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[146] EL ENTORNO ACTUAL DE UNA POBRE DEMOCRACIA

 

Parte I

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 19 de abril de 2009.

 

 

 

A lo largo de los últimos años el país ha experimentado muchos momentos de parálisis en el ámbito político. Si bien es cierto que se ha avanzado con la llegada de la alternancia a todos los órdenes de gobierno, con la separación de poderes, con instrumentos que permiten vigilar la gestión pública de los recursos, también es cierto que muchas iniciativas que permitirían al país avanzar en nuestro proceso de transición democrática han quedado atrapadas por la falta de acuerdos entre los partidos pero, fundamentalmente, entre los actores políticos que hacen primar su interés por encima de cualquier cosa y, desde luego, del propio interés nacional. Hemos sido testigos de innumerables desencuentros, de escándalos de corrupción, de enormes dificultades para encontrar consensos, del aplazamiento de la discusión serena y profunda sobre las grandes urgencias del país y, lo que es muy preocupante, de una lucha encarnizada por acceder al poder, en donde pareciera que la referencia a principios éticos que asegurarían la civilidad están ausentes.

 

La multicitada Reforma del Estado ha quedado como la mayor burla posible, en la que tantos ciudadanos y organizaciones se habían comprometido pensando en ver al país en un andamiaje institucional renovado que obligara, en términos de ley, a la formación de mayorías, que favoreciera la creación de políticas de largo plazo y que promoviera la subjetividad de la sociedad civil. Nuestro entramado legal y nuestro sistema de justicia parecieran desbordados por los tiempos nuevos que vivimos, está más que claro.

 

La cultura autoritaria y el sistema que derivó de la misma, se resiste a ceder el paso a los esfuerzos democratizadores.

 

Los partidos políticos enfrentan una crisis de credibilidad en la que los han sumido sus acciones. La percepción de la ciudadanía es que no han sabido interpretar las aspiraciones de la sociedad y en muchos casos se han antepuesto los intereses individuales o de grupo a los intereses del país. El proceso democrático en México está demandando la renovación de los partidos y la superación de ser ellos la única vía para contender en las elecciones.

 

La política es conciliación y diálogo, oposición y tolerancia. La sociedad mexicana ve con tristeza como en muchos de los actores políticos ha faltado mesura y prudencia. El bien del país está en juego y la responsabilidad que pesa sobre quienes participan en política es mucha. Recuperar el respeto de una sociedad que se siente agraviada, cuya paciencia se agota y que quiere ver a sus aspirantes a puestos de elección popular convencidos de que la política es el noble arte del servicio al bien de la comunidad social, es la tarea que tienen por delante.

 

El ejercicio de la autoridad si no es practicado dentro de los límites del orden moral pierde legitimidad. La guerra declarativa, las descalificaciones del adversario, el ocultamiento de la verdad y la corrupción han mermado gravemente la confianza de la ciudadanía ante la autoridad constituida y ante la misma democracia.

 

Uno de los grandes temas en que se ha visto inmerso nuestro país, en materia de democracia, es el de la mediana Reforma Electoral; tema que sin duda ha dado mucho de qué hablar, qué decir, de dónde cortar y mucho que criticar.

 

Indudablemente, la Reforma Electoral encabeza una serie de ajustes a las antiguas formas de llevar a cabo los procesos electorales reformando y modificando -en esencia- algunos de los artículos de la Constitución Política Mexicana de una manera benéfica, que va desde la rendición de cuentas por parte de los actores políticos, rompimiento de secretos bancarios fiduciarios y fiscales de los partidos, disminución de las duraciones de campañas, la regulación de la utilización de recursos que van desde monitorear orígenes y destinos de los mismos, así como la utilización de los medios tradicionales como radio y televisión, la prohibición del proselitismo y la propaganda política fuera de los tiempos establecidos, la prohibición en la utilización de medios para insultar y generar desventajas a contrarios, la reestructuración administrativa del mismo Instituto Federal Electoral en cuestión de funciones y otras cosas mas.

 

Pero, lamentablemente, existen aun temas pendientes, por ejemplo, ¿por qué la Reforma electoral, en materia de Internet, no se reguló como se hizo para otros medios? ¿Existe aún la posición en algunos legisladores acerca de que el Internet no puede ubicarse bajo el rubro de medio de comunicación o no se le da la importancia apropiada?.

 

Sabemos que vivimos en un país donde, en temas de tecnología, siempre nos sentimos indignos, lo cual es injusto ya que México tiene todas las posibilidades en materia tecnológica, computacional o informática para poder resaltar ante un centenar de países que no gozan de ciertos privilegios como nosotros.

 

Sin embargo, si no ponemos atención, la Reforma Electoral sólo servirá para regular ciertos medios y para explotar al máximo otros, permitiendo que muchos monstruos de la comunicación, que ya se encuentran gastando millones de pesos en Internet y tratando de encontrar una nueva fórmula para sus empresas o -como les llaman ellos- “oportunidad de negocios” “innovando en el mercado”, se llenen los bolsillos mediante la venta de espacios en medios propios de la red.

 

¡Ya no serán panfletos ni spots, ahora serán Redes Sociales y Blogs, podcast, webcast, videos virales y, desde luego, guerras de videos en youtube! (Continuará)