[23] Intervención en la Convención Distrital para la elección de candidatos a diputados locales del Partido Acción Nacional por los Principios de Mayoría Relativa y Representación Proporcional.
Casa de la Cultura, Sahuayo, Michoacán, México, domingo 18 de julio de 2004.
Señores delegados numerarios;
Distinguida militancia del Partido Acción Nacional:
Así como la sangre de Abel, según la Biblia, clamó a Dios desde la tierra por la justicia, así están clamando hoy las naciones del mundo por gobiernos incorruptibles, democráticos, equitativos y justos. Gobiernos que conducen a sus pueblos con justicia, con verticalidad, moral bien cimentada en la honestidad y la lealtad, con una preocupación genuina y permanente por trabajar a favor de la sociedad y el bien común.
El mundo enfrenta hoy la imperiosa necesidad de redefinir los caminos de la democracia cuyo análisis, con todo lo que ella implica, representa uno de los debates más concurrentes al interior del debate de la ciencia social; ella presupone encontrar modelos de gobierno que incluyan un Estado fundado en el consentimiento social que determine, y aplique, las reglas para la justa convivencia social y, como centro de su actividad y como fin último, el bienestar ciudadano.
La democracia no se funda exclusivamente en la posibilidad de votar libremente cada cierto tiempo; los gobiernos democráticos van mucho más allá y hoy puede apreciarse, con franca verdad, que la democracia está en crisis, y es que ésta ha sido superada ya por las propias circunstancias; a las cambiantes sociedades modernas, insertas en un proceso globalizador irreversible, parece que les queda corta ya la democracia, que ha degenerado a grado tal que ahora está compuesta por una creación mediática de los líderes de la escena política, los que son inventados por el propio marketing como si se tratara de estrellas de la farándula.
La democracia, hoy, se ha convertido en un proceso mal entendido; los hechos hablar por sí mismos, la corrupción, la politiquería, la negación y las violaciones de los derechos humanos, entre otros, son hoy en muchas naciones, parece mentira, sinónimo de democracia; se olvida que ésta sólo es posible cuando se nutre de la presencia ciudadana y se basa en sistemas más justos y más cercanos a la gente, donde los ciudadanos tienen la voz determinante sobre lo que el gobierno y sus agencias deben hacer, expresada a través de los procesos de deliberación y representación política.
La teoría electoral de la representación es, en efecto, la teoría de la representación responsable; su problema no es el de satisfacer el requisito de la semejanza, sino de asegurar la obligación de responder. Sin elecciones se puede tener representatividad, pero es verdaderamente difícil sostener que sin elecciones se tenga capacidad de responsabilidad frente a los ciudadanos; en conclusión, un sistema representativo como lo es nuestro no puede existir sin elecciones periódicas capaces de hacer responsables a los gobernantes frente a los gobernados; un sistema político se califica como representativo en la medida en que unas prácticas electorales honestas aseguran ese grado razonable de respuesta y responsabilidad.
Esta es la razón crucial que determina varios de los motivos que esta mañana congrega aquí, en Sahuayo, en esta Convención Distrital. De aquí saldrán candidatos a cargos de representación y es claro que del desarrollo del proceso dependiente la evaluación del mismo y dirá mucho del grado de cultura y desarrollo político de la militancia de nuestro partido pues en él habrá, válidamente, coincidencias y divergencias que bien habrán de traducirse en acuerdos que garanticen el sano desarrollo de este proceso interno que, seguramente, reforzará posturas para combatir con fortaleza y decisión en los próximos comicios locales.
Esta nueva etapa del Partido Acción Nacional en Michoacán debe encontrar una militancia unida en torno, primero, a los principios de nuestra organización política y en torno, también, de todos los candidatos que estarán en el escenario electoral en los próximos meses.
La tarea no será fácil. Habremos de enfrentar la diatriba de quienes no han sabido, por ignorancia o premeditación, encontrar las líneas claras que hoy definen al trabajo político, y la sinrazón de quienes cierran los ojos a la realidad y se deslumbran todavía con el espejismo falaz de la demagogia y el proselitismo audaz de los que enarbolan la bandera de la prestidigitación de la política.
Por ello, es necesario que todos, candidatos y militancia, y especialmente los primeros, caminen en una sola directriz conceptual del trabajo que se realizará en este Distrito.
Los candidatos a presidentes de las ocho municipalidades, deben entender la profundidad del alcance de la institución municipal, consagrada en el alto rango constitucional como la célula básica de nuestra organización política y administrativa; deben comprender y asumir con claridad el alto significado del estilo democrático de gobernar, que significa la vocación, el compromiso y la práctica con que debe llevarse a cabo la gestión gubernamental a distinto nivel, con vistas a la realización programática encomendada por el voto popular.
