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[200] LA SITUACION ACTUAL DE MEXICO. LAS CONTRADICCIONES DE LA DEMOCRACIA

 

Felipe Díaz Garibay

 

Columna "Ventanas al Pensamiento", semanario "Vox Populi" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 10 de agosto de 2014.

 

 

 

Pobreza y desigualdad han cruzado los territorios económicos y políticos de los ya avanzados principios de siglo mexicano. Sus magnitudes no solo han crecido, sino que la concentración del ingreso y la riqueza se han agudizado, sin que en realidad nunca haya dejado de ser ésta la marca distintiva de la estructura social del país.

 

La situación actual en México es tal que la pobreza que heredamos de regímenes anteriores, incluyendo los aclamados panistas desde luego, hoy por hoy ya se ha convertido en un detonante que bien cuestiona el desarrollo de nuestra democracia.

 

Es cierto que la democracia mexicana poco atiende a la raíz de sus definiciones clásicas que la sitúan como “el poder del pueblo” (del griego Démos, pueblo; Kratos, poder; Krateín, gobernar) y como en la democracia la mayoría tiene fuerza de ley, entonces en México se vive un proceso democrático incompleto pues los pobres, que son una buena mayoría, no se incluyen en las decisiones de gobierno a no ser de manera exclusiva en los asuntos electorales.

 

En nuestra democracia los pobres están cada vez menos representados aún cuando éstos constituyen la base electoral más fuerte, la que más vota por las incumplidas promesas; es la que prácticamente hace a los representantes aún cuando éstos poco se ocupan de ellos.

 

Todo está a la luz y quienes detentan el poder, es decir la clase política, viven con el reloj adelantado y piensan más en su futuro propio que en el resto de los mexicanos; nuestros representantes, por regla, andan muy distraídos de las ocupaciones para las que fueron electos lo que les convierte en adversarios muy pero muy radicales de la democracia.

 

Problemas como el autoritarismo, la constante violación de derechos humanos esenciales, la concentración del poder de decisión en pequeños grupos económicamente poderosos, las fallas e irregularidades en los multicitados temas electorales, el intento de desmantelamiento del Estado, la incapacidad de las fuerzas democráticas para conjugar esfuerzos y unirse, la tendencia de los partidos a creer que de ellos depende el cambio y el progreso y no de constelaciones de fuerzas mucho más amplias y heterogéneas entre los que desde luego los pobres por ser mayoría cuentan mucho, todos son signos de una crisis que, lejos de resolverse, se extiende cada vez más.

 

Y será así porque entre las fuerzas políticas que definen los grandes temas naciones, será difícil que existan acuerdos. Puede más la fuerza de los bolsillos que las necesidades extremas de un pueblo.

 

En México, tres de cada cinco niños vive en la pobreza y de ellos dos en pobreza extrema. México tiene el décimo lugar entre las economías más grandes del mundo y el lugar 80 en cuanto al ingreso per cápita; es decir, en nuestro país tenemos un injusto y pésimo reparto de la riqueza.

 

Desde hace ya varios años, en México tenemos estancada la reducción de la pobreza y por más que el Banco Mundial, hace no muchos años, recomendó al gobierno mexicano entre otros puntos importantes y urgentes, reducir la pobreza y desarrollar el capital humano, el índice de pobres camina en alarmante alza, pero cómo no si son ellos la base electoral más importante, la que con una mínima cantidad o un plato de comida está presta a emitir su voto en favor de la burla y la falacia.

 

El fenómeno de la pobreza extrema en México es un problema que requiere una visión de largo plazo y que trae consigo una severa inequidad social y económica. El problema de la pobreza extrema encuentra su antecedente en la deplorable planeación del ingreso. La pobreza extrema en México se encuentra en aumento, y esto se debe a una desvalorización del trabajo entre los sectores más importantes de la sociedad.

 

¿Para qué sirve entonces la democracia? La democracia es un proceso en constante perfección. La democracia como sistema se compone de varios factores: salud en sus instituciones, equilibrio de poderes en función, transparencia en las acciones de los funcionarios públicos, entre muchos otros. Sin embargo, en México uno de los obstáculos más fuertes a la democracia es la creciente desigualdad que ha enfrentado México en sus ultimas dos décadas, la poca visión de sus funcionarios públicos y un corporativismo que sigue aún vigente. Dicho de otro modo, a pesar de la alternancia de poderes que vivimos desde hace casi cinco años, la democracia no ha alcanzado niveles de calidad.        

 

La democracia en México es frágil, incipiente, sin calidad, y esa es la apreciación que de nosotros se tiene en el mundo entero e, incluso, como la definen algunos líderes de talla internacional. Esto se debe principalmente a que presenta síntomas de desgaste social cada vez más evidentes: primero, el aumento en la desigualdad social vinculado con el tema de la pobreza; segundo, la falta de oportunidades de empleo, principalmente para las nuevas generaciones; tercero, la poca o nula credibilidad que tienen los partidos políticos aunado a la corrupción de éstos en la actualidad; cuarto y último, el desgaste en el cuerpo legislativo y la falta de consensos coordinados y estructurados de manera seria.

 

Por consiguiente, existe el peligro de que el tiempo de la transición democrática se postergue indefinidamente. Además, de que prevalece en el ánimo de la sociedad en general un sentimiento generalizado de que la democracia no está funcionando; se percibe que hay parálisis en el cambio. La democracia en México no presenta un proyecto social definido; no tiene una estructura ni una visión a largo plazo y, desde luego, no dice nada a las verdaderas mayorías mexicanas y sobre todo a aquéllas que más acuden a las urnas.