[140] PAZ Y ESPIRITUALIDAD, LA UNICA SALIDA
Parte III
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 10 de febrero de 2008.
En el tenor de las consideraciones expuestas en las dos primeras partes de esta serie, he de sostener que la espiritualidad universal debe ser ese hilo conductor de identidad, presencia, acompañamiento, energía, abrigo, nutrimento, discernimiento, autonomía, autoridad, y vitalidad que acompañen al humano de nuestros tiempos en la consecución de sus fines entre los que debe primar la idea de preservar la creación con todo lo que ella implica.
La búsqueda de la paz.
Amar la paz, honrar el compromiso internacional y vivir en armonía con otros países forman parte importante de la misión que hoy sin duda tenemos, como miembros participes de este planeta. La cordialidad, la benevolencia y la buena vecindad, propician la paz en diversidad y son factores incuestionables de la armonía universal.
Nuestro mundo no puede cambiar sin un cambio previo de mentalidad en el individuo y en la opinión pública.
Esta realidad se ha puesto ya de manifiesto en cuestiones tales como la guerra, la economía y la ecología, realidades en las que se han operado cambios fundamentales durante las últimas décadas.
Se impone un cambio similar en relación con la ética. Todo individuo no sólo posee una dignidad inviolable y unos derechos inalienables; también debe asumir una responsabilidad intransferible en relación con todo lo que hace u omite.
Es necesario proyectar esa confianza en obras que demuestren a nuestro semejante la profundidad de los alcances que pueden lograrse cuando la voluntad y el raciocinio son autónomos y cuando se está convencido, también, de que dentro de todos nosotros duerme el más grande de los líderes, capaz de prescindir del perverso control que tratan de imponerle aquéllos que desean tener no sólo nuestra confianza sino nuestra conciencia para manipularla, someterla y destruirla.
Ese enorme potencial, que posee nuestro espíritu, es la puerta que podrá conducir al hombre a la verdadera libertad capaz de hacer posible acceder a un mundo con mayor justicia, un mundo distinto en el que se vea al hombre desprovisto de naturalezas políticas extremas, insensibles, que lo ponen no menos que una “cosa sin sentimientos” .
El realismo político, base para explicar la naturaleza humana, debe ser sustituido por un realismo humano que dé nuevas pautas de creencias y de pensamientos enfocadas hacia la verdad que partan del espíritu como base para explicarnos y definirnos como entes pensantes y racionales, capaces de vernos reflejados en los semejantes que nos rodean.
Los que luchamos por nuestros derechos humanos, los que no queremos sangre, los que no le damos preeminencia a las fronteras, los que realmente queremos la paz en este mundo, en todos y en cada detalle cotidiano de la vida, habremos sin lugar a dudas de dar inicio a un verdadero cambio enfocado desde nuevos paradigmas que han posible la más profunda de las revoluciones enfocada no solamente a lo científico sino fundamentalmente a lo ontológico.
Tengo plena confianza de que este foro rescatará, a través de estas ponencias, medidas útiles para el futuro de nuestro hogar, de nuestros países y de nuestro mundo.
Superemos el fantasma de la desconfianza. Hoy, más que nunca es momento de conseguir cambios, todas y todos los integrantes de este planeta estamos en espera de una mejor calidad de vida. De un futuro esperanzador, de tiempos renovadores, de tiempos de esperanza, de fe, de concordia, diálogo y libertades.
Formulo votos para que todos los habitantes de este planeta entiendan que no podemos cambiar a mejor la situación de nuestro entorno mundial, sin que antes cambie la mentalidad del individuo y ello sólo será posible en la medida en que seamos capaces de crear al hombre del Siglo XXI que intercambie las nuevas formar de creer que hagan posibles las nuevas formas de actuar. Para ello está la escuela, para ello las organizaciones sociales, para ello también los partidos políticos, para ello esa realidad social que está en la calle, aguardando a ser retomada para dar paso a las nuevas líneas de pensamiento político que definan nuestras nuevas cosmovisiones.
Hoy apelo por un cambio de conciencia individual y colectiva, por un despertar de nuestras fuerzas espirituales mediante la reflexión, la meditación, y el pensamiento positivo, por la conversión del corazón.
Juntos podemos mover montañas. Sin riesgos y sin sacrificios no será posible un cambio fundamental de nuestra actual situación.
Hoy, estamos obligados a encontrar todas las vías posibles para inducir la más profunda de las revoluciones, aquélla que se induzca bajo un nuevo concepto del hombre mismo y bajo una nueva visión de la vida misma. (continuará)♦