[153] ¿EL VOTO, MERCANCIA O INSTRUMENTO DE COMPONENDA?
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 28 de junio de 2009.
El tema del voto como mercancía y componenda en realidad no es algo nuevo. Es una característica inherente a los regímenes dictatoriales y totalitarios que muchos pensaran han quedado en el pasado pero que hoy, en pleno Siglo XXI, en el llamado Tercer Milenio, aunque parezca difícil de creer, sigue vigente.
Se presenta por regla en sociedades de bajo nivel de desarrollo y escasa cultura política, estas dos variables inciden de manera distinta y aunadas recrudecen tristemente la realidad política de muchas naciones, sobre todo latinoamericanas donde esta práctica es común, aunque las sociedades altamente desarrolladas no están totalmente exentas de utilizarla a grado tal que reconocidos teóricos como Milton Friedman, quien fuera el maestro de lo que se llamó la escuela monetarista de Chicago y durante la última década del Siglo pasado ejerció sus habilidades en el Herbert Hoover Institute de la Universidad de Stanford, en los Estados Unidos de Norteamérica, junto con su mujer, Rosa, reconoce que, según cita el francés Guy Sorman en su obra “La Solución Liberal”, “la democracia moderna se ha vuelto una especie de timo electoral. En los siglos XVIII y XIX, los políticos compraban los votos de los electores, según explican. Esta corrupción era admitida, pero al menos el dinero era de los diputados. Hoy el sistema se ha perfeccionado, los diputados siguen comprando los votos, pero con el propio dinero de los electores. Las promesas que hacen serán financiadas por el impuesto” (Sorman, Guy. La Solución Liberal. Madrid, España, Editorial Espasa-Calpe, S.A., págs. 82-83).
Es el escaso nivel de desarrollo el medio ideal que aprovechan muchos gobiernos que buscan consolidación de sus grupos y factores reales de poder, haciendo gala del vicio de la compra de voluntades; el proselitismo que utilizan algunos partidos ávidos de triunfo y poder se basa en la explotación de la inconformidad popular a la que tratan de “paliar” con asignación pecuniaria o en especie a cambio de su voto; el pueblo burlado o sorprendido jamás entiende, por su escasa cultura política producto del bajo nivel de desarrollo que incluye el aspecto cívico y cultural en general, la profundidad y gravedad del error que comete; no se percata por sus carencias y necesidades que le orillan a la ansiedad resolutiva de sus limitaciones, de que recibir “x” cantidad de dinero o “y” suma de mercancías en especie no solucionará en nada su problemática real; “x” o “y” durarán poco, muy poco tiempo, uno o dos días, o tal vez ni eso porque además los mercaderes del voto en muy poco valoran la voluntad popular si se trata de comprarla; no obstante los malos gobiernos, porque no puede ser bueno un gobierno que arriba al poder mediante votos comprados, durarán en su gestión varios años en los que por supuesto seguramente estarán alejados de las bases electorales que hasta ahí los llevaron, ya han hecho su inversión y buscarán recuperarla en el corto plazo y con gran plusvalía y, además, harán gala de la burla a que han sometido a su propio pueblo, obligándolo incluso a exaltar a sus propios opresores que con gran espíritu altruista les han "dado de comer".
El voto se compra también con presión manifestada en diversas formas, así como también con asignación de cuotas de poder bajo el estricto modo de la componenda, sobre todo pactadas con líderes que amañadamente manejan grupos humanos de cierta consideración quienes, en franca posición de acaparadores del voto, negocian con la voluntad ajena.
Este último esquema se presenta no solamente en países de bajo nivel de desarrollo sino incluso en sociedades avanzadas; el poder se delega por la negociación, el resultado electoral nada importa, de nada sirvió la movilización político-electoral como tampoco que el pueblo haya manifestado libremente su voluntad ya que, por la presión de ciertos “partidos”, se delega lo que se obtuvo afanosamente en la ardua lucha democrática subordinando el Derecho al arreglo y la componenda como si éste fuera letra muerta.
Muchos partidos opositores recurren a esta mecánica sobre todo cuando saben que sus ideales u objetivos no se vieron plenamente satisfechos, aunque suele suceder que también es utilizada, y casi siempre es así, por líderes de los mismos partidos que perteneciendo a grupos distintos -porque aún en el seno de un mismo partido existen distintas líneas y direcciones o distintos intereses para que mejor se entienda-, desean exterminar a quien obtuvo el triunfo electoral aún a costa de sus propias inversiones, ellos mismos utilizan a grupos opositores de otras corrientes ideológicas para armar el fatídico guión que les garantice el logro de sus mezquinos intereses, lo que nos ofrece una nueva variante del golpismo, al que podríamos llamar con toda claridad “golpismo sigiloso”.
El voto visto como mercancía es una práctica que siguen muchos partidos del mundo sobre todo aquéllos que sabedores de sus pasados y conocedores de sus actuaciones saben que mal han hecho las cosas; mentira es que les preocupe la estabilidad social que presumen pueden garantizar solamente cuando no se dé una alternancia en el poder. El tianguis electoral prostituye en suma la vida institucional del Estado moderno y desgasta lenta pero certeramente la democracia y los proyectos de vida de las sociedades, las que deben ver, con toda responsabilidad y de manera objetiva, en el voto una constante búsqueda de mejores alternativas, mejores opciones y también el nuevo rumbo que exige el complejo mundo de nuestros días, retomando en el voto la decisión definida que provoque los grandes cambios y las verdaderas grandes revoluciones. Todo ello será verdaderamente posible cuando los mercaderes del sufragio y los vendedores de su voluntad se convenzan de lo efectivo que es dejar una idea en una cabeza más que una moneda en el bolsillo.
¿Qué cree usted que suceda el próximo 5 de julio? Estemos al pendiente de ello, hay muchas páginas en blanco que la historia deberá escribir todavía en este contrastante país llamado México.♦