[15] Intervención en su calidad de Candidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia Municipal de Venustiano Carranza, Michoacán, en el Foro regional sobre Programa de Gobierno Municipal propuesto por los maestros de la Sección XVIII del S.N.T.E. en el Estado de Michoacán en la Casa de la Cultura.
Sahuayo, Michoacán, México, viernes 27 de octubre de 1995.
Me da mucho gusto constatar que en nuestra región hay tela de donde cortar; hasta hace unas horas, hasta hace unos minutos incluso, creía que los claxon de los automóviles y camionetas habían ya desplazado al discurso político.
Como creyente y ejecutor de las Ciencias Políticas y la Administración Pública, me asiste la obligación de introducir la temática propia de mi disciplina científica bajo un estricto rigor académico. Estamos casi a punto de concluir el convulso siglo XX y tal parece que poco nos ha importado el enriquecer el acervo de nuestro pensamiento político que trae consigo la ejecución de una nueva praxis política. Por ello es importante entre todo, claro, analizar los conceptos desde el más estricto rigor académico y, el municipio, no puede escapar a ello; a mí en lo personal me preocupa en suma el destino de los conceptos que enmarcan no solo el pensamiento político, sino a las instituciones que dan forma y cuerpo a México como Estado. Ese es el objetivo de mi intervención, sobre todo porque considero fundamental vislumbrar el futuro del municipio como forma básica de nuestra organización política y social, enmarcada en el alto rango constitucional.
Amigos maestros;
Compañeros candidatos de los diversos partidos políticos a las Presidencias Municipales, aquí presentes;
Distinguida concurrencia:
Sirva la intervención de este humilde amigo suyo, para agradecer, de entrada, la invitación que me formulara la Sección XVIII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, para participar en este foro que sin duda alguna está cargado de trascendencia pues reúne a candidatos a las Presidencias Municipales de los distintos partidos políticos de esta región, ello constituye un logro y un sueño personal, que festejo en grado sumo, y festejo aún más que sea el magisterio quien haya tenido la histórica iniciativa de convocarlo y, es más llevarlo a efecto pues son ustedes, compañeros maestros, quienes hacen efectiva con su labor, la igualdad entre los mexicanos, gracias a la educación que saben impartir, gracias a esa magna tarea que realizan que se encuentra profundamente ligada no sólo al sentir y pensar del pueblo, sino, también, al proyecto de desarrollo integral de la nación. Entiendo que no basta la conciencia política, no basta tampoco el patriotismo entendido como mera emoción, pues si no se saben hacer las cosas, no hay valores políticos que puedan instrumentarse, si no se tiene el dominio de la ciencia, de la técnica, de la tecnología, de “la letra” como se dice comúnmente, el patriotismo puede quedarse en sentimiento frustrado.
Reconozco la efectiva labor magisterial y la defiendo, porque gracias a ella es que he podido abrir mi mente a una liberación tal que me hace defender mi sentido común y alternar en un mundo donde la manipulación y las intenciones obscuras están a la vanguardia; es el acceso al mundo del saber el que, desde que recorrí los pasillos de una escuela de mi pueblo, con un cuaderno de 20 centavos y un lápiz de precio un poco menor, en busca de mi inscripción al grado primero de educación aquéllos días veraniegos de 1967 y hasta el día de hoy, en que sigo debatiendo con mi conciencia para asimilar, entender y apaciguar mis dudas sobre la creación y el universo, el que me ha abiertos los sentidos y la mente para considerar un mundo distinto liberado de los tabúes de la nacionalidad, de los dogmas ideológicos y los atavismos de las siglas, los colores o las convicciones religiosas; ese es el resultado de una labor hermosa en esencia y que solamente la realizan unos seres humanos que frente a la pizarra lo transforman todo: los maestros; gracias, no compañeros, hermanos maestros por invitarme a compartir con ustedes esta tarde.
Es altamente gratificante para quienes, por disciplina profesional, nos dedicamos a la cuestión política, el que el magisterio se haya interesado por convocar a este encuentro, que como oportunidad de expresión y planteamiento, retroalimenta el entusiasmo y el interés de su gremio y, a la vez, de nuestro Partido Acción Nacional, por intercambiar impresiones, en el marco de un importante momento en la vida política de nuestro Estado, sobre un rubro que ha adquirido un gran auge en los últimos años, no solamente en el terreno electoral, sino en el de la investigación académica; el municipalismo.
Como candidato del Partido Acción Nacional a la Presidencia Municipal de Venustiano Carranza, entiendo que hablar de municipio nos ubica en el estudio de un concepto que es sinónimo de libertad, participación y democracia.
El municipio que hoy conocemos, adoptado por el movimiento revolucionario iniciado en 1910 como una de sus instituciones básicas, no escapa a los efectos nocivos de los distintos anacronismos que aquejan hoy la vida política de nuestro país, éstos lo debilitan y lo condenan a su extinción, como podemos verlo en algunas etapas de nuestra historia en que, a pesar de haberse delineado ya con la organización político-social del pueblo Azteca e instaurado en la conquista es casi inexistente, si lo hubo fue sólo de nombre.