Por ello, al unísono, los ocho candidatos que resulten electos en las respectivas Convenciones Municipales a realizar el próximo mes de agosto, deben llevar a la ciudadanía una nueva oferta política que contemple:
Una gestión participativa. Para promover efectivamente la participación de la gente en el diagnóstico de los problemas, en la determinación de los desafíos, en la adopción de las decisiones, en la ejecución de las tareas, en la contraloría y evaluación y en los beneficios de la gestión gubernamental.
Una gestión concertadora. Que consista en el ejercicio abierto del diálogo, concertación y construcción de los consensos con las distintas fuerzas sociales, políticas y económicas de cada uno de los municipios, como base de la proyección y la actividad gubernamental.
La Ética. Como una conducta gubernamental honesta, basada en una insoslayable noción del bien común y de los derechos del ser humano, erigida en compromiso, servicio y lucha para construir un futuro superior para las mayorías sociales y para el país entero.
La transparencia. Bajo la aceptación de que todo el quehacer administrativo y político del gobierno debe sustentarse en la comprensión de que el gobierno es administrador de “cosa ajena”, de bienes públicos y que, por definición, la administración pública debe ser pública y no secreta; por consiguiente, debe garantizar el acceso del pueblo a la información y la contraloría social, como una medida para prevenir la arbitrariedad y la corrupción gubernamental.
La gestión abierta. Que considere los cambios y transformaciones del mundo actual tomando, en todo momento, como base el interés nacional, el de nuestro Estado y el de sus respectivos municipios.
La apuesta a la excelencia. Que los convierta, de ser favorecidos con el voto el próximo 14 de noviembre, en servidores públicos, obligados a procurar el éxito de sus gestiones, el cumplimiento de compromisos, objetivos y metas, la maximización de los recursos del pueblo y el logro de los mejores resultados, los integrantes del gobierno, como individuos y equipo, deberán estar irrompiblemente comprometidos con una apuesta total a la excelencia en el servicio al pueblo.
Porque las instituciones nunca estará solo el producto de un acto de un acto de aprendizaje, sino el resultado de un proceso de aprendizaje social expresado, normalmente, en leyes, quienes aspiran a las candidaturas para integrar el Poder Legislativo del Estado de Michoacán, debemos partir de la consideración de que la nueva visión que debemos dar al Estado, requiere avanzar en la agenda de reforma estructural que no implica, como algunas opiniones han expresado, pérdida de soberanía, ni que el Estado renuncie a su responsabilidad como rector del desarrollo nacional.
Por el contrario, las reformas de carácter estructural buscan promover una mayor competitividad y eficiencia en la economía en beneficio de toda la población, lo que, además, permitirá al Estado concentrar su esfuerzo en la atención de las necesidades sociales básicas y en la creación de condiciones propicias para un crecimiento duradero; sin duda esa es la forma más efectiva para promover un desarrollo justo y equitativo de la nación.
Por ello, los cambios estructurales no representan una renuncia a la tradición soberana del pueblo de México; ellos son el paso obligado que debe instrumentarse para incentivar mayores niveles de inversión del sector privado nacional y extranjero.
Es así, que resulta ya insoslayable impulsar reformas:
Que amplíen, modernicen y fortalezcan el sector energético nacional en busca de la mejora del funcionamiento de la planta productiva nacional.
Que acaben con el régimen de privilegios en materia fiscal, impuesto por la tradición del viejo régimen, y que comprueben aumentar la eficacia recaudatoria, y crear una cultura tributaria en el mexicano, que le lleve al cumplimiento voluntario de las disposiciones fiscales, impulsando los valores de honestidad, calidad y transparencia.
Que redunden en el marco regulatorio promotor del empleo y del mejoramiento salarial, difundiendo a su vez los valores de una nueva cultura laboral, garantizando el respeto y la autonomía de las figuras sindicales, promoviendo su modernización.
Que mejoren y actualicen los marcos legales y jurídicos, tanto en los ámbitos federales y locales, en las materias que requieren ya de urgentes adecuaciones, un efecto de fortalecer el Estado de derecho.
Un Estado de derecho no se da por generación espontánea ni depende sólo de la voluntad o decisión de algún actor político en particular; su construcción es un proceso que involucra a todos los actores políticos relevantes ya la ciudadanía, y no se agota en la edificación de un sistema jurídico o constitucional. El Estado de derecho se expresa y realiza en la norma legal, pero también en la definición y el funcionamiento efectivo de las instituciones, así como en la cultura y las prácticas políticas de los actores.
