[188] LA NUEVA REPRESENTATIVIDAD. LOS PARTIDOS Y SUS CONTRADICCIONES
Parte I
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 15 de agosto de 2010.
En vísperas del inicio de las campañas políticas en nuestro Estado, recordemos que el próximo año, 2011, específicamente el domingo 13 de noviembre, tendremos en Michoacán la oportunidad de renovar los tres poderes, entiéndase al gobernador, al Congreso Local íntegro y las 113 alcaldías.
En este tenor, vale la pena cuestionarse, qué ha sido lo que realmente sucedido en los últimos comicios realizados en nuestro país, y no solamente los locales del pasado mes de julio, sino las federales inmediatas anteriores, desde luego que nuestro Estado no escapa a esta realidad. Y vemos que, lejos de cualquier alarmismo estéril, lo acontecido en las urnas en esos procesos electorales, tan esperados por muchos y sobre los que también se hicieron infinidad de vaticinios, no es nada halagador. Yo me cuestionaría ¿a quién se ha elegido en estos y otros comicios?, mas del 50% de abstencionismo promedio en el país –hay Estados en donde éste asciende incluso al 60%- es para sentarse un rato a reflexionar.
Una cosa sí queda clara, y es que después de que muchas de esas elecciones han sido verdaderamente atroces, donde se han gastado buena cantidad de millones de pesos en producir basura electoral y de perder tiempo y esfuerzo en tratar de elegir entre candidatos inelegibles, hay varias preguntas pendientes de respuesta y tal vez todas ellas se resuman en una y que vuelvo a formular: ¿a quién puede realmente elegirse en procesos tan poco participativos?
La perspectiva que pueda tenerse, a partir de este momento, de la realidad nacional es distinta y bien nos lleva al desánimo.
Me queda clara una cosa: no hay cultura cívica en México, y justo aquí es donde yo cuestiono y cuestionaré a, cualquier nivel, las enormes erogaciones que en México se realizan para la manutención de los partidos políticos; éstos no han entendido aún el sentido real de una campaña política, menos aún de los procesos electorales.
Como mexicanos ¿qué tan dispuestos estamos a seguir soportando esto?
Contrario a lo que puedan pensar y decir los optimistas y analistas políticos de corta visión incapaces de percibir aspectos importantes de la realidad nacional, puedo apreciar que el ambiente político mexicano, ahora, no es nada favorable para el avance o consolidación de la democracia. La sociedad muestra enfado, desencanto y, lo que es peor, falta de credibilidad en los partidos políticos y en la muy regular imagen de la función pública. Imagen que los mismos políticos y funcionarios públicos se han ganado a pulso, con base en sus recurrentes prácticas antidemocráticas, múltiples dedazos –ahora camuflajeados de “consultas a las bases” y desde luego las famosas “encuestas”-, centralismos, decisiones unilaterales, influyentismos, madruguetes a más de elecciones internas turbias.
La estructura de los partidos políticos, su ser y quehacer, aparecen hoy rebasados por una conciencia ciudadana más crítica.
El que el acceso al poder para dirigir el destino de la sociedad, la aprobación de leyes y decretos –hoy paralizados por los intereses partidarios que han buscado a cualquier precio descalificar toda acción que emprenda el actual régimen–, y la politización y manipulación de los problemas sociales, dependan de los partidos políticos, hace vivir al pueblo en una nefasta partidocracia, que no puede calificarse sino como un rechazo al cambio democrático, como un darle la espalda a las aspiraciones ciudadanas, o dicho de otra manera, como una traición al pueblo al que se dirigen para buscar gobernarlo.
Las nuevas tendencias dentro de las sociedades modernas, buscan poner en manos ciudadanas toda una serie de procesos que antes era impensables; muchas sociedades han dado ya pasos importantes en esta materia. Este aspecto, parecen ignorarlo los nuevos operarios de la política cuya experiencia no precisamente responde a sus afanosos empeños.
Por ello, la conciencia ciudadana que cada día está más despierta, tendrá que ser más corresponsable en su participación política al exigir que los partidos, los funcionarios públicos, las autoridades y a políticos de cualquier ideología o tendencia, ejerzan una clara mística de servicio que sacrifique el egoísmo personal o partidario en aras del bien común de la sociedad.
¿Demasiado no?
No es la primera vez que me refiero a ello, hacen falta nuevos esquemas de acción política, nuevas formas de entenderla y ejercitarla.
Es una verdadera lástima que siendo México un país donde se dice defender más claramente el régimen democrático como modo de gobierno, quienes debieran ser los principales promotores de la participación ciudadana nada hagan al respecto; al contrario, al menos las campañas recientemente realizadas así lo demuestran; amén de considerar las tendencias que se observan al interior de muchos partidos políticos donde los actores están en la total defensiva en virtud las formas en que se desenvuelven ciertos procesos internos.
Nada nuevo, verdaderamente nada que llegue al fondo de las cosas: los mismos esquemas, las mismas acciones subrepticias, las mismas falacias, las mismas mentiras, los mismos halagos, las mismas diatribas, las mismas descalificaciones, los mismos traidores y ahora en plena escena apoyados por diestras y siniestras.
¿Qué saca realmente la ciudadanía de estos procedimientos? ¿Cumplir con sus “obligaciones ciudadanas” simplemente? ¿Alguien piensa en cumplirle a ella? ¿Está la ciudadanía en la preocupación de quienes la representan?
Preguntas para la eternidad. Interrogantes sin respuesta. Nos vemos la próxima semana. (Continuará).♦
