[161] DE NUEVO LA REFORMA POLITICA, ¿SERA VERDAD?
Parte I
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 24 de enero de 2010.
De nueva cuenta suena en el mundo político mexicano, entiéndase en las cámaras del Congreso de la Unión así como en los círculos académicos y de análisis político, el tema de la reforma política.
Hace mucho que no se tocaba el tema, al menos no con la profundidad que lo hace la reciente iniciativa enviada por el Presidente de la República al Congreso para su análisis y dictaminación, y es así porque el documento de referencia es sumamente ambicioso y, desde luego como sucede en las discusiones camerales, no será un tema sencillo ni fácil de tratar; ya puedo imaginar a grupos parlamentarios rasgándose las vestiduras, otros tantos vociferando en la tribuna y no pocos, simple y sencillamente, pasando por alto tan importante momento.
Y es que en nuestro país no ha habido, al menos no hasta la fecha, voluntad para llevar a cabo una reforma política de fondo.
Hasta el cansancio se habló en la pasada legislatura, entiéndase la LX de la que formé parte, sobre el tema de la Reforma del Estado, pudo crearse una Ley Transitoria que a nada condujo y lo peor del caso es que la “Comisión” creada para tal fin estuvo llena de ineptos, compañeritos que solo se dedicaron al lucimiento personal y pues quisieron estar en ella para decorar su vida curricular; no pasó nada, y pues como es costumbre en México reformar el Estado se ha confundido con darle una revolcadita al Artículo 41 Constitucional y su Ley Reglamentaria, es decir el Código Federal de Instituciones y procedimientos Electorales, pero ¿y lo demás?, por Dios nada de eso tuvo significación alguna.
Y puedo meter las manos el fuego al asegurar que, esta vez, con lo que se dice será una “reforma política de fondo” (bienvenidos a esta función de circo) quedará en la nada y miren ustedes: es probable que no se reduzcan los diputados pluris pues es más cómodo pactar a través de esta figura las grandes sartas de transas a que el país es sometido; la vida electoral para nada será regulada desde una visión más integral y lo más triste del caso habrá de ser que en nada se mejorar la relación entre el gobierno y los ciudadanos, éste último es un tema al que nadie le entra, pues es mejor buscar reglas para el sometimiento que dejar que nuestros hermanos mexicanos se eduquen políticamente y puedan opinar y, desde luego, participar verdaderamente en política desde enfoques más integrales y más democráticos.
La gran mayoría, estoy seguro, preferirá que las cosas sigan como están y esta llamada “reforma política” se convertirá en el proceso a través del cual se pondrán los miles de candados para llevar a cabo, y de mejor manera, los grandes fraudes electorales que con toda certeza se suscitarán en el tan esperado 2012.
Y al tiempo vamos.
Reformas y más reformas políticas y el país está cada vez peor en este singular tema. Es claro que son numerosos los sectores de la población insatisfechos con el funcionamiento de algunas instituciones y, por lógica, existe una profunda desconfianza hacia la clase política al mismo tiempo que crece el gran descontento con algunas posturas que los partidos políticos han tomado gradualmente. La actividad política ha caído en un profundo desprestigio y su costo muestra niveles inaceptables, por tanto resulta imprescindible la necesidad de cambios de peso, y sin lugar a dudas una forma eficaz para lograr estos, es alentar la participación ciudadana, para así reconstruir y fortalecer los lazos entre la ciudadanía y el sistema político.
Por ello considero que la relación entre el gobierno y los ciudadanos debe constituir el tema toral de una reforma política de fondo, que realmente traiga consigo el inicio del rediseño social y político que México requiere.
Pero para ello dudo que alcance el tiempo pues dicha tarea constituye un arduo proceso que requiere encarar ante todo el fortalecimiento de la democracia integral. Es necesario, el consenso de toda la sociedad civil a fin de que esta impulse a la clase política a un compromiso auténtico, que deberá producir grandes avances individuales y colectivos para la vida política de México.
Por ello debe empezarse por trabajar al interior de los partidos y desde luego de la propia ciudadanía.
La vida política no sólo de México sino del mundo entero, requiere de nuevos ciudadanos, desde luego que también de nuevos actores. Pero es justamente este punto al que todos le sacan; no es fácil que nadie quiera que la ciudadanía se politice en sentido estricto del término, y me refiero a esa politización que da la adecuada orientación que lleva consigo un amplio proceso de culturización política.
Expertos estudiosos de la política y sus avatares, y quiero citar en esta ocasión a uno de los más contemporáneos que llegó a discernir de manera muy práctica los problemas que enfrenta la democracia, y me refiero al ya desaparecido Norberto Bobbio quien dejó muy claro en su obra “El Futuro de la Democracia” las grandes limitaciones que enfrenta en nuestros días la democracia. Refiere entre ellas la existencia de un ciudadano incivil y no educado políticamente.
Este punto ha provocado grandes discusiones académicas; en lo personal he de admitir que es uno que incluso me llevo a proponer en 2007 una Iniciativa de Reformas y Adiciones al Artículo 38 del texto entonces vigente del COFIPE y, entre otras cosas, me ha constituido un tema central de análisis en mis ámbitos universitarios.
Es de suma importancia la posibilidad de educar políticamente al ciudadano; en este esfuerzo los partidos políticos juegan un papel determinante pues pueden constituir un entorno muy eficaz para el logro de este objetivo. Pero la realidad de muestra en contrario y, los partidos reitero, lejos de asumir esta crucial responsabilidad, han viciado de manera lamentable este proceso en menoscabo de su adecuado funcionamiento democrático y, lo más lamentable aún, de la propuesta, de la tesis programática que puedan ofrecer a la ciudadanía. (Continuará). ♦