En México, el Estado de Derecho se concibe en el ámbito de la legalidad, de todo el edificio jurídico-político-administrativo que abarca desde la Constitución hasta los bandos municipales. La teoría esta legalidad se considera legítima porque se origina en procesos democráticos, como el que estamos viviendo, y porque es aplicable a todos; esa legitimidad es consustancial a su vigencia y aceptación pero, en México, el Estado de derecho, carece de esa legitimidad porque arrastra vicios de origen y no es aplicable a todos; en el Estado de Derecho debe prevalecer el gobierno de las leyes sobre el arbitrio de los hombres, sin dejar de reconocer las libertades de los ciudadanos, éste debe ser, por consecuencia, creado, protegido y consolidado responsablemente por todos los actores políticos.
Es este el sentido de la convocatoria que, hoy, formulo a todos los precandidatos de nuestro partido a las alcaldías de este Cuarto Distrito Electoral ya los de las organizaciones políticas opositoras: en conjunto, debemos entender que ha llegado el momento de revertir no uno, sino muchos procesos anacrónicos que bien han sabido afectar el desarrollo de la actividad política.
Ha llegado el momento de dignificar su ejercicio. Porque la política tiene designios morales mucho muy elevados.Ella no es una simple transición, tampoco moda pasajera, menos aún capricho sustentado en la irracionalidad; política es despojarse de vanidades, protagonismos y prejuicios, es visualizar el mundo con futuro; es saber que su ejercicio debe elevar al hombre al servicio de sus propios semejantes.
Por ello, desde el seno de esta Convención, en mi calidad de precandidato del Partido Acción Nacional a Diputado Local por este Cuarto Distrito Electoral del Estado de Michoacán, convoco a la militancia panista de esta histórica región michoacana:
A entender que en tiempos en que el concepto de partido parece perdido, es urgente ir en rescate de la credibilidad ciudadana hacia esta figura, las instituciones y el propio gobierno.
A crear en el ciudadano la necesidad de rescatar el proyecto de nación.
A replantear el camino hacia una verdadera democracia y frenar el camino que hoy se sigue, en franca aceptación, hacia la anarquía para justificar el retorno a un Estado autoritario.
A trabajar con ejemplo y desmontar el escenario político actual caracterizado por el pleito constante entre las distintas fuerzas políticas.
A romper paradigmas torcidos y descontextualizados que solamente empeoran el ejercicio de la política y transitar hacia el diseño de un nuevo pacto social.
Hay que acabar con las inercias y atavismos que venimos arrastrando; hay que dar un nuevo matiz y una nueva mística al trabajo político-electoral de los nuevos tiempos.
Hay que evitar que los procesos electorales sean la vitrina donde los partidos políticos ponen a la vista de todos sus miserias, precariedades, descaros y vergüenzas, su arsenal de malas artes y golpes bajos en competencias electorales que no son nada nuevo, son solamente más de lo mismo: candidatos sin propuestas, propuestas que no se debaten, debates que comienzan y terminan en reproches mutuos y ofertas de campaña que no son sino buenos deseos, buenos deseos condenados a la indiferencia de los electores, electores ametrallados por la ráfaga del spot como santo y seña de la cultura política del mínimo esfuerzo.
Los nuevos procesos electorales, por lo que en esencia significan, deben servir de enseñanza y aprendizaje; deben ser campañas para dejar huella en la conciencia ciudadana;no simples recorridos turísticos donde la retórica hace gala de sus falacias.
La problemática mexicana es compleja, ella es el obvio resultado de los grandes problemas heredados del pasado y que muchos traidores a la patria, ahora inconformes, abanderaron en un momento como causa y que ahora, como herencia, se traducen en una visión errónea del modelo de país al que pudiéramos haber aspirado los mexicanos. No debemos dar cabida a que los problemas de nuestro país se resuelvan en la calle; es en las urnas donde debe proyectarse el nuevo pacto social.
Por respeto a la ciudadanía ya la propia dignidad humana –sépase del electorado y de los propios candidatos-, los procesos electorales deben ser la extraordinaria oportunidad para reformar procesos, para reafirmar principios, para corregir formas, para trascender en las ideas, para crecer junto al ciudadano y forjar ése México que parece perdido.
Ha llegado el momento de las acciones, no podemos permitir que México se acabe, no podemos aceptar, por inercia y con una actitud inmóvil, que el mundo sea exterminado; es preciso actuar en consecuencia para encontrar los caminos, todos los necesarios, que restituyan la dignidad a la actividad política.
Ese es el reto que tenemos frente a nosotros los que sí somos michoacanos que, también, somos mexicanos.
Ese es el esquema que necesitan los partidos políticos para rescatar la confianza ciudadana y ser organizaciones para el futuro, ésas de que necesita la democracia, ésas que requiere México, ésas que el mundo entero necesita, ésas que todos, en el marco de procesos electorales o fuera de ellos, tenemos el gran reto de construir.♦