[212] NOTAS SOBRE LA DEMOCRACIA MAS CARA DEL MUNDO
Felipe Díaz Garibay
Columna "Ventanas al Pensamiento", semanario "Vox Populi" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 16 de noviembre de 2014.
En un país de pobres, con más de 60 millones de miserables, con una serie de atrasos y necesidades, resalta la opulencia de que hacen gala consejeros y representantes de partidos políticos en el ahora Instituto Nacional Electoral (INE), que no se conforman con ejercer miles de millones de pesos, sino que exigen todavía importantes incrementos presupuestarios para cada ejercicio fiscal y no se diga para el 2015 año electoral en que se habrán de jugar el todo por el todo en un elección federal intermedia además de muchos procesos electorales locales; el argumento es siempre “para cubrir la inflación y otros gastos imprevistos”
Me sigo preguntando desde hace varias décadas, ¿cuáles son esos imprevistos?
México paga la democracia más cara del mundo, por encima de Estados Unidos y las naciones europeas.
En México, todo se hace con derroches y con lujos, desde sacar una credencial hasta movilizar a miles de personas antes y después de las elecciones, a fin de decirle al pueblo que hubo claridad. Después sale una serie de imperfecciones y de cuestionamientos, pero ya pagamos cientos de millones de pesos que podrían servir para la salud, la educación, la generación de empleos, la seguridad social (que no pública porque esa francamente es inexistente), la instrumentación de programas más equitativos, en fin, para toda una serie de programas de los cuáles carece la tan sentida sociedad mexicana de nuestros días.
La democracia en México es un lujo para un país de pobres como el nuestro, donde más de 60 millones de mexicanos que padecen esta condición –casi el 50% de esa suma viven en extrema pobreza- son observadores sin voz de los presupuestos multimillonarios que cuesta una elección federal, que como los procesos presidenciales del 2000, el 2006, 2012 y las sin fin de elecciones que se acumulen en la semana, han significado para el erario público un promedio de 325 pesos por voto y un presupuesto que va más allá de lo imaginable pues bien superan los siete mil millones de pesos y que viene a ser 15 veces más de lo que gasta Estados Unidos y los países de Europa en el mismo ejercicio.
Pero sin duda alguna el 2015 ofrece “profundos ajustes”.
La conversión a salarios mínimos vigentes arroja que cada sufragio mexicano, de los que han servido para, por ejemplo, lograr la alternancia en el poder y el triunfo de los Presidentes de México por ejemplo, equivale a casi una semana de sueldo para un obrero, que apenas tiene para mantener a una familia de cinco integrantes.
Aún más, en su conjunto, el presupuesto que en años electorales como lo será el 2015, se otorga al ahora Instituto Nacional Electoral (INE), puedo afirmar que, en una estimación, es igual a más de 37 millones 600 mil semanas de ingresos para la clase obrera, una por cada votante que acude a las urnas en escenarios donde el abstencionismo es, sin duda, la pérdida más grave.
Sin embargo, consejeros y representantes del INE, así como los representantes de algunos partidos políticos, no tienen el menor empacho en afirmar, antes y ahora, que el precio de nuestra democracia se justifica, ya que de lo contrario México podría abandonar los cauces de la legalidad y enfrascarse en brotes de violencia por el poder, donde los pobres no serían pobres, sino muertos y estadísticas.
Y van más allá, pues en un franco intento de aclaración, arguyen que los gastos de la transición política nacional se multiplican debido a la desconfianza ciudadana –el costo más caro- en cualquier proceso electoral, amenazados por el miedo al fraude y las luchas por el poder que generalmente desatan los cambios en una nación como la nuestra; tal y como sucede en cada elección, bien sea presidencial o intermedia donde los conflictos pre y poselectorales ofrecen escenarios de violencia y enfrentamiento como riesgo permanente.
De igual manera sostienen que los costos electorales disminuyen en tiempos de paz electoral en los cuáles el presupuesto que recibe el organismo electoral nacional ronda entre los cinco o seis mil millones de pesos.
Justo en el momento en que escribo este artículo se está aprobando el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2015 y el monto que él mismo defiende asciende a 13 mil 216.9 millones de pesos suma única en la historia nacional, monto que será destinado, como en otras ocasiones a promover y mantener las estructuras político-democráticas del país; tenemos así que, por experiencias pasadas, con toda certeza el 54 por ciento será destinado para gastos de operación y 46 por ciento para el financiamiento público de los partidos políticos.
Ello corrobora, en efecto, mi apreciación en el sentido de que en México, un país con profundas desigualdades sociales, se vive, simple y sencillamente, “la democracia más cara del mundo”.
Hasta la próxima si la Gracia de Dios me lo permite.♦