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[171] EL LADO HUMANO DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "El Vigía de la Ciénaga de Chapala" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 16 de mayo de 2014.

 

 

 

Sin duda alguna en estos tiempos son muchos quienes tienen acceso a un periódico, pero seguramente muchos más no entienden el porqué de la existencia de un medio de esta naturaleza, su sentido, significado, misión, cometido.

 

El concepto de “comunicación social” tiene profundas connotaciones, que no necesariamente constituyen la línea que siguen muchos medios de comunicación de masas. Hablar de comunicación social es ir a la esencia de esa tarea que es capaz de transformar las conciencias y crear nuevas vertientes de pensamiento, nuevas formas de creer, de actuar y, a su vez, también, transformar los paradigmas vigentes; hasta allá puede llegar la tarea comunicacional.

 

Pero, ¿qué es en sí la comunicación social?; en esencia ¿cuáles son sus fines?, ¿el simple flujo de información?, ¿el mero acontecimiento hecho noticia?, ¿el tratamiento de la realidad desde enfoques que permitan visualizar de mejor forma el mundo en que vivimos?

 

Lo cierto es que la labor de los medios de comunicación social es muy profunda y pocos realmente conocen el sentido de su razón de esencia y existencia; hoy en día suele suceder que hay periodismo sin periodistas, como también política sin políticos, ¡ah, y escuelas sin “maestros”!, y me refiero a la formación que pueda tener alguien para ejercer esas tareas, que puede darle la experiencia de la vida entregada a su desarrollo, pero no necesariamente; la improvisación está a la orden del día, las labores de la comunicación van más allá de lo que cualquiera pueda o desee imaginar; la labor comunicacional adoctrina y, por ello, tiene un lado humano del cual pocos, casi nadie, se acuerda.

 

Hoy, por ejemplo, no son pocos los periódicos convertidos en agentes de partidos económicos o ideológicos y grupos de interés, elaborados sin pensar en el lector, ese no es el periodismo que requieren los nuevos tiempos, esa no es la comunicación social de que precisa México.

 

 

Los binomios comunicación-social, realidad-verdad.

 

A partir del binomio comunicación-social, entendemos por lógica deducción que ella presupone la descripción de dos términos que necesariamente poseen plena identificación, y es que no es mera alegoría el que califiquemos como "social" a una actividad que no sería posible si no se suscita, ejecuta y desarrolla en el seno de un grupo social pues "comunicar" precisa de la existencia de al menos dos interlocutores, ello es ineluctable.

 

Comunicar quiere decir transmitir la información en el seno de un grupo y, a su vez, precisa de un conjunto de técnicas que permitan la difusión de mensajes escritos, audiovisuales a una audiencia vasta y heterogénea; así, tenemos que en apego a esa heterogeneidad  social, la comunicación dirigida a las masas debe ser veraz, es decir, debe emanar de un hecho real y por lo tanto su contenido debe estar basado en la realidad si es que se desea, en efecto, dotar a la comunicación de un sentido verdaderamente científico.

 

Podemos ver a la comunicación desde dos enfoques que pueden dar a ésta si no razón de esencia, sí de existencia: el real y el ideal; y es que en esencia la comunicación real ofrece connotaciones diversas que en determinadas coyunturas la hacen ser un instrumento o una acción bastante criticable en término; la ideal, por su parte, representa los parámetros teórico-metodológicos que dan a la Comunicación Social la configuración de una disciplina científica, del corte social, con integración y fines propios.

 

 

¿Tiene lado humano la comunicación social?

 

En su existencia, la comunicación debe dotarse de elementos que en el plano ideal la hagan existir como el mejor instrumento para inducir la transformación de la superestructura esto es: para hacer posible el cambio de las actitudes y las aptitudes humanas.

 

Es aquí, en efecto, donde la comunicación adquiere su sentido más humano pues de no vislumbrar en su mística la acción transformadora de las conciencias, pierde por completo no sólo su razón de existencia sino incluso corre el riesgo de cancelar los objetivos de su esencia misma y lo que es peor aún, no encontraría justificación científica alguna, tampoco histórica, y refiero ésta última en el sentido de que la comunicación quiérase o no lleva consigo una extraordinaria concepción histórica en tanto narra, describe, analiza, interpreta y proyecta el hecho, el acontecimiento como historia tal, esa que vivimos no ayer, sino hoy, paso a paso, minuto a minuto, esa que deja huella, esa que puede verdaderamente re-evolucionar la conciencia humana.

 

Pero la acción de concienciación humana, condición sine qua non de la comunicación, para ser debe partir de la plena libertad de quien capta el hecho, lo interpreta y transmite; pretender llevarla a cabo sin ella traduciría toda acción comunicacional en vano esfuerzo, en infructuosa quimera.

 

 

Una libertad comunicacional mal entendida.

 

El responsable de la comunicación debe admitir con claridad el alto sentido de su ubicación en el contexto social en el que actúa como expectador del hecho provocado por el actor social (que da cuerpo y forma a los acontecimientos), debe saber que sus interpretaciones deben estar dirigidas no al halago y menos aún a la diatriba, debe partir del análisis serio y razonado para ser capaz de cambiar las percepciones y, en efecto, mover más que los sentimientos, las conciencias ciudadanas para hacer posibles los cambios superestructurales que exige el, inevitablemente, convulso presente siglo.

 

De ahí que la libertad para interpretar los hechos no debe jamás ser mal utilizada y menos aún deben convertir al comunicador en un ente capaz de abusar de su condición de tal; por el contrario, debe con responsabilidad ser capaz de entender que su reclamo informativo debe tener como punto de partida la necesidad de información que tiene el ciudadano, de ahí que con imaginación, seriedad y lejos de la actitud mercenaria, quien comunica debe recurrir muy provechosamente al acervo de la historia diaria, tomando en cuenta el efecto que tendrá su transmisión en el "receptor comunicado".

 

 

La nueva comunicación y el concepto del hombre.

 

La comunicación posee un alto cometido social, de ahí que debe aceptar que no sería posible llegar al recto y justo concepto de la comunicación -al ideal en su praxis- sin el recto y justo, a su vez, concepto del hombre; ese que le haga posible abrazar una nueva conciencia de clase no de si sino para sí; ese que trascienda a la modificación de las superestructuras y traiga consigo el advenimiento de la más profunda revolución de todos los tiempos, la que haga posible crear al nuevo hombre, al ente renovado que ubique a plenitud su existencia, sepa cual es la razón de ella y como tal descubra el enorme potencial que lleva dentro, capaz de convertirlo en ese ser superior que mental y espiritualmente, requieren los nuevos tiempos.

 

La posibilidad de lograr los afanes de una comunicación renovada se concretará sólo en la medida en que la tarea comunicacional sea vista y desarrollada con probidad, esmero y estricto apego a una realidad viviente e irrenunciable que para poder ser valorada debe entender que es el hombre, en libertad de ser, su principio y punto final de convergencia.