Mi vida es ahora una acuarela pintada por la mano divina y por el destino mismo, y digo esto porque siempre he asumido a plenitud la voluntad de Dios y me he sometido a sus designios; todos estos años han representado un estricto y puntual proceso de formación en el que he recibido innumerables principios que me han dado carácter, que me han hecho no al andar sino bajo un esquema que fue pensado desde antes que yo naciera; mi vida por ello ha estado sujeta a procesos y formas, formas y procesos reitero, que me han preparado para ser testigo y actor de mi propia historia y para saber vivir mis propias circunstancias.
Me ha correspondido vivir y enfrentar un mundo que me ha obligado, desde pequeño, a mirarlo con calma y ojos serenos, un mundo en el que han sido muchos los contrastes y no todo ha sido agradable pero que he sabido enfrentar sus pruebas y dolores mirando a mi pasado y me refiero a todo eso que me constituye ejemplo de vida; he vivido todo este tiempo en un mundo altamente contrastante, en un mundo que ha olvidado cualquier formalidad y en el que la humanidad agoniza amordazada de pies y manos por la barbarie; vivo en un mundo que a veces me da asco y presiento haberme equivocado de tiempo y espacio pero cuando toco el verdadero significado de mi existencia y miro hacia mi pasado generacional cualquier sensación anómala desaparece; cuando observo lo que he llevado conmigo desde tiempos inmemoriables, cierto, el asco desaparece y todo me parece nítido y lleno de esperanza.
Siempre he estado cierto del amplio sentido de mi raíz y ello me ha hecho comprender a cabalidad el sentido también de la distancia y me refiero a esa distancia que debe primar ante la frivolidad y los desvaríos pues fui formado bajo el sentido del deber y el compromiso con la humanidad, y lo he hecho no como un verdulero, no como un hortera, no como un cualquiera que es como se comportan la mayoría de quienes se mueven en los ámbitos de lo eminentemente público, por inseguridad y por mediocridad y en muchos casos por la ignorancia de no saber qué son y qué representan.
Mi vida pública ha estado marcada por un comportamiento que me hace ser no un cantante pop o un actor de telenovela; he procurado la contención, la pulcritud, el cuidado gestual y una noble austeridad que me hace ser distante cuando debo y presente cuando las circunstancias lo ameritan; he buscado ante todo la autenticidad y ser yo en mis propios escenarios y no en los que otros hubieran querido imponerme.
He enfrentado mis retos sabiendo muy bien lo que soy, ello nunca lo olvido y quizás por ello me he ganado tantos rencores. No he caído en el facilismo de querer gustar pues eso rebaja y nos hace presa del ridículo en lugar de conseguir los objetivos. Siempre he sabido ser lo que soy, aun cuando a algunos les cueste comprender; fui formado para lo que soy y no represento el producto amañado de voluntades ajenas.
He cometido errores y de sus graves consecuencias he sabido, con rigor y con mi propia esencia, mantenerme de pie y firme, lo mismo en la adversidad que cuando el sol esplende. He sabido guardar las formas en un mundo que ahora parece desparramarse, que ahora parece encaminarse hacia el vacío. He conocido la minuciosa explicación de mi encomienda y el valor y significado que tienen los espacios que piso.
Alguien dijo alguna vez que mi historia era irrepetible y lo es porque me fue impuesto el sentido de la existencia marcada en el compromiso con mi raíz y con lo que a mi alrededor tengo.
Llego a los nada fáciles 55 años de edad en medio de ausencias, en momentos en que todo parece distante y ya lejano, pero justo hoy miro la acuarela de mi vida, aquí sentado frente al ordenador, a solas y en silencio y, sin tomar mi fe a la ligera ni como una excentricidad de otra época, me pongo de pie para agradecer por la vida primero a Dios y a mis señores padres y continuar, con serenidad absoluta, pisando este planeta cierto de que la trascendencia de mis actos será lo que un día me confirme qué tan merecedor fui de haber vivido estos 55 o los que en el futuro con la Gracia de Dios pudieran venir.
Hoy sólo me resta decir a todo lo que me causa añoranza, recuerdo, tristeza, dolor y alegría, a mi vida entonces… y desde luego a todos ustedes que me leen también… Gracias infinitas… Gracias siempre.