[238] ETICA Y POLITICA
Parte 3 y última
Felipe Díaz Garibay
Columna "Una voz en el silencio", semanario "Noticias Cuarto Poder" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 20 de marzo de 2016.
Con una reiterada disculpa por la ausencia a que me obligaron graves causas, retorno a mi actividad en esta columna y en esta ocasión para concluir esta serie sobre ética y política.
En la última parte referí todos los factores que provocan la desnaturalización del Estado, y debo iniciar esta última parte aclarando que ella es entendible en tanto cuanto esos factores tienen su semilla o su fundamento en una conducta éticamente negativa: en el materialismo, en la mentira, la deslealtad, la intolerancia, el egoísmo, en la carencia de patriotismo, en a burla, etc.
Válida entonces es la ocasión de mencionar, sin entrar en detalles, que existen doctrinas que establecen, como filosofía de conducta, que el radicalismo cree que el fin no justifica los medios, y que los altos fines sólo se alcanzan cuando los medios son adecuados a su altura; se colocan así los medios en el plano del deber constante e inmediato, y surge la filosofía realmente creadora de conducta, que es unidad e interacción entre el esfuerzo moral-personal y el político o social que lo incluye. Esta filosofía radical de la conducta es la única que podrá reintegrar al hombre-espíritu y salvar a la humanidad del posible desastre de los siglos.
Krause, filósofo de gran influencia sobre la doctrina radical, sostenía que la ley moral lleva implícita la libertad y el orden, siendo su máxima de conducta más difundida: "Haz el bien por el bien mismo".
Plenitud, es una totalidad, integridad. Observaremos entonces como esta filosofía es el camino para alcanzar la plenitud del hombre, quien vive en sociedad para alcanzarla, configurándola al nivel de un bien común, principio y fin de la existencia de la política.
La historia de nuestro país muestra como buscando lo mejor para la concreción de un mejor estilo de vida al servicio de la consecución del bienestar común, se han obtenido, en un proceso que comienza, de hecho y tal y como lo deja claro nuestro devenir histórico, desde el siglo XIX y que aún no termina; la emancipación y la independencia, la democracia y la libertad.
Pero queda claro que aún no hemos concluido, la igualdad y el federalismo verdadero, son aún tareas pendientes.
Para concluir, me parece oportuno destacar que la pérdida del camino ético de la política, no es más que el reflejo de una sociedad que también lo ha perdido; al fin y al cabo, los hombres de la política, forman parte de la sociedad a la cual representan y dirigen.
Es increíble cómo la indiferencia individualista ha llegado a atrofiar nuestros más profundos sentimientos, cómo nos ha llevado el egocentrismo a disimular y a quedarnos totalmente ciegos frente a aquellas personas que necesitan y suplican de una mano que las ayude, que les sirva de guía. Es tal la ausencia de solidaridad que se presenta, que hemos llegado al extremo de la extranjería total mientras hermanos nuestros mueren frente a nuestros ojos.
Es imposible pensar que en sociedades corruptas y desnaturalizadas, que no saben de dónde vienen ni a dónde van, que han olvidado su pasado y no tienen visión de futuro, en donde la hermandad es una palabra cada día más en desuso ya que cada cual busca sobreponerse al prójimo en vez de mancomunadamente buscar lo mejor para todos, pueda surgir una minoría dirigente inmune a tal peligrosa enfermedad como lo es la corrupción, la extranjería y lo peor de todo, la indiferencia.
Pero también es cierto que la clase dirigente, que en realidad no es "clase" sino minoría, es la encargada de dirigir y de dar el “ejemplo” a la comunidad y que por lo tanto, tiene una mayor responsabilidad. Dirigir significa enderezar, llevar rectamente una cosa hacia un lugar señalado.
Creo que los mexicanos ya hemos "tocado fondo", hemos sido fiel imitación de la sociedad anteriormente descrita.
Ahora hace falta un cambio rotundo de mentalidad ya que es lo único que nos permitirá "salir nuevamente a flote". Y todo indica que la tierra ya está lo suficientemente abonada para comenzar a sembrar ese cambio, para comenzar a sembrar futuro.
Afortunadamente nuestro país de a poco está madurando, está creciendo junto a la democracia, ha "aprehendido" su dolor y ha aprendido de él.
El mexicano ya no quiere limosnas ni favores, quiere trabajar; el mexicano de hoy tiene sed de justicia, se ha fortalecido en la vida democrática, exige respuestas de sus representantes, responde a la verdad y, en su gran mayoría, condena la inmoralidad.
La falta de ética en todos los ámbitos es un problema de fondo. Tenemos que tomar conciencia de que somos muchos, pero que conformamos uno solo. Tenemos que replantearnos quienes somos, a donde vamos y a donde queremos llegar. Sobre la experiencia del pasado, los valores de aquellos que forjaron la libertad y la democracia, deberemos empezar de nuevo, pero con los ojos puestos en el futuro, en ese escenario que, legítimamente, queremos todos los mexicanos.♦