En nuestros días, es necesario reconocer que la solución a muchos de los problemas del país deben reconsiderar al municipio como punto de partida en su planteamiento y esquematización; esto es: dar vigencia plena a los postulados del alto rango constitucional que lo instituyen como “célula básica” de la organización política y administrativa actual de la República.
No es posible pretender fortalecer, de manera cabal, una institución tan arraigada en nuestro proceso histórico de vida con esquemas obsoletos, cargados de ineficiencia e ineptitud. El municipio mexicano precisa de un proceso completo y cabal de organización, planeación y desarrollo que sea capaz de otorgarle, paulatinamente, y con profundo apego a nuestra forma de gobierno federal, su autonomía económica, a la vez que la política.
Aunque durante mucho tiempo se habló, valga decirlo, de manera abstracta del fortalecimiento municipal, situando su análisis y estudio en reconocer los esquemas histórico y jurídico del Municipio, o la emisión de propuestas electoreras, sin la concreción de acciones, es oportuno reconocer que el establecimiento de una auténtica autonomía municipal ha sido aspiración histórica del pueblo de México. La llamada, en los últimos años “Reforma Municipal, debe ser, ahora, una realidad que fortalezca nuestro proyecto como nación consagrado en la Ley Fundamental de la República, debe constituir el elemento que hace falta a nuestro sistema federal para liberarlo de los graves atavismos centralizadores a que se encuentra sujeta sobre todo la vida política del Municipio; debe constituir el antídoto idóneo para ese mal, tan lógico como el axioma que establece que la gravedad de la enfermedad determina, siempre, por sí misma, la dosis y tipo de medicina.
Por ello, debe darse una verdadera acción descentralizadora, que convertida en cambio estructural al interior de la vida municipal, no se agote en los límites territoriales de los municipios del país, sino que trasciende a la grandeza de nuestro país, a la vez que proveer a las autoridades municipales de los elementos suficientes y necesarios, técnicos pero fundamentalmente jurídicos, para que se conviertan en verdaderos promotores dinámicos del desarrollo de sus municipios, puesto que son ellos la instancia gubernamental más cercana a los sentimientos del pueblo mexicano.
El desafío, compañeros maestros, el desafío para la generalidad de Municipios del país, y no solamente para Venustiano Carranza, Sahuayo, Jiquilpan, o cualquiera otro de esta púgil y revolucionaria región, no es simple; implica cambios de fondo, cambios de aptitudes y de actitudes, sobre todo en el ejercicio del poder, que sean capaces de revertir las tendencias centralizadoras; implica, también, la persistencia de una profunda vocación municipalista que, como acción continuada e irreversible, no sea solamente moda de un régimen o de un proceso electoral. El compromiso no acaba el día del cierre de campañas, el compromiso persiste ad perpetuam para aquéllos que hacemos política no por improvisación o deseo desmedido de poder, sino por pasión, causa y formación académica.
El federalismo, en toda su dimensión, precisa del fortalecimiento municipal; estando fuertes los municipios, lo estarán también los Estados y, por consiguiente, la federación. México puede y debe crecer con la participación activa de la totalidad de sus municipios; sólo municipalizando podremos multiplicar la fuerza del desarrollo nacional; sólo descentralizando podremos concebir más claramente la democracia; sólo democratizando podremos definir el sentido mismo de una real política moderna acorde a los tiempos que ahora vivimos.
Los candidatos a Presidente Municipales, como todos los mexicanos, no estamos al margen de este contexto, tenemos un gran compromiso con nuestra nación y, desde luego, con los partidos políticos que nos respaldan en sus filas. Nuestro quehacer nos coloca en la disyuntiva de ser enlace del cambio o ser reflejo de la nociva inercia.
En Michoacán, y más específicamente en nuestros municipios, todo está, de acceder al gobierno de nuestros municipios, por hacerse; por ello, tenemos el compromiso de promover todas las acciones posibles que eleven el nivel de vida de nuestras comunidades, en materia de seguridad pública, en lo cultural, en lo económico, en lo moral, en lo espiritual, pero sobre todo en el nivel profesional de los cuadros que integran el esquema administrativo de los Ayuntamientos, para tener una Administración Pública acorde a los requerimientos actuales de nuestra compleja sociedad.
Debemos concebir el cambio como un proceso permanente contenido en la lucha constante exenta de actitudes pasivas y enmarcada en un nuevo concepto de esa área científica interdisciplinaria que tiene como fin único el hombre, su organización, modo de vida, fines y su preservación como especie; de esa tarea que podemos desarrollar no solamente desde los círculos del gobierno sino, también y fundamentalmente, en nuestra vida cotidiana pero desde una óptica libre de prejuicios o de oportunidades de participación: la política.
Entendamos a la política, como un proceso que exige la participación abierta, y libre de pasiones, en todos los ámbitos relacionados con nuestras sociedades actuales. Sólo de esta manera podremos justificar el alto cometido moral de la política, alejado de aquéllas concepciones que la sitúan como un simple juego electoral, la lucha por el poder, o el sofisma de “el arte de gobernar”.
Creo, compañeros maestros y candidatos que este encuentro refuerza una actitud que busca transformar, que busca cambiar, que busca trascender, el objetivo está logrado, y como primer paso es una acción difícil de superar.
Gracias por invitarme, el Partido Acción Nacional, en Venustiano Carranza, está a sus órdenes.♦