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[183] LA JUVENTUD Y LOS PARTIDOS POLITICOS

 

Parte II y última

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 18 de julio de 2010.

 

 

 

De lo que sí se debe estar seguro es de que si se participa en política hay que hacer una entrega completa.

 

Las participaciones a medias no son tan fructíferas y, a veces, suelen complicarlo todo. Lo importante no es estar en la política, es vivirla con pasión y con entrega. No es cierto, sin embargo, que con la participación exclusiva de los jóvenes, el anquilosado sistema político nacional va a cambiar.

 

Los dinosaurios son pesados y cuesta moverlos y, como infortunio, existen en todos, los partidos políticos, incluso en aquéllos que tanto alardean de pulcritud y decencia, ¡hipócritas!. Podrá  entenderse que en el avatar político “todo se vale”, reflexión que no comparto, pero de verdad hay liderazgos que rayan en lo demoniaco, algunos tienen representación y otros más van como hienas en busca de ella. Pobre México.

 

Pero lo importante es sentir que, como joven, se actúa correctamente y que se esfuerza por hacer política en forma verdaderamente distinta. Justo así empiezan los grandes cambios.

 

La actividad política ofrece escenarios diversos, no del todo halagadores; existen, como se dice comúnmente, las altas y las bajas, y suele haber caídas y levantos y esto suele desalentar la participación de los sectores juveniles en las actividad política y más aún con determinadas siglas o colores.

 

Formación, ecuanimidad y visión de futuro, son elementos consustanciales al joven que quiere hacer o hace política. No basta con entregar energía y pasión ni con creer que en tocadas y borracheras van a adquirir los principios, ¡no!, pero qué terrible equivocación, que fatal desvarío.

 

La juventud actual incurre en el mismo error que las generaciones pasadas. Se da a entender como si de un lado está la población no partidista, con sus ideales, sin manchas, deseosa de actuar correctamente y, del otro, están esos obscuros políticos, mentirosos y cínicos, prestos a asaltar cuán piratas al erario nacional, porque es lo único que les importa, y a los hechos nos vamos y si alguien tiene dudas, ¡las aclaramos cuando quiera y como quiera!

 

Eso se llama maniqueísmo perverso.

 

No es cierto que la sociedad mexicana sea blanca en ideales de un lado y negra en ambiciones del otro. Los partidos políticos y sus dirigencias, en última instancia, no son sino reflejo de la sociedad que representan. Sin duda aquí radica la importancia de la constante preparación de los jóvenes y su involucramiento en la política nacional, aquí entra esa visión de futuro que deben trabajar permanente y constantemente y entender que las casas sucias no se limpian porque, desde fuera, uno a gritos lo ordene. Para limpiar una casa hay que abrir la puerta, entrar y barrer desde adentro. Lamentablemente, ningún partido le entra a esto, ¿será por algo?

 

Ya no es tiempo de temer a la participación política; los jóvenes debemos despertar nuestro interés por ella. Es momento de acabar con los viejos rencores de los adultos y permitir el acceso a las nuevas generaciones que son, al final de cuentas, las únicas responsables del diseño de su propio futuro.

 

Bien vale la pena despertar el interés de la juventud hacia la participación política activa; sería un extraordinario paso en el rescate de la credibilidad en el sistema de partidos y brindar mejores opciones a las futuras generaciones mexicanas.

 

Los jóvenes deben entender: ¿Quiénes son los más afectados por la violencia?, los jóvenes. ¿Quiénes son los más afectados por el desempleo?, los jóvenes. ¿Quiénes son los que más pueden ganar o perder a causa de las políticas educativas de los gobiernos?, los jóvenes, ¿Quiénes son los mas dañados con la inequitativa política de recaudación nacional y de distribución del gasto público?, bueno pues también los jóvenes.

 

Serán siempre los jóvenes porque constituyen la generación futura los que habrán de decidir el devenir histórico de nuestra sociedad y diseñar, con sus propuestas e inquietudes responsables todas, el  modelo social al que en su momento nosotros mismos, entiéndase todos los mexicanos, aspiramos incluso aún a pesar de que muchos jóvenes y viejos, por vivir ahora la plenitud rosa de la vida, crean lo contrario.

 

De lo que sí debemos estar seguros, los jóvenes es de que la juventud, con su abstencionismo, con su apatía electoral y política, se vuelve algo así como una masa de aire en un cuarto cerrado: por más que abunde, por más importante que sea para la vida de una comunidad, no se le mira, no se le aprecia, no se le otorga su verdadero valor.

 

Ojalá que los “chavos” sepan de donde vienen, donde están y a donde quieren llegar, valdría la pena pues en sus manos está el futuro, indefinido aún, de este país que arrastra ya profundas desigualdades que exigen ya, y por todos lados, un certero rediseño social.