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[141] EL MEXICO QUE ESTA PENDIENTE

 

Parte IV

 

Felipe Díaz Garibay

 

Semanario "Vox Populi" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 9 de marzo de 2008.

 

 

 

Una de las mayores preocupaciones de parte del sector productivo del país es el exceso de trámites que, en aras de la transparencia y la rendición de cuentas, existen para brindar los apoyos necesarios a los nuevos emprendedores y, también, a aquéllos que ya operan en el país y que requieren el apoyo de determinados programas gubernamentales o de desahogar ciertos trámites que, hoy por hoy, se encuentran sujetos a una infinidad de procesos y sigilos administrativos característicos de las administraciones públicas engorrosas.

 

La visión de una administración pública más eficiente, ágil, eficaz y de pronta respuesta al ciudadano hace tiempo que fue tratada en los ámbitos oficiales y, por cierto, se ensayaron importantes procesos denominados de “simplificación administrativa”.

 

Pero hoy las cosas están igual, parece que nada ha cambiado. La denominada “transparencia” y la multicitada “rendición de cuentas”, han sido utilizadas para responder a los intereses de algunos, dejando desprotegidos a otros. Para todo hay procesos cuando se trata de favorecer solo a ciertos sectores.

 

Y justo aquí aparece uno de los pendientes más importantes también dentro del México pendiente: la desregulación. Que bien aplica a toda una serie de procesos administrativos a los cuales el ciudadano tiene que enfrentarse con frecuencia al solicitar un servicio o una atención por parte del gobierno.

 

 

f). Desregulación

 

Resulta casi ocioso abundar en la conveniencia de tener un mejor marco regulatorio para la actividad económica después de lo dicho hasta aquí. México es un país en donde para muchas empresas sigue siendo caro y engorroso operar. Los costos de establecer una empresa, la multiplicidad de trámites para ponerla en operación y mantenerla en la legalidad son altos.

 

Hay que estudiar la manera de bajarlos y de quitarle a la burocracia la posibilidad de decisiones discrecionales y de oportunidades para la corrupción.

 

Mucho hay que hacer entonces en términos de estos procesos que lejos de beneficiar los procesos de producción en el país, bien obstaculizan cualquier nuevo proyecto, o no precisamente “cualquier” cuando se trata, evidentemente, de favorecen solamente a ciertos sectores privilegiados.

 

 

La necesidad de acuerdos. La polarización de las sociedades

 

En el desenvolvimiento político de nuestros días es necesario separar los países en dos grandes bloques: en aquellos que logran concretar acuerdos y los que no lo consiguen. Para los primeros, países reconciliados como España, Chile, Corea y Polonia, por ejemplo, esta abierto el camino del progreso. Para los segundos, países fracturados, quizá la senda del desarrollo se encuentre bloqueada.

 

En las sociedades divididas o fracturadas los gobiernos enfrentan presiones irresistibles para aplicar políticas las llamadas políticas productófagas, es decir políticas que devoran la producción, el ingreso y tal vez la riqueza. También es obvio que las políticas de ese corte son opuestas a las que pueden estimular el crecimiento y terminan por estrangularlo.

 

En oposición a lo que ocurre en los países “polarizados” o fracturados, en las sociedades más cohesionadas los incentivos operan para que los gobiernos adopten políticas orientadas al desarrollo.

 

r el contrario, en las sociedades fracturadas los grupos de interés se disputan un pastel usualmente pequeño con la finalidad de aumentar su rebanada en el mismo sin preocuparse de incrementar el tamaño de todo el pastel. En esa dinámica, lo que suele suceder es que el pastel termina achicándose. En contraste, en las sociedades nacionales unificadas se genera un consenso conducente a agrandar el pastel y el crecimiento que así se consigue incluye implícita o explícitamente a los estratos más pobres de la población.

 

¿Cuál esquema le gusta para México? (Continuará)