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[142] PAZ Y ESPIRITUALIDAD, LA UNICA SALIDA

 

Parte IV y última

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 9 de marzo de 2008.

 

 

 

El nuevo concepto de revolución que exigen los nuevos tiempos bien tiene que ver con la idea que tiene el hombre de sí mismo. Pocas veces los individuos se detienen un poco a verse a sí mismos en el espejo de la vida en que coexisten con otros semejantes.

 

Todo va en torno a un afán de competencia, dominio y poder que bien lo arrastran a obstinarse en no detener su paso para observarse a sí mismo y percatarse qué tanto ha cumplido con su encomienda de vida. Muy acelerado es su camino y no se detiene a contemplar lo amplio, claro y bello de la creación de en la que él es parte importante; justo aquí es donde debe centrarse ese nuevo concepto de hombre que debe revolucionar en el tiempo y el espacio; ese concepto que le remita a la propiedad natural de la creación puesta en sus manos, de esa creación a la que él mismo aniquila paulatinamente, esa creación que debe preservar.

 

No hay que inventar las nuevas revoluciones ni en su concepto ni en su desarrollo; éstas están dadas ya de por sí en la esencia humana y esperan, ya, por su consecución. Están ahí en una nueva forma de entendernos a nosotros mismos.

 

El nuevo concepto del hombre debe partir de reconocer su esencia misma, su plena naturaleza, esa que es inviolable, insometible y a la que debe liberar para comprender que en ella estriba la mayor de las soberanías.

 

El nuevo concepto del hombre debe complementar al mundo y alejarlo de las falsas concepciones maniqueístas, entender que aunque todo se rige en una sola línea de polarización, lo oscuro jamás podrá vencer o primar sobre lo claro y verdadero.

 

El nuevo y único concepto del hombre que debe realmente revolucionar, tiene que estar alejado de la falsa concepción de la revolución; entender que la vía violenta de cambio es un camino fáctico altamente pernicioso.

 

El nuevo concepto de hombre debe partir de un claro concepto de la libertad y la justicia; debe saber que en la medida en que sea capaz de pensar con libertad y actuar en consecuencia podrá crecer en sus esencias más generosas.

 

Entender que la preeminencia de los dogmas, impuestos y asumidos le arrastran a creer que debe limitar su pensamiento y espíritu a voluntades ajenas.

 

El hombre nuevo debe frenar la competencia desencadenada, debe recordar que este mundo nos pertenece a todos, este hombre nuevo debe hacer prevalecer en sus acciones diarias que la verdadera libertad y la verdadera soberanía están, simple y sencillamente, en él mismo… precisamente… en su mente y en su propio espíritu.

 

Decía Einstein que “la vida es muy peligrosa y no por las personas que hacen mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

 

Es momento de actuar pues el mundo espera por resultados; es momento que las naciones del mundo se redefinan en lo interno para poder proyectar más allá de sus fronteras una concepción distinta del sistema internacional; hoy bien vale la pena darlo todo por la paz del mundo y poder justificar nuestra existencia ante propios y extraños, ante seguidores y adversarios, ante los ojos de Dios pero, sobre todo, ante los ojos de nuestra propia conciencia.