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[234] JUVENTUD Y CRISIS DE VALORES

 

Felipe Díaz Garibay

 

Columna "Una voz en el silencio", semanario "Noticias Cuarto Poder" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 10 de enero de 2016.

 

 

 

La pregunta sobre la juventud y los valores morales es hoy un tema de gran actualidad, y lo es porque en las nuevas generaciones se muestran los primeros frutos de todo lo que nuestra civilización planta y cultiva, son ellas a través de las cuales se permean los aciertos y las equivocaciones de los viejos o sea de aquéllos que han sido, podríamos decirlo así, los integrantes de las generaciones que ya han aportado lo suyo.

 

Esta primera hipótesis, supera indudablemente una lectura moralizante de la juventud  haciendo que el tema nos remita, inevitablemente, a los factores múltiples que contribuyen a la formación de los valores morales y al desarrollo del comportamiento humano. De esta forma, analizar la crisis de los valores morales de la juventud es, en gran parte, analizar la crisis de los valores morales de nuestra sociedad en general y no hay otra forma de hacerlo.

 

No al menos otra posible.

 

Cuando nos preocupamos por la crisis de los valores morales de la juventud, generalmente estamos impactados por un cambio de conductas que chocan de algún modo con nuestras referencias establecidas. Este cambio altera las formas del vivir que es lo que genéricamente llamamos “valores” como son la libertad, responsabilidad, fidelidad, amistad, sexualidad, autonomía; y por otra parte, altera también la jerarquía o el orden de importancia de estos valores. El cambio se llama “crisis de valores” y la crisis es frecuentemente entendida en un sentido ético negativo.

 

Una crisis puede ser benéfica, y una juventud anterior a la “crisis de valores” no quiere necesariamente decir que es una juventud éticamente mejor.

 

La inseguridad ante lo nuevo ayuda a ver los nuevos escenarios de una manera pesimista, mientras la seguridad de los valores establecidos lleva a añorar el pasado. Realmente una comparación del comportamiento ético del pasado y del presente será siempre difícil. Y además es, de poca utilidad, si se reduce a una mera comparación. La ética, al asumir las preguntas sobre el deber ser, se coloca ante todo delante de la tarea de proyectar críticamente la vida dentro de los nuevos factores y las situaciones dadas. Por esta razón tiende más a dar lecciones del pasado, que establecer comparaciones entre el pasado y el presente.

 

Así, la crisis de los valores morales de la juventud, para que sea adecuadamente pensada, exige una consideración de un conjunto más amplio de cambios en los significados de la vida, cambios que afectan a toda la sociedad contemporánea. Podemos decir que, a propósito del mundo de los jóvenes no se puede ver aislado de este conjunto. Los jóvenes no pueden ser entendidos si no es en el seno de la sociedad en que viven y de la clase de familia de la que proceden o de los padres que los procrearon y, por ende también, del tipo de educación y formación que reciben o recibieron.

 

La juventud actual condensa y refleja los problemas y conflictos de una sociedad compleja y es tal porque ha perdido muchas definiciones y, a su vez también, diversos aspectos de identidad.

 

Para entender la crisis de los valores morales de la juventud, es indispensable saber entonces de qué juventud estamos hablando. Los cambios que ocurren en la sociedad tienen una incidencia aún más profunda, puesto que afectan a la propia constitución de “la juventud”. ¿Qué juventud es esta que vive la crisis de valores morales de la sociedad?

 

La juventud es socialmente un concepto construido por la interacción de muchos factores.

 

El énfasis dado a la juventud, como un grupo social, es algo más reciente que se remonta a nuestro tiempo, como resultado de esta construcción social. La juventud se sitúa hoy en gran parte como un mito. La valoración y mitificación de los modelos de conducta tenidos como típicos del grupo juvenil son una de las características del mundo occidental moderno. Cuando es resultado de interacciones, la constitución de grupos de personas jóvenes toman características diferentes entre sí y pasan por “crisis” también diferentes. Lo que pasa frecuentemente es que tomamos un tipo de grupo hegemónico o con determinada presencia social para definir lo que es “la” juventud, lo que conduce, irremediablemente, a considerar que la “juventud” es plenamente una categoría social, ya que lo que para uno puede ser “juventud” para otro puede no serlo.

 

La construcción social del concepto de juventud se revela claramente cuando se busca definirlo en determinadas circunstancias, nuestro país, México, no pasa obligadamente por estas consideraciones.

 

Así, para el caso concreto de Latinoamérica, la juventud está compuesta de una diversidad de modelos, con cuadros diferentes de valores morales. Esta diversidad es garantizada por diferentes raíces culturales que componen la herencia latinoamericana; por las desigualdades profundas de condiciones económico-políticas, que colocan a gran número de jóvenes en el umbral de la esperanza y de la lucha por la sobrevivencia. De ahí la importancia de retomar constantemente estas condiciones para poder entender más claramente el porqué de la crisis de valores que vive no sólo la juventud mexicana sino la de la gran mayoría de países del mundo.

 

Y ahí está la crisis, ahí estará y su solución se ve realmente plausible.