[214] ALGO SOBRE LA MALTRATADA DEMOCRACIA
Felipe Díaz Garibay
Columna "Ventanas al Pensamiento", semanario "Vox Populi" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 7 de diciembre de 2014.
Nunca como antes se ofrece la oportunidad de analizar, con el debido rigor académico desde luego, el multicitado concepto de la democracia, y es que el análisis de la democracia representa uno de los más concurrentes debates al interior del análisis de la ciencia social ya que presupone encontrar modelos de gobierno que incluyan un Estado fundado en el consentimiento social.
La ola democrática de las dos últimas décadas parece haberse detenido y muchos países retroceden al autoritarismo o enfrentan tensiones sociales y económicas cada vez más intensas, México entre ellos. En efecto, en teoría, el mundo es más democrático que nunca (140 de 200 países realizan elecciones), pero en la práctica sólo alrededor de 60 son plenamente democráticos con respecto a los derechos humanos, prensa libre y poder judicial independiente. Aunque ha habido progresos sustanciales en los últimos decenios, en la mayor parte del mundo, muchos países de Europa Central y oriental, la ex Unión Soviética y África Subsahariana descendieron en el índice de desarrollo humano.
Pero lo que muchos no acaban por entender es que hablar de democracia no es hablar simplemente de “elecciones”; muchos creen que por el hecho de participar en elecciones, se vive una plena democracia; están equivocados quienes creen que la democracia se funda exclusivamente en la posibilidad de votar libremente cada cierto tiempo; los alcances del gobierno democrático van mucho más allá y hoy puede apreciarse, con franca verdad, que la democracia está en crisis, y es que ésta ha sido superada ya por las propias circunstancias; a las cambiantes sociedades modernas les queda corta ya la democracia y más aún si se toma en consideración el retrógrada papel que están jugando en nuestros días las organizaciones llamadas “partidos políticos”.
En cierta forma, la democracia se ha degenerado a grado tal que ahora está compuesta por una creación mediática de los líderes de la escena política, los que son inventados por el propio marketing como si se tratara de estrellas de la farándula. No hay nada que valga la pena realmente en el fondo.
La experta percepción de Norberto Bobbio encuentra a una democracia establecida en el conjunto de reglas que establece quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos. Puesto que por el grupo decide un individuo, estas reglas hacen valer la decisión tomada por éste como grupal; de esta suerte, el régimen democrático se caracteriza por atribuir el poder de la toma de decisiones y esta atribución, con el respaldo de ley, se convierte en un derecho. La regla fundamental de la Democracia es la “Regla de la Mayoría” y sus decisiones se consideran colectivas y obligatorias y, por lo tanto unánimes; la unanimidad se da, así, solamente en grupos pequeños u homogéneos.
Bobbio realiza un análisis que aporta valiosos elementos para la mejor comprensión de la democracia actual; son rescatables las seis promesas falsas que nos permiten visualizar la perspectiva ideal y la “cruda realidad” de esta forma de gobierno. Del nacimiento de la Sociedad Pluralista, la reivindicación de los intereses, la persistencia de la oligarquías, los espacios limitados, los poderes invisibles, los ciudadanos no educados o carentes de virtudes, indudablemente es la escasa cultura política ciudadana, de los males, la peor entre las peores.
Sin educación y cultura política difícilmente podríamos hablar de justicia, por ellas hemos tenido infinidad de progresos y por ellas también sería posible erradicar o dar marcha atrás en múltiples anacronismos que aquejan hoy a la humanidad. La democracia moderna no puede tener más individuos pasivos, preferidos desde la óptica de Bobbio, por los gobernantes pues requiere de menor esfuerzo su control; nada más aberrante que la ignorancia humana que hace más que no entender las realidades, soportar tanta desigualdad y tanta injusticia. Los ignorantes, por “aras del destino” son la carne de cañón de los “hábiles gobiernos” de nuestros días, “sabedores de todo” y expertos en nada, que bien lisonjean los vicios y denigrar las virtudes.
En el pasado siglo el mundo se ha movido hacia la democracia. En la primera década las monarquías, reinados y dictaduras eran la forma de gobiernos predominantes. La revolución rusa en 1917 introdujo al mundo el comunismo, sistema que teóricamente es igualitario, pero los hechos y la práctica demostraron lo contrario, como sucede en la vecina Cuba y en Venezuela, caso aberrante éste último que en nuestros días ha dado tanto que decir. En este escenario nos encontramos con el apoyo estadounidense de las dictaduras en Latinoamérica y en la región del caribe. Esto continúa hasta durante la década de los sesenta y principios de los setenta; a mediados de los años ochenta, durante la administración del Presidente estadounidense Ronald Reagan y mientras Rusia era gobernada por Mikhail S. Gorbachev, empieza a decaer lo que era una súper potencia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deja de existir apenas iniciada la década los noventa como producto del sinnúmero de contradicciones propias del modo de producción socialista. Por consecuencia, los Estados Unidos de Norteamérica, de la noche a la mañana, se convierten en la única súper potencia en el mundo y adoptan la política que definieron como un "Nuevo Orden Mundial". Al no tener oposición se convierten en lo que podríamos concebir como una “Policía Mundial”.
Con este tablero los movimientos hacia la democracia mundial se manifiestan en un proceso acelerado y se puede constatar que entre 1900 y el 2014, de una forma u otra, una gran mayoría de países, opta ya por el sistema democrático y sus valores. En este proceso evolutivo la civilización ha pagado un precio extremadamente alto las pérdidas de seres humanos que bien sobrepasan los 500 millones. Sin embargo, la pobreza la marginalidad y los conflictos continúan y no es posible vislumbrar, en el corto plazo, la añorada paz mundial.
Pero resulta que hoy en día los hechos hablan por sí mismos, y sin entrar en muchos detalles, diré que la corrupción, la politiquería, la negación y violaciones de los derechos humanos entre otros males son hoy en muchas naciones sinónimos de democracia. En su forma pura y transparente la democracia no es una real posibilidad en estos momentos, la forma en que ha evolucionado no es aceptable.
Hoy, el discurso político se inscribe en el clásico intercambio de retórica; todos se refieren a la integración económica, al libre comercio, a la necesidad de combatir la pobreza extrema, a la urgencia de abatir el crimen organizado, a las solidarias cruzadas contra el hambre, como condiciones para garantizar la gobernabilidad en los países del orbe y también se refieren, los más atrevidos, a la sustitución del Estado por el Mercado; pero pocos, realmente muy pocos, se refieren a la necesidad de replantear la democracia a efecto de hacer vigente el fin y el objetivo de un Estado que aunque plenamente conceptualizado hoy mal funciona y que como como estructura y como la mejor forma de organización social que ha pretendido ser hoy ya no es tan eficiente y no porque sea malo en sus fines y objetivos que naturalmente le dieron origen, sino porque con el paso de los años, los lustros, las décadas y los siglos el hombre mismo, en su afán de dominio, tanto lo ha viciado y tanto, en verdad, lo ha prostituido.
Nos vemos en la próxima si la Gracia de Dios me lo permite.♦