Publicaciones

[181] LA JUVENTUD Y LOS PARTIDOS POLITICOS

 

Parte I

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 11 de julio de 2010.

 

 

 

A poco más de la mitad de un régimen que proviene de uno de los procesos electorales más intensos en la historia reciente de México, que bien ha dejado claro, hasta ahora, cuáles son los retos que habremos de enfrentar como nación en el presente siglo, es preciso retomar el tema de los partidos políticos pero, ahora, desde el enfoque de la participación de los sectores juveniles en las distintas fuerzas políticas de México.

 

Porque los jóvenes de hoy serán los adultos de un mañana inmediato, es necesario definir cuál es la forma en que los partidos toman la inquietud juvenil de participar en sus filas.

 

Así entonces, un tema especial dentro de la agenda de la temática partidista debe constituirlo la relación que entablan los partidos con un sector muy importante dentro del trabajo que desarrollan dentro de las sociedades donde actúan los jóvenes.

 

Tengo perfectamente claro que es justamente la relación de los partidos con sus bases la que pone de manifiesto, una vez más, el agotamiento del sistema de partidos políticos, producto de serias deficiencias estructurales que dañan su nivel de representatividad y la legitimación del sistema político en general. Este contexto plantea un gran desafío para los jóvenes, no sólo porque constituyen una buena mayoría de la población, sino porque con su entusiasmo y creatividad, pueden y deben convertirse en portadores y facilitadores de una nueva forma de hacer política.

 

Ese es el mayor de sus retos y deben asumirlo a plenitud. Lamentablemente la forma en que los jóvenes se insertan en la vida política nacional, pero más la manera en que los conducen sus propios liderazgos deja mucho que desear; no llevan consigo tesis, no un programa definido a no ser la intención de ganar espacios políticos que, por cierto, no son bien aprovechados, o al menos no para dejar una huella definida en su propio sector.

 

Ello es lamentable.

 

Hoy es urgente ir a la reflexión sobre temas clave en el mundo político de nuestros tiempos, tales como la participación juvenil en los partidos políticos, los elementos que desmotivan esa participación y, también, sobre las expectativas y propuestas de los jóvenes para reestructurar el sistema de partidos políticos.

 

La tendencia actual de participación juvenil, al menos la más intensa por ser los espacios donde se siente más identificado o más escuchado, indican que la participación de los jóvenes se manifiesta básicamente en organizaciones tales como las iglesias y asociaciones estudiantiles a nivel diversificado y universitario. Podemos atribuir la falta de participación política a múltiples factores que es necesario tomar en cuenta tales como:

 

La débil credibilidad en los partidos políticos como consecuencia de su falta de representatividad y de democracia interna, así como del clientelismo político.

 

Falta de apoyo y motivación desde el propio seno familiar, donde se ubican otro tipo de problemas que bien requieren de estudios y análisis desde enfoques sociológicos verdaderamente serios.

 

Los jóvenes no reciben una pertinente educación cívico-política satisfactoria capaz de crear conciencia acerca de la importancia de su participación. Y esto a sus líderes y representantes poco les importa.

 

La precaria situación económica en la que viven la mayoría de jóvenes mexicanos les impide dedicarse a las actividades políticas.

 

Los jóvenes no sentimos que se nos tome en cuenta, es decir, que lejos de tener una participación real dentro de las organizaciones partidarias, nos sentimos "utilizados" por éstas. Nuestras labores se circunscriben básicamente a brindar apoyo en las campañas proselitistas y en escasas ocasiones se les da la oportunidad de acceder a puestos de dirigencia en el interior de los  partidos o bien, a optar a cargos de elección popular.

 

Aunque los jóvenes conocen de la importancia que reviste su participación para el rescate del sistema de partidos políticos en el país, creo que no basta el criterio que solo se encamina a despertar su interés. Es necesario que los partidos introduzcan cambios estructurales tendientes a garantizar la efectiva y real integración de los jóvenes a la vida política nacional desde enfoques de mayor responsabilidad.

 

Revisando algunos materiales, se puede llegar a la conclusión de que las propuestas de los jóvenes para reestructurar los partidos políticos, giran en torno a la imperante necesidad de fomentar la educación y formación cívico-política con programas acordes a la juventud. En este sentido grupos importantes de  jóvenes señalan que tanto los partidos políticos como el Estado, deberían de desempeñar un rol activo y permanente.

 

Pero las cosas deben ir más allá, yo estoy cierto de que es necesario instrumentar reformas a la legislación electoral y estatutaria que posibiliten la democratización interna de los partidos políticos, obligar a éstos a realizar una labor permanente de formación y debate y a preocuparse más por la "calidad" de sus miembros; los partidos deben dar a conocer sus ideologías y programas de gobierno.

 

La juventud siempre ha estado presta y es más ha manifestado tener capacidad de sugerir cambios innovadores en la estructura interna de los partidos con el fin de darles una nueva imagen y rescatar su credibilidad.

 

Resulta fundamental estimular la participación de la juventud, ya sea desde la militancia activa en los partidos políticos, ya sea desde organizaciones no-partidarias pero altamente preocupadas por los acontecimientos del país o ya sea, simplemente determinando, a través de su voto, en el destino del país en los comicios futuros.

 

Que el joven intervenga en las decisiones políticas de las naciones, es ya insoslayable. 

 

La participación política de los jóvenes requiere que estemos con los ojos bien abiertos, con un olfato profundo, y muchas veces confiar en una especie de sexto sentido pues es tremendamente fácil caer engañado.

 

Por ello, los jóvenes –como cualquier otro votante-, no pueden ni deben esperar una certeza de la persona o partido por quién se vota o participa. Votar y participar políticamente no deja de ser, en México por ejemplo, una especie de acto de fe del cual uno después se vuelve creyente si por casualidad acertó, o un incrédulo si, lo que ha sido más usual, termina engañado; en todo caso, la debilidad estructural de los partidos políticos no debe ser motivo para ausentarse de la urna electoral o de la participación política, en todos existen buenos hombres y mujeres, pero también demonios disfrazados de cordero.

 

Continuamos la próxima semana. (Continuará).