir este artículo, he llegado a la conclusión de que la hermosa etapa de la niñez es inmejorable. Y no lo es porque sea la etapa de la inocencia, o aquélla en que no nos percatamos del mundo que nos rodea, o ésa en la que estamos exentos de las duras pruebas de la vida, lo es precisamente por ser niño lleva consigo en mantener una visión del mundo absolutamente alejada de las anómalas vanalidades que las etapas subsiguientes de nuestras vidas nos ofrecen.

 

De algo sí estoy cierto: en las etapas adultas, bien vale la pena renacer y poder emprender el maravilloso viaje, el inigualable viaje de regreso a nuestra infancia. Tengo perfectamente claro, y creo que muchos de ustedes también, que el enorme desaliento que se extiende por el mundo contagiando a tantas familias es sólo la consecuencia de la desconexión con nuestro niño interior, es decir la falta de armonía con nuestra propia infancia.

 

Hoy en día, y de eso no nos debe quedar la menor de las dudas, vivimos totalmente distanciados, alejados y olvidados de ese niño. O lo que es más y aún peor, lo ahogamos, traumatizamos, lo dejamos congelar como al patito feo del lago; por desgracia hay muchos niños adultos que nunca tuvieron el tiempo suficiente y necesario para vivir su infancia y es así que hay tanta gente que no recuerda su infancia, nunca pudieron vivirla, tenían que ser grandes y adultos antes de ser niños. Y ello se debe, precisamente, a que muchas veces se le niega al niño el derecho de “ser niño”.

 

Evidentemente que no podemos entrar en una máquina del tiempo y volver a vivir esa maravillosa etapa, pero evidentemente puede renacer en nosotros el niño con sus numerosos valores. Y es que ser niño no es una etapa de ser, sino fundamentalmente un estado de ser, una actitud de ser. Visto de otra manera, es condición absoluta para entrar en el Reino de Dios, en el Reino de la vida, en el Reino del amor y la felicidad.

 

Los mejores profesores serán siempre los niños, ellos nos enseñan el modo como podemos conducir al mundo a un estado ideal, ellos nos muestras los mejores parámetros pare recomponer las cosas, ellos nos enseñan el verdadero sentido del amor y a diario nos muestran los inmensos dones de nuestro niño interior como lo son la ternura, el entusiasmo, la sencillez, la confianza, la armonía, la sabiduría, la felicidad y las ganas de vivir.

 

Podríamos enumerar infinidad de cosas que deberíamos aprender de los niños para ser más felices, yo podría tal vez hablar por horas y escribir infinidad de páginas en torno a ello, pero he de decir que reconozco en ellos profundas enseñanzas porque convivo mucho con ellos también, frecuentemente estoy rodeado de infantes y me involucro en su mundo, no por ser tal vez  niño pero sí porque entiendo mucho, y muy bien, su mundo interno.

 

Ellos, los niños reitero, son los mejores maestros de la vida, aportan las bases para lo que sigue siempre en nuestros caminos, son el mejor estímulo, la mayor causa y la más profunda razón de nuestras existencias. Los niños nos pueden enseñar muchas, pero muchas en verdad, cosas sobre la felicidad, y puedo referir en esta ocasión las siguientes: Siguen su instinto, viven el momento, creen, hacen cosas, bailan, cantan, dicen lo que piensan, se emocionan, no les importa si algo es nuevo, se paran a oler las rosas o besar un perro, no discriminan, cuando tienen miedo lo admiten, aceptan los piropos, duermen la siesta, se van pronto a la cama, se involucran y marchan al ritmo de su propio tambor. Cuanto más podríamos hablar de los amados niños, cuanto más de verdad.

 

Sin lugar a dudas, si los seres humanos comprendiéramos que la tarea más importante de nuestras vidas es entrar en contacto con nuestro niño, abrazarlo, valorizarlo, vivir con él toda la vida, seguramente dedicaríamos no sólo más tiempo sino todas nuestra capacidades a valorar y proteger más a este sector que, siendo franco, se encuentra totalmente en el olvido, sobre todo en los sectores desprotegidos de la gran mayoría de sociedades del mundo y cuento entre ellas a la mexicana.

 

Nos vemos la próxima semana con la Gracia infinita de Dios. Les abrazo..