[128] LOS ESFUERZOS POR LA DEMOCRACIA Y LA GOBERNABILIDAD
Felipe Díaz Garibay
Semanario "Tribuna" de Sahuayo, Michoacán, México, domingo 5 de febrero de 2006.
Los días jueves 26 y viernes 27 del pasado mes de enero tuve la oportunidad de asistir al “Foro Internacional Michoacán, Gobernabilidad y Desarrollo Democrático” con la participación de destacados ponentes de Argentina, Costa Rica, Chile, España, República Dominicana y México. El evento fue auspiciado por el Gobierno del Estado, el Instituto de Administración Pública del Estado de Michoacán, A.C. y el Instituto Nacional de Administración Pública de España, y tuvo como escenario el magno Centro Cultural Universitario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Celebro enormemente el que el partido en que milito me haya considerado entre los participantes en este Foro pues no hace mucho todavía pisaba yo los espacios del Instituto Nacional de Administración Pública de México donde cursé la maestría en Administración Pública. En efecto, en Morelia se dieron cita expertos en la materia y fueron expresadas las posturas más lógicas, coherentes, actuales, pero también otras marcadas por la radicalidad e incluso por la ignorancia.
Hubo de todo como en botica.
Y lo digo en estos términos porque hablar de “de-mo-cra-cia” en nuestros días no parece nada sencillo; de hecho no debe serlo pues la temática ha adquirido una complejidad tal que bien merece sentarse a la mesa de las discusiones con una postura si no inmersa en la experiencia si al menos informada.
He de decir que escuché cabalmente cada una de las intervenciones de seis de siete mesas de trabajo, y he de decir que bien pude percibir posiciones no del todo convergentes. La gama conceptual fue muy nutrida aunque el planteamiento de algunos puntos no fue del todo claro.
Pero como no se trataba de un debate, los silencios hicieron gala de aquél viejo apotegma que establece que “el que calla otorga”.
El problema central de discusión fue el análisis de las condiciones actuales en que se encuentra inmersa la democracia y su ejercicio; qué tanto ésta aporta elementos para encontrar la perfecta gobernabilidad y hasta dónde es posible reformar al Estado para ser consecuentes con el espíritu democrático y, por ende, con la tal sonada y ansiada gobernabilidad de las sociedades actuales.
No faltó quien sostuviera que es posible llegar a una pulcritud única en el ejercicio del gobierno; pasaron de lado los aportes sociológicos que consideran que la tarea gubernamental, de manera implícita, ofrece disensos y consensos hacia el interior de las sociedades y que, en efecto, el problema de la gobernabilidad y sus crisis poseen un carácter cíclico. Esto es: a un período de crisis deviene otro de consenso, todo depende de las capacidades de los gobiernos y de que tanto la sociedad esté conforme con sus actuaciones.
No faltó quien acudiera solo a plantear los soportes sobre los que se han diseñado ciertos programas gubernamentales, sin explicar a fondo la esencia de los mismos y qué tanto éstos, para el caso de México, gozan de credibilidad social y hasta dónde han sido capaces de servir al menos de paliativo para la sentida y maltratada sociedad mexicana de nuestros días.
No era el caso.
El nombre del foro era sugerente en demasía. Había que ir a la discusión de los conceptos motivo del mismo. Exponer con claridad cuáles son las condiciones en que se mueve actualmente la democracia y qué tanto, en esas condiciones, ella es capaz de responder a las expectativas sociales y, con ello, generar condiciones óptimas de gobernabilidad.
En efecto, España y Argentina plantearon, de acuerdo a su experiencia propia, de una manera brillante un modelo único de reforma del Estado, aplicable a sus contextos y, como experiencia, excelente reducto para analizar las condiciones de otros países, México entre ellos.
Varios coincidieron en recalcar la importancia de hacer partícipe a la ciudadanía en el diseño de políticas públicas, mecanismo ideal para hacer oir las voces más débiles e incorporarlas a la tarea gubernamental.
La conclusión que obtengo de este Foro es clara. La democracia vive una profunda crisis, que bien pudo apercibir Norberto Bobbio en sus últimos aportes en este análisis. De él vale la pena rescatar dos cosas, que en lo personal me constituyen motivo de seria preocupación y que he podido plantear en varios espacios: la existencia de las oligarquías y la existencia de un ciudadano no educado políticamente.
Oligarquías e ignorancia ciudadana son dos elementos que bien van de la mano y se complementan en sus efectos nocivos hacia el desarrollo democrático.
Las primeras, impiden el sano crecimiento de la democracia y frenan en grado sumo la participación ciudadana; prostituyen la vida pública y en nada garantizan la inclusión de múltiples grupos sociales.
La segunda tiene efectos similares a los planteados para el caso de las oligarquías pero, además y lo más serio, impide el crecimiento político de las sociedades dejándolas al margen de los avances que, hoy, está exigiendo el desenvolvimiento de las sociedad global que ya no nos acecha pues ya formamos parte de ella.
Discusiones van y discusiones vienen. Las sociedades del planeta son cambiantes y heterogénas, exigen movimiento interno, cambios, transformaciones, a cada paso, día con día que arrastran, bajo el esquema de la curva de auges y depresiones, a momentos críticos –disensos o carencia de acuerdos- y consensos –acuerdos- en sentido estricto.
Al analizar la democracia de nuestros días no debemos pasar por alto esta característica de las sociedades de todo tiempo, es una imperecedera, siempre presente, que afectará eternamente a todos y ello es exigible para hacer que el mundo continúe, que siga siendo, y que desde cualquier vertiente académica, y bajo el más estricto rigor metodológico, el problema de la existencia humana deba ser cuestionado a cada paso sin creer que ya lo hemos visto todo, que tenemos verdades absolutas, paradigmas para todo tiempo y espacio.
El mundo cambia y exige ajustes a cada momento, esa es sin duda la variable más apasionante que marca el trabajo de las Ciencias Sociales y en especial de la Ciencia Política y la Sociología.
Así que foro tras foro, propuesta tras propuesta, todavía queda discusión para rato.
Mucho se ganaría que se acudiera a estos espacios de discusión con esa certeza. Se harían propuestas más claras y de mayor validez científica.♦