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Asistencia a los festejos de Santiago Apóstol en Sahuayo, Michoacán, México

 

Sahuayo, Michoacán, México, domingo 25 de julio de 2010

A invitación de varios grupos de amigos, vecinos todos de la ciudad de Sahuayo, Michoacán, Felipe asistió a la celebración de los festejos de Santiago Apóstol; cabe resaltar que él mismo profesa una extraordinaria veneración por el Santo Patrón de la ciudad donde vino al mundo un 23 de julio y justamente un día como hoy estando aún en la maternidad su abuelo, Don Juan Garibay Núñez, lo sacó a la calle al paso del Santo para ofrecerlo a él.

 

Sobre Santiago Apóstol Felipe ha escrito mucho. Destaca un artículo publicado el domingo 10 de agosto de 2003 donde manifiesta el fervor que le tiene. En esa publicación destaca:

 

“…Encontrándome yo de visita en el que, sin duda, es mi rincón favorito de este gran país disfrutando de mi acostumbrado “descanso” mensual, decidí trasladarme a Sahuayo el pasado lunes 4 de agosto; tuve la oportunidad de vivir una experiencia especial, marcada por la entrega de un pueblo a su Santo Patrón como pocos lo hacen realmente en el mundo. Pude constatar que Santiago, es alguien que llena los corazones de su pueblo, y los llena porque él encierra un gran misterio de fe. Lo que vieron mis ojos y experimentó mi mundo interno, difícilmente podría describirlo en tan breves líneas.

 

‘Lo esperé a su paso, y poco después de la salida de su Santuario, por fin le vi pasar; me di cuenta del gran magnetismo que emite, vestido de blanco, montado en su corcel de igual color, con su espada en señal de lucha, de guerra, de ésa que hacemos los humanos día con día para combatir en los embates de la vida; sentí el mensaje, el llamado a la victoria, a enfrentar con entereza las vicisitudes de nuestra mortal existencia, a no tener miedo, a seguir su huella. Poco a poco se fue alejando, y quedaban al viento los vivas de su pueblo, los aplausos, los gritos de júbilo y  las lágrimas de quienes de cerca le seguían; fue perdiéndose entre la gente que le acompañaba, como pocas veces sentí la nostalgia de unos minutos antes, ésa que experimentamos después de haber vivido una experiencia extraordinaria; me dije a mi mismo: mírenlo, moviendo a miles de personas, y fundamentalmente jóvenes de este pueblo, sin misiles, sin kamikazes, sin FMI, sin demagogia, sin nada, sólo su espada, su caballo y su gran misterio enclavado allá, al  norte de España, en el Monte del Gozo, Montjoy, Montxoi o Colina de San Marco –porque todos esos nombres tiene-, ahí donde se avista Santiago y los peregrinos entonan con fervor el famoso y antiguo "Canto del Ultreya": "¡Herru Sanctiagu!, ¡Got Sanctiagu!, ¡E ultreja! ¡E sus-eja!, ¡Deus, adiuvanos!”