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[150] LOS FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DE LA POLITICA EXTERIOR DE MEXICO

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 17 de mayo de 2009.

 

 

 

Nunca como antes quizás ha tomado tanta importancia el tratamiento de la política exterior. Los actuales momentos históricos nos exigen, en efecto, del diseño de esquemas de convivencia totalmente distintos a los que se pudieran haber presentado en otros tiempos.

 

Hoy se trata de dos variables fundamentalmente: unos luchan por la consolidación de hegemonías y otros, los más por cierto, por obtener un espacio en el sistema de relaciones internacionales.

 

La política exterior de ningún país se puede elaborar en abstracto, pasando por alto una serie de elementos que la condicionan en mayor o menor  grado; de ellos unos tienen carácter permanente como la geografía, otros experimentan variaciones a lo largo de los diferentes periodos históricos, pero en ambos casos esos elementos constituyen las bases que dan apoyo a la política exterior y que fijan ya un punto de partida en su formulación.

 

Es el caso de México.

 

Es innegable que la política exterior de México está ligada, de modo desigual, a nuestra historia y a los propósitos que emanan de ella, es ahí donde se encuentra su mejor sustento. Las condiciones de ella se fijan por factores de diversas naturalezas, como lo son las siempre variables situaciones internacionales, como la que vivimos en estos momentos, por ejemplo.

 

Dentro de este orden de ideas que parecen innegables, la búsqueda de una mayor comunicación internacional y la actitud cada vez más resuelta de los países menos desarrollados, México jamás ha sido ajeno a esta tendencia y la mejor prueba de ello la constituye su participación en la búsqueda de soluciones constructivas y su anuencia a emprender nuevos caminos.

 

Es la actitud del actual régimen, que ha propuesto, a través de la voz del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, una política exterior seria, respetuosa y responsable. Indudablemente que los últimos dos atributos constituyen la síntesis de lo que hoy exige el mundo y la propia realidad mexicana; se trata de ir en busca del rescate de los espacios de liderazgo perdidos y hacer oir, de nueva cuenta, la voz de México en los grandes foros internacionales.

 

No hay otra salida.

 

En el tiempo transcurrido desde nuestra apertura comercial con el mundo, se ha aumentado la presencia de México en los foros internacionales, sin duda alguna, lo cual ha servido para reintentar nuestro apoyo decidido e inequívoco a los principios sobre los que se fundamentan nuestras políticas, sino que han dado la oportunidad al Jefe de Estado Mexicano de tomar iniciativas de gran trascendencia e impulsar otras que surgen en otras administraciones, demostrando así la continuidad en el esfuerzo por alcanzar las metas que se han fijado.

 

Con esta actitud México ha demostrado que no puede vivir ni crecer solitario. No seria posible pues nada de lo que suceda en otras latitudes nos puede ser ajeno.

 

Los principios que han normado permanentemente la conducta de México en el ámbito internacional se mantienen invariables: igualdad jurídica entre los Estados, no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de las controversias y cooperación entre los miembros de la comunidad de naciones unidas. A ello se debe que los principios rectores invariables de nuestra política internacional sean: la proscripción del uso de la fuerza para la solución pacífica de las controversias, la no intervención, la igualdad jurídica de los Estados y la libre autodeterminación de los pueblos.

 

Con ello México ha estado siempre llamado a fortalecer sus relaciones con aquéllos pueblos que pugnan por modificar sus estructuras dentro de un marco legal y democrático. Nunca México ha querido ser inerte o espectador en la historia mundial. No acepta que la comisión del mundo se resuelva de manera exclusiva por las grandes potencias sino que en ella participen los pequeños países.

 

En la coyuntura actual México ha actuado en el ámbito internacional de manera responsable. Sin embargo el problema se suscita ahora en otras dimensiones, dos fundamentalmente: la reaparición de las ideologías extremas y la presencia de una crisis internacional que habrá de poner en grave riesgo las estabilidades nacionales si se hace a un lado el fundamental tema de la cooperación y el entendimiento internacionales, y me refiero a esos con los que México no ha salido muy beneficiado en estos momentos en los que se vive una fatal incertidumbre por la pandemia provocada por el virus A(H1N1).

 

Indudablemente, el estudio de la política exterior es fascinante. La forma como se relacionan los países con el exterior; la forma en que defienden y dan prioridad s sus intereses; en la forma en las que se alcanzan los objetivos y como los incorporan en el ámbito internacional de manera muy particular.

 

Es así que conocer la política exterior de un Estado, nos permite comprender su interacción con el resto de los actores en el escenario internacional. Indudablemente los acontecimientos actuales habrán de cambiar las apreciaciones, pero también los paradigmas. Bien valdrá la pena estar atentos a lo está por venir y que quizás pueda no ser lo mejor.