[152] LA PROSPECTIVA Y EL DISEÑO DEL FUTURO, EL DISCURSO AUSENTE EN LAS CAMPAÑAS POLITICAS
Parte II y última
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 7 de junio de 2009.
No hace daño retomar los ciclos históricos cercanos dentro del diseño prospectivo; ello permite prever los efectos de la prospectiva en ejecución y hasta donde hará posible el cambio de los esquemas de creencias y convicciones o hasta qué punto actuará en las mentes humanas. Las experiencias pasadas siempre son altamente aleccionadoras sobre todo en la construcción de proyectos macro para una sociedad específica.
Por ello la historia reciente, la que hacemos día a día, es importante considerarla en la confección de esquemas sociales de todo tipo; los pueblos tienen una excelente memoria histórica, si antes les fue arrebatada la posibilidad de recordar esa historia dada, hoy las cosas son totalmente distintas; saben perfectamente qué aspectos del pasado les hicieron mayor daño, saber perfectamente también quien les ha mentido, en conclusión saben perfectamente quien les ha dado atole con el dedo.
Por ello quienes ahora compiten en los escenarios políticos deben tener sumo cuidado con referir temas que lejos de sumarles voluntades, incremental el enojo y malestar popular.
Sin embargo hay que hablar del futuro; la vieja propuesta anquilosada, hueca, de la que tanto se habló en otros tiempos, hace ya tantos años, ya cansa a la gente, la harta es mas; por ello futurizar o hacer prospectiva implica decirle a la ciudadanía, contarles a los pueblos, cómo los podemos ver en 5, 10 o más años; no debemos ser temerosos o cobardes de abordar el tema, ahí está la puerta abierta para el debate sobre el mismo y decirle a los pueblos que es lo que queremos para ellos en el futuro, y que estamos dispuestos a trabajar para ello desde ahora.
“Lo público” debe enfocar sus esfuerzos, ya, en esta línea en el diseño de sus decisiones; no hay otro camino, señores “políticos”.
Lejos de complejidades técnicas, conceptuales, instrumentales, el mundo de hoy requiere alejarse de la desolación que le provocan las aspiraciones ruinosas, la factibilidad entra siempre en escena cuando de administrar o conducir un país se trata, sobre todo en los tiempos modernos que invitan a asumir lo que establece el apotegma: vale más paso que dure y no trote que canse.
El diseño del futuro en el presente mismo, es decir, la propia prospectiva, parte de este supuesto, diseñarlo no es nada fácil, hay que verlo con calma pero con decisión firme.
Lo factible, lo sano, lo lógico, lo conducente, “lo humano” es diseñar “lo ideal” a partir de “lo real” para evitar los trastornos y las decepciones que han hecho que hoy, justamente hoy y como quizás no en otros tiempos, el Estado deba acudir, él sí, a una cita con el futuro, con ese que viviremos en los siguientes segundos, minutos y horas, para explicar a tantos, con verdadera prospectiva, los porqués de sus desaciertos y deficiencias, para definir los términos de esa reforma, que en su esencia y modo de ver al mundo, a las sociedades y al hombre, es ya insoslayable.
Este es para mí el contexto de la prospectiva. El que debe darse. El que no veo por ningún lado.
tan trillada Reforma del Estado, debe ir en busca del recto y justo concepto del hombre y visualizarlo además de las páginas de los futuros, a donde habrá de llegar un día inevitablemente, en el presente que es donde se debate por ser y estar, justo ahora, cuando compite por un planeta que original y naturalmente a todos nos pertenece, en este momento, cuando sabe que de lo que haga hoy dependerá, ciertamente, absolutamente todo cuanto sea capaz de hacer en el futuro con o sin prospectiva.
Así, y en materia de prospectiva, en tiempos en que la globalización inunda el desenvolvimiento del contexto mundial, vale la pena cuestionarnos, cuál es el futuro que se desea, ¿el de los poderosos?, ¿el de los desprotegidos? o, en palabras de Azuela, el futuro ¿de los de arriba?, ¿de los de abajo?; para responder a estos cuestionamientos, ahí estarán las páginas blancas del futuro, siempre abiertas, para escribir los veredictos inequívocos de la historia.